Jueves, 7 de febrero de 2008 | Hoy
EL ELECTROGLAM DE LOS LATIGOS
Aquella banda que se reía de los códigos del rock, ahora también le apunta al pop, que recuperó terreno en los medios. En una etapa madura, editaron Primeros auxilios. Pero pareciera no necesitarlos.
Por Juan Manuel Strassburger
“Juanse es de los nuestros”, dispara sin vacilar Marcelo Zeoli, cantante de Los Látigos. Y tal vez consciente de la desconfianza que su aseveración provoque en más de un fan (no debería ser así: después de todo, se podría pensar al Lou Reed de Transformer como el eslabón perdido entre el Zeoli arruinado de Luces sensacional y el Juanse más alucinado de Furtivos) fundamenta, divertido: “Los Ratones siempre tuvieron fantasía, son buenos en serio... ¡la famosa gente como nosotros!”.
La excusa es hablar de Primeros auxilios, flamante cuarto álbum de la banda. Pero es evidente que a Los Látigos (participan también de la charla el bajista Tuta Torres y el guitarrista de exquisitos toques glam, Gonzalo Campos; Diego Bavasso, el tecladista, está ausente con aviso) les divierte bastante más discurrir por los meandros de la cultura rock. Sus trampas, sus vicios y, obvio, sus credenciales: quiénes pertenecen al club y quiénes no. “Algunos se enojan cuando hacemos estas distinciones –cuenta el carismático frontman de alta performance en vivo–. Pero está claro que nosotros les deseamos lo mejor a todos. Y que nos podemos sentar a comer un asado con cualquier banda que no nos guste. Pero, bueno, después están los gustos. En todo caso, a los que se enojan, yo les diría: es una pavada, chicos. No se peleen” (risas).
Y está bien. Los Látigos siempre dividieron aguas. A fines de los ‘90 integraron la camada electroglam (Victoria Mil, el Carca de Miss Universo, los un poco anteriores Demonios de Tasmania) que buscaba oponerle fantasía a la sinceridad del rock barrial. Pero tras el fallido Premier del ‘98 (“demasiado contemporáneo”, dijeron ellos mismos alguna vez), se sobrepusieron con Pose (2001), un álbum que sorprendió por actualizar el sonido de la década más moderna (los ‘80, por supuesto). Y por recuperar, antes que muchos, la dicción y la cadencia de Federico Moura (Virus). “Para nosotros es un orgullo cero sufrido”, aclara Gonzalo con respecto al sambenito de la comparación. “Pero quedarse sólo en eso es como creer que los Ratones Paranoicos son sólo los Rolling.” Marcelo agrega: “Yo veo más influencia de Melero. Pero, bueno, como dice Jagger: ‘Mientras escriban bien mi nombre, que digan lo que quieran’”.
Fue con Hombre (2003) que el panorama se abrió para la banda. Un álbum tan perfecto en su concreción (el sonido efervescente, los hits instantáneos, los coros glam, las letras confesionales) que hasta pareció fruto de una mágica alineación de los planetas. Sin embargo, el reconocimiento fue tardío y recién se produjo vía México cuando un programador de una radio estatal empezó a pasar Luces sensacional –tema bomba que abría el disco– y el boca en boca lo convirtió en hit popular. “Podríamos haber sacado el álbum dos años antes”, cuenta Gonzalo con respecto al paréntesis de cuatro años entre Hombre y Primeros auxilios –producto de problemas internos en la EMI local (terminaron sacando el disco por Pelo Music)– que hizo crecer exponencialmente las expectativas. “A nivel composición no existió la presión de decir guau, qué vamos a hacer”, agrega el guitarrista. “De hecho, la elección del productor (Yul Acri, ex Suavestar, viejo colaborador y amigo de la banda, especie de 5º látigo) te habla de que no hubo ningún compromiso hacia esas expectativas, ¿no?”
Marcelo: –Lo que pasa es que hay éxitos comerciales y éxitos artísticos. El comercial te lo da alguien, el artístico te lo ganás vos.
