Jue 14.02.2008
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FLASHES BIZARROS DE COSQUIN ROCK ’08

Para Pomelo que lo mira por TV

› Por Cristian Vitale

Desde Comuna San Roque

Gente con la cabeza quemada por el rock. Sería altamente beneficioso que alguien le aconseje a Mr Capusotto un rodeo por el próximo Cosquín Rock (si es que se hace). Garantizado: tendría material de sobra para un tendal inextinguible de shows. Puede ocurrir que un cordobés tierra adentro –barba a lo Fidel Castro, porte de bandido rural– le cuente que atravesó la Cordillera a lo largo –¡a caballo!–, siguiendo la huella de un jaguar. Y que se tiroteaba con los carabineros de Chile cada vez que transponía el límite. Puede, también, intervenir en una mesa redonda con fotógrafos y periodistas de rock (seis de la mañana) donde la temática central pase por resolver cuánto tarda un helicóptero de Bialet Massé a Lanús, sin que haya una respuesta certera. “120 kilómetros por hora en helicóptero no es lo mismo que 120 km en auto”, se oye decir a uno de los expositores. Bizarro. Puede, si es que queda varado en el predio y ningún Cristo sobre ruedas lo lleva a destino, encarar una caminata insólita por la infatigable ruta serrana y toparse con una galería de personajes: tres ricoteros sin retorno durmiendo con la cabeza literalmente apoyada en el barro; un tetrabrick antropomórfico que tarda ¡veinte minutos! en levantarse del piso para tomar otro vaso, o dos correntinos (siete de la mañana, camping caótico, hectolitros de Fernet) con los bolsillos quemados también por el rock. Dato al paso: tomar o comer algo dentro del predio fue suicidar el trabajo de meses en tres días. Una hamburguesa, $ 8; una cerveza, $ 10; un atado de cigarros de 20 ¡8 pesos! Y un pancho, cinco. Palazzo –para la próxima– ¡es la clase trabajadora! Flashes outsiders de un festival que, en general, gozó de una organización impecable. Mucho mejor que el debut entre el río y las montañas en 2005, y algo más organizado que en las dos ediciones pasadas. Los músicos también pagaron: rindió La Vela Puerca, sorprendieron Los Ratones, brillaron Las Pelotas, sedujo Intoxicados, cumplió Botafogo, emocionó León y la rompió Almafuerte... el resto acompañó. Cien mil personