LOS CALZONES, MOJADOS
› Por Juan Manuel Strassburger
Los Calzones son como ese amigo al que uno no ve hace mucho, pero que al reencontrarlo en una fiesta (o en ese tema nuevo que pasan por la radio) se acuerda enseguida de por qué lo quería tanto. “Hubo un momento en que tocar ska era de terror, una cagada pasada de moda, poco más que te cagaban a trompadas”, rememoran el Pingüino y Pitulo, voz y guitarra, respectivamente. Pero hoy que el reggae-ska es fenómeno cultural con infinidad de fiestas y bandas surgiendo por doquier cada fin de semana, Los Calzones se erigen como uno de los grupos que han trabajado por la movida. “No somos ningunos mártires”, aclaran. “Simplemente hacemos lo que nos gusta desde que nacimos.”
Indisolublemente asociados al ímpetu juvenil del ritmo más saltarín de todos, al frenetismo maradoniano de Te sigo (clásico hiperpilas que pintó bien el cariño compartido hacia el Diez) y a la cabeza cuadriculada del Pingüino (su infatigable cantante icono), Los Calzones supieron mantenerse férreos al ska sin caer en el aburguesamiento o la pérdida de vitalidad. Con Tanguito, su octavo disco que salió a fines del año pasado, la banda de Lomas de Zamora radicada desde el ‘94 en Bariloche da un paso más y entrega su álbum más producido a la fecha. “Tiene la particularidad de ser el más cuidado que hicimos”, confirma el Pingüino. Y detalla, técnico: “Hilamos más fino con los delays y las cámaras. Si teníamos que regrabar, regrabábamos. Antes éramos muy de buscar que la polenta del vivo se reflejara en el estudio. Esta vez no.”
El resultado son doce canciones que, de la mano de temazos como Coqueta, la aguerrida Culocracia o la difundida Loco (con la mexicana Lila Downs), los vuelve a confirmar como ska-specialists y, ahora también, como veteranos consumados del ADN argento-brit (ese que va de los Madness a Los Intocables o los primerísimos Cadillacs). ¿Cómo es alcanzar la madurez sin perder la frescura? “¡Es estar pelado, gordo, viejo y arrugado!”, dispara con una risotada el Pingüino, consciente de que el autogaste, el no tomarse demasiado en serio, es justamente uno de los grandes activos del grupo. “Lo de la madurez es algo que dicen los medios. Nosotros no lo sentimos tan así. Sí, estamos más grandes, y algo aprendimos. Pero, qué sé yo, no lo pensamos mucho”, relativiza Pitulo.
La frágil situación que envuelve a la escena rockera actual (sus medios de producción y difusión, la tendencia a la concentración de sellos y productoras) es algo que llamó la atención de Los Calzones apenas pisaron Buenos Aires para su primera serie de shows después de tres años. “La verdad es que Buenos Aires está bastante choriceada. ¿Qué pasó acá? Yo no sé qué les hicieron a ustedes, pero están todos muy controlados, monopolizados. Ves que a la mayoría de los medios los ponen uno detrás del otro y les dicen: ‘Uno, dos, tres. ¡A marchar!’”, metaforiza entre indignado y risueño el cantante. “Hay mucho miedo a bajar una línea, a cuidar el negocio como pocas veces vi en mi vida. ¿Será el karma de vivir al Sur?”, concluye y cita, pícaro, sin respuesta.
* Los Calzones presentan Tanguito el jueves 29 en El Condado.
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