SR TOMATE, ROCK-POP PSICOTICO

“No nos interesa pegarla”

Indie juguetón y libertario, algo de noise, una trompeta quizás, y una voz rara y bella que canta con timbre de niño.

POR JUAN MANUEL STRASSBURGER

Si no fuese una frase hecha, podría decirse que son el secreto mejor guardado de La Plata. “Nos influyen el mate, los fideos con salsa, los fulbitos, las charlas entre amigos, las mascotas”, enumeran en su página web. Y rematan: “Hacemos rock-pop psicótico. Letras que hablan de vos, de mí. Música introvertida, fotos de ciudad, caminatas nocturnas...”. Con un público indie de lo más festivo durante sus recitales, y un puñado de canciones que cautivan por simples y alocadas (Sertralina, Hormiga, la reciente La tempestad), los Sr Tomate no necesitan ninguna sofisticación para conmover. Les basta con un rasgueo apenas noise de guitarra, cierto golpeteo suave en el parche, la trompeta quizás, y una voz rara y bella que canta (con timbre de niño) todo lo que el mundo de los grandes no quiere o no puede ver (“El acolchado me protege de las balas / tiene flores y parece un jardín / Yo me muevo despacito en el colchón / y no me importa que mi cama sea mi tumba” cantan en Tu tumba cama).

“Trato de escribir simple. Lo que me sale. No trato de enroscar la cosa. Tiene que ver con los estados de ánimo. Sobre todo del amor, las relaciones humanas. Lo que más me flashea de la gente y de mí. Sin recovecos y metáforas rebuscadas”, cuenta Poli, letrista del grupo y dueña de esa voz con entonación y modismos a lo Francisco Bochatón, cuando era púber; o a lo Daniel Johnston, el genio sufriente del indie americano. “No preocupa que mi voz sea masculina o femenina. Mi voz es como es. Me gusta mucho Patti Smith. También las folkloristas. Me interesa que la persona cante y dé todo, que no se fije si está afinando o no.” Poli vivió su niñez en las localidades de Oriente y Tres Arroyos, y recién en sus veintipico emigró hacia La Plata. “Soy bien bonaerense, bien de pueblo. Y el resto de los chicos también. Por eso no hay esa cosa urbana en Sr Tomate. Y sí mucho de tierra adentro.”

La banda (completan Edu en batería, Peter en armónica, Marce en bajo y Ale en guitarra y trompetas) se mantiene junta desde 2003. Y se dispone a sacar Ritmo de vida, su primer disco larga duración, luego de La fruta desquiciada y Júbilo y sorpresa, dos EPs. “Ritmo... es un álbum más arreglado que los anteriores, pero sin perder la frescura de la banda. Sr Tomate tiene una espontaneidad que viene de la libertad de divertirse y jugar con los sonidos”, señala el batero. Y sentencia: “No nos interesa pegarla”. Hay en Sr Tomate una clara comodidad con la idea de crecer y desarrollarse en La Plata. “Estamos contentos con que el crecimiento sea de a poquito, boca a boca.” Lugares como Favero o Radio Universidad son ideales para alimentar una escena que no conoce de guetos. “Podemos tocar después de una banda de rocanrol o de una electrónica y no hay problema.” De hecho, hace poco grabaron Ya nadie va a escuchar tu remera (del tributo De regreso a Oktubre de Los Redondos, editado justamente por Radio Universidad) y la recepción fue elogiosa. “No le tuvimos ningún respeto”, explica Edu. “Lo tocamos casi sin escuchar el original. Creo que por eso salió bien”, dice y suelta una carcajada cómplice, a tono con el espíritu lúdico de la banda.

EL PERRODIABLO, CRUDEZA DE GARAGE

“No se trata de unas vacaciones raras”

El flamante La bomba sucia es, probablemente, el disco debut más explosivo de los últimos años.

Una trompada al estómago (o mejor, al mentón). Un torbellino de furia precisa como hace mucho no se veía. Ganas de salir a patear tachos de basura o a putear a todos los malnacidos que nos jodieron alguna vez en este mundo. Si un disco de rock es capaz de producirnos todo esto (y más), entonces es bueno. Y, aún más importante, es rock. “Desde las primeras veces que nos juntamos a tocar, sentimos esa frescura, esa adrenalina, esa libertad para tocar. Nos dijimos: ‘¡Esto hay que aprovecharlo!’”, cuenta entusiasta Chaume, primera guitarra y coros de El Perrodiablo. Y el resultado es La bomba sucia, el debut más explosivo de una banda en años, tal vez desde Fin de semana salvaje de Los Brujos. Epa. “Fue fundamental haber hecho las cosas con decisión y frescura. Sin enroscarnos en conseguir la ejecución ideal”, revela Doma, el cantante de este grupo que está llamado a dar que hablar y que completan Alfonso en batería, Wally en segunda guitarra y Nico en bajo.