El resultado, por lo pronto, es un disco que parece bajar un cambio con respecto a la pegada instantánea de Hombre (“Tiene un audio menos estridente”, reconocen). Pero que sin duda confirma el horizonte rockero–glam plasmado entonces. “Para mí es una entrada a la madurez. El grupo asentándose en una tradición de canciones que fue desarrollándose disco a disco. ¿Las diferencias? Que buscamos un sonido más real en los instrumentos. Antes íbamos más a la ficción, a lo sintético. Ahora buscamos esa misma fantasía, pero con el sonido real”, compara Gonzalo. Qué tentación, Cómo, cuándo y dónde (con la co-autoría de Tuta) y En frente (con ciertos versos cantados a lo Gori de Fantasmagoria) son algunos de los picos emocionales de un álbum que sortea el síndrome del disco hermético luego del accesible.
Gonzalo: –Fue iniciar un camino nuevo. Y asumir lo que aprendimos con él.
Marcelo: –Nah, dudo que lo haya escuchado (risas). Igual, él ya estaba al tanto de los demos. Y entendió nuestra necesidad de hacerlo solos y confiar en Yuliano.
Algo que enseguida llama la atención de Primeros auxilios es su portada, minimalista al extremo, apenas el título en austerísima líneas negras y fondo blanco. Casi tan aséptica como la valijita de un médico. Los Látigos se ríen con la asociación. Y disfrutan con el extrañamiento que suele producir la portada al verla por primera vez.
Marcelo: –Es un manifiesto antidiseño. Nos gusta, tiene fuerza. No es ni linda, ni fea, y dice mucho más que cualquier cosa gráfica.
Gonzalo: –Con toda la parafernalia que hay ahora, con tanta boa al cuello, queríamos que quede claro que lo que importan son las canciones.
Marcelo: –Lo que pasa es que lo nuestro siempre tuvo contenido, más allá de la pluma que acompañaba. Hay grupos que no sólo tienen canciones que no están muy buenas sino que, encima, la estética es como Olmedo haciendo punk. A nuestras canciones les podés sacar el montaje y tienen efecto igual.
Tuta: –Nuestra coherencia está en las canciones, todas se pueden tocar con la guitarra acústica.
Los Látigos ya tienen reservado su lugar en el imaginario musical de la década (los temas que inevitablemente habrá que referirse cuando se haga repaso de lo qué más y mejor sonó durante los ‘00) con la citada Luces sensacional, esa oda a la resaca de una pareja rocker que no se resigna a perder estilo. Pero también con Cuál es tu rock, el tema que se burló de los manierismos y vicios del rock más adusto (“¿Por qué te enojás cuando cantás canciones de amor? Nos obligan a verte, a oír tu voz, en todas las estaciones de rock”).
Marcelo: –Sí, por supuesto. De hecho, yo en vivo digo “Cuál es tu pop”, con la misma letra y funciona a la perfección.
Marcelo: –Casi los mismos, pero en vez de “peinarte muy mal y vestirte peor” sería “peinarte muy bien y vestirte genial” (risas).
Gonzalo: –Yo creo que en la pura ambición pop la música se lava y pierde compromiso con el mensaje artístico personal. Cuando uno está tan preocupado por ser pop termina siendo una Coca light.
Marcelo: –Además, ser pop no es algo que se pueda decidir. Se es o no se es. En ese sentido, nosotros nos consideramos un grupo de rock que además hace pop. La música pop bien entendida es la que nos gusta. La que lleva lo popular a una dimensión extraña.
Gonzalo: –El estribillo que transmite tu idea de una manera tan clara que termina siendo pegadizo.
Zeoli es un letrista consumado. No sólo por su estilo (elegante, detallista, seductor) sino también por su temática, recurrente en el retrato de las relaciones afectivas de fin de siglo para acá. Por algo en la reciente En frente propone: “Tomá lecciones y aprendé a traducir al revés”. Y en Tan tan tan, el alegre corte de difusión, detecta: “Sabés calcular la cantidad de calma que me das cuando te miento”. ¿Experto en enrosques posmodernos? “Las personas somos difíciles. Cada relación es un universo”, sostiene Marcelo. Y aunque matiza su capacidad testimonial, para Gonzalo es certera: “Creo que justamente esa habilidad de Marcelo es lo que nos hace pop, poder reflejar lo que vive mucha gente”.
Gonzalo: –Totalmente. Ahora tratamos con bandas que son de nuestra generación y que escucharon los mismos discos.
Marcelo: –En Pose nos sentíamos solos, es cierto. Pero yo creo en la individualidad del rock, el tener tu propio folklore musical, estético o lírico.
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