Jue 27.12.2007
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ESCLAVOS DE NUESTRAS PALABRAS VI > EL AÑO EN QUE RADIOHEAD PATEO EL TABLERO. TODO ESTA GUARDADO EN LA MEMORIA

“Radiohead era la banda perfecta para hacerlo”

Beck le dijo al NO que la distribución de In Rainbows de Radiohead por Internet, con el precio puesto por el usuario, fue fundamental para replantear la relación entre los sellos y los músicos. El concepto de copyleft y el Creative Commons, en crecimiento.

› Por Javier Aguirre

La milenaria lucha entre forma y contenido vive una nueva batalla naval, embarcada esta vez desde el puerto USB. Los soportes técnicos para almacenar, vender, comprar, intercambiar, difundir, grabar o reproducir música parecen haberse situado como el gran foco revolucionario de la escena musical, mucho más que nuevos ritmos, nuevos sonidos o nuevas fusiones. ¿Será que diseñadores industriales y programadores hoy son más creativos que los músicos? ¿Acaso andan más inspirados, tienen una musa más fuerte? ¿O será más negocio vender aparatitos, programas y plug-ines que discos? Eso no significa que los artistas simplemente vean pasar el fenómeno; muchos han encarnado su propia gesta, o hasta iniciado potenciales vanguardias. E-vanguardias.

Los casos de booms de popularidad de Lily Allen, vía YouTube, o Arctic Monkeys, vía MySpace, han sido –en los últimos veinte meses– ejemplos cómodos que convirtieron la fe en la difusión electrónica en una nueva religión. Que suma fieles y ministros durante las campañas electorales para las elecciones presidenciales y de jefe de Gobierno porteño. En ese escenario, y volviendo a la música, Radiohead hizo la jugada del año al colocar su nuevo disco In Rainbows disponible en Internet y sin precio fijo, lo que significaba que cada downlodeador pagara lo que creyera conveniente; o sea, a la gorra. E-gorra. La enmienda-Radiohead motivó pensativas rascadas de cabeza en músicos y empresarios. El propio Beck se lo confesó al NO: “Durante años he hablado con otras bandas sobre hacer algo así, pero es cuestión de cómo y cuándo. Es todo un gran signo de pregunta, una de esas cosas que todas las bandas están mirando con atención. Los Radiohead estaban en una posición de hacerlo porque no tenían contrato discográfico, pero además fueron suficientemente arriesgados como para ser los primeros en meter los pies en el agua cuando nadie quería ahogarse. Hay otras bandas haciendo cosas similares, pero no son de su estatura ni de su influencia. Ellos están más allá de cualquier reproche en lo artístico, cualquiera que los critique queda como un estúpido. Por eso eran la banda perfecta para hacerlo”.

Pero la posibilidad de transplantar esa metodología a la escena argentina parece una utopía, al menos para los ojos (¿ciegos o bien abiertos?) del Indio Solari, que le dice al NO: “Acá no podría funcionar. Es más probable que ingrese un hacker y te morfe la cuenta bancaria a que te entren a mandar dólares. Acá si hacés lo mismo, te lo bajan y no te mandan un carajo, porque las condiciones económicas son diferentes. Es muy difícil para un productor independiente que vive de lo que ingresa por la venta. Es más fácil para quien está fuera, o porque no vende mucho, o porque la compañía le paga el contrato. Es caro hacer un disco”.

Mientras el Indio, Beck y tantos otros sacan cuentas, eligen nuevos passwords y compran nuevos cablecitos adaptadores; las madrigueras donde se guarda la música mutan... o desaparecen. Allá lejos en la cadena tecnológica, el casete emite sus sanguinolientas toses finales: las disquerías británicas Currys anuncian que ya no repondrán su stock de casetes vírgenes, y el NO lo saluda como “El adiós definitivo a un grande”.

El furor de la difusión virtual de la música impone el debate sobre los derechos de autor. E-autor. Los españoles de Canteca de Macao descreen del copyright, levantan la bandera del copyleft y lanzan desde la tapa de su disco Camino de la vida entera (editado –ups– por la multinacional EMI) su manifiesto antiprohibicionista: “Compra, copia o descarga este disco”. Y la recomendación entre internautas se convierte el mejor canal para recomendar música. ¿El “boca a boca” da lugar al “mouse a mouse”? Sin embargo, por más que tu material favorito de lectura sea la bandeja de entrada de tu e-mail o la pantallita de tus mensajes de texto, el disco rígido universal –ese que debe estar en un edificio de Connecticut, o de Ohio, o de Oregon, vaya uno a saber– en general, y fundadas paranoias al margen, no es más que un CD/casete/diskette gigante. Que almacena lo que alguien (por caso, un chabón de pelo largo, guitarra eléctrica y una PC comprada en 2004) antes guardó allí. “Empezamos a llamar la atención a través de los temas que colgamos de Internet. Pero, cuidado, que la prensa no nos descubrió. Cuando llegaron, nosotros ya estábamos ahí”, le dice –desafiante– al NO Nathan Willett, cantante de Cold War Kids. La pregunta para hacerle a tu proveedor de tecnología, mirándolo a los ojos, sería: ¿Qué te atrae más: un nuevo formato para guardar música o una nueva forma de música?

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