“Para nosotros no se trata de unas vacaciones raras, se trata de una elección de vida”, espetan. “Si querés que el rock te devuelva algo, mejor ponete un cíber.” Es cierto: todo esto no serían más que palabras huecas (muy bien dichas y atractivas, pero huecas) si no estuvieran respaldadas por el disco. Y el disco respalda: nueve temas en veintitrés minutos sin respiro que machacan el cerebro y obligan a sacar pecho. Una contundencia que no sólo es potencia y fuerza sino precisión: no hay rulos de bata ni distorsión de guitarras de más en La bomba sucia. Cada riff aprisiona allí donde duele. Y la polvareda que levanta ensucia en serio (muy en la crudeza garage de los Stooges, pero también de los primeros Ratones Paranoicos o Pappo’s Blues). Lo mismo la lírica: “No me gusta explicar las letras”, dice Doma. “Ya no me representa hacer una letra que sea un caracol de palabras, ponerme describir un protosaurio en un jardín almibarado. La cosa muy arty no me va. Me gusta la transparencia.”

Entre las letras, generó cierta repercusión la de Malas preguntas y su estribillo: “Esto está lleno de putos”. “Es la típica frase que tirás cuando llegás a un lugar o una fiesta en la que no sos bien recibido. Puede ser de camioneros, de barrabravas o de cualquier cosa. Obviamente no es homofóbica”, despeja Doma. Y se extiende sobre la movida que se vive desde hace un tiempo en La Plata: “Tenemos amistad con muchas bandas. Pero afinidad musical no sentimos con ninguna. Hoy las bandas tienen otra preocupación, más estética. Y nosotros sentimos la música de una manera más sanguínea”. Y tira, tranquilo: “Te puedo asegurar que nosotros tocando en cuero sobre un escenario somos mucho más desubicados que muchos indies”.

MICHAEL MIKE, HACIA EL ELECTRO HIP HOP

“Hacemos rap al estilo Bob Dylan”

Grabaron dos discos en un solo año, y podría decirse que su sonido recorre una senda que puede ir desde Mano Negra hasta aquel Pasto de Babasónicos (“una de las mejores bandas que hubo”, dicen, remarcando el pasado).

POR ROQUE CASCIERO

”No nos vanagloriamos de ser indies... ¡queremos dejar de serlo!”, se planta Cucas, uno de los tres integrantes de Michael Mike que canta y alterna entre bajo, guitarra y teclados. “Incluso se nos acercó el descubridor de Vilma Palma e Vampiros y estuvimos a punto de firmar con él, pero el contrato no nos convenció. Todos tenemos otros trabajos, desde manejar un estudio de grabación hasta repartir comida, y estaría bueno dejarlos. Por supuesto que nos gustaría ser exitosos, pero no hacemos demasiado para lograrlo. Salvo hacer música, claro.” Ahí está la clave para los MM, que no paran nunca de producir canciones: ya tienen listas dieciséis para su próximo disco, pese a que el vibrante y encantador Ama tu ritmo tiene menos de seis meses en la calle. “Queremos aprovechar el momento, ya estamos un poco cansados de esas canciones”, se desmarca Cucas, aunque cuesta imaginarse a alguien embolado mientras suenan El amante latino, Gente preciosa o Charly border.

Big M, Cucas, Tomás Justo, Wildcat, Coto y Jean Deon conforman este sexteto con nombre de solista (“suena tan yanqui que ya es argentino”). ¿Confusión? Ellos suben la apuesta al pedir la publicación de la foto de sólo uno de sus integrantes, por ejemplo. La banda actual surgió de la unión de algunos integrantes de Proyecto Tambor y de unos Michael Mike anteriores, hace dos años. El primer show fue en Acatraz, en uno de esos combos nocturnos que incluía un tributo a ABBA y a una banda de heavy metal. “Ese día habíamos quedado en encontrarnos en el bar de la esquina antes de tocar y resultó que el bar se llamaba Michael. Un buen presagio.” Con unos cuantos conciertos más encima, llegó la hora del disco y para eso el sexteto se encerró durante un mes y medio en una quinta con casa de dos plantas. “Había una computadora arriba, en la que grabamos Ama tu ritmo, y otra abajo, en la que hicimos Delen, un disco más amateur, más pirata, del que sólo hicimos trescientas copias. La verdad, me gusta más Delen, me parece más fresco y más divertido”, autoboicotea Cucas, quien fue parte de Doris antes de armar Michael Mike.

Ama tu ritmo recuerda la explosión de ideas y adrenalina que fue Pasto, el primer disco de Babasónicos, “una de las mejores bandas que hubo en la Argentina”, según Cucas. “Capaz que lo último no nos gusta tanto, pero son grossos.” Entre las influencias también es fácil descubrir amor por Mano Negra, los Beastie Boys y la new wave ochentosa. “Todo eso le gusta por lo menos a alguno de la banda”, concede Cucas. “Somos todos de palos muy diferentes. Hay un par que son medio hippies, tocan temas medio manuchaescos, mientras que otro hace música electrónica. Pero en los temas nuevos estamos yendo más para un lado de electro hip hop.” Como también hay varios letristas en la banda, la lírica va desde retratos de personajes (Rayada, Charly border) a un freestyle hip-hopero en spanglish imaginativo y sugerente (Gente preciosa, Sara). “Lo que hacemos es rap al estilo Bob Dylan”, dicen los Michael Mike. Y tienen razón.

LES MENTETTES, SONIDO MENTOLADO

“Un fotolog genera agenda”

Tocaron sólo doce veces en tres años, obsesionados por trasladar al vivo lo que ocurre en la sala. Algo de Arcade Fire, una pizca de Flaming Lips, espíritu de cabaret y un cantante que recuerda a Bowie.

”Nuestra música tiene que ver con el reciclaje, porque tomamos elementos clásicos y los transformamos en algo nuestro. No nos interesa innovar el formato, lo que nos divierte y nos emociona es transformar toda nuestra historia de escuchar música en canciones nuevas”, asegura Pablo Font, tecladista de Les Mentettes, un sexteto que completan Adrián Rivoira (voz y bajo), Eugenia Brusa (voz y kazoo), Tomás Molina Lera (batería) y los hermanos Federico y Juan Pablo Bolo (guitarras). Algo del espíritu de los canadienses Arcade Fire resuena en las canciones de Les Mentettes, aunque revestido de la psicodelia cancionera de los Flaming Lips, cierto espíritu de cabaret, letras en inglés y en español, y un cantante que recuerda (sin caer en el calco) al Bowie de la primera mitad de los ‘70. “Entre los seis vamos desde Edith Piaf hasta Architecture in Helsinki”, explica Font. “Uno sólo escucha jazz, otro mucho rock nacional. En lo que coincidimos todos es en Bowie y los Kinks.”

La banda, inicialmente llamada Mentitas, surgió en la casa del baterista, que por entonces formaba parte de Polaris junto al cantante. “Adrián y Federico se conocen desde la primaria y hacían canciones que no entraban en los proyectos en los que estaban. Un verano me las mostraron y quedé fascinado, así que empezamos a juntarnos a grabar”, recuerda Font, que fue parte de Grand Prix. “Hicimos mucho laburo de sala, pasaron dos años hasta el primer show. Mientras, todos teníamos otros proyectos, pero Les Mentettes ganó lugar en la vida de todos.” La decisión de publicar un EP fue para tener “una carta de presentación”: “Si no tenés algo editado, es difícil que te presten atención. Lo que hicimos fue laburar bien en la sala, para que no nos costara tan caro. Nuestra intención no era recuperar lo que gastáramos, en realidad el EP es como un flyer con música. Y la respuesta que obtuvimos fue más rápida que lo que imaginábamos”. El verano mentolado será para preproducir el primer álbum de la banda, que aparecerá en la primera mitad del año.

Font –que es uno de los organizadores y DJs de las fiestas Hey!– se reconoce “un enfermito de los discos”. “Pero la difusión digital ha generado nuevas vías para hacer conocer la música”, concede. “Con sólo colgar canciones en MySpace y armarte una lista de amigos, llegás a un holandés que se engancha y que te pide que vayas a tocar. Es una cercanía que no había antes, cuando la difusión era más compleja, más larga y más costosa. Y el fotolog genera una agenda que antes sólo existía en los diarios.” De todos modos, Les Mentettes elige con cuidado cada presentación en vivo, por eso sólo lleva una docena de shows en tres años. “Nos molesta mucho cuando no podemos trasladar el laburo de la sala al vivo”, explica el tecladista. “Queremos sonar bien y que la gente lo aprecie. Si no cuidás esas cosas, no tenés una segunda chance, porque la gente no piensa que el lugar suena mal sino que la banda es una mierda.” ¿Son Les Mentettes parte de una generación que renueva al rock argentino? “Hay gente con la que estamos en la misma sintonía: Mataplantas, Michael Mike, Doris, Popdylan... No importa que las bandas suenen parecidas o no, es una cuestión de que creemos en el trabajo de los otros. Cada vez que voy a ver a una de esos grupos tengo ganas de volver. Y si hay algo generacional que nos une, tal vez sea que no existe el egoísmo que había antes.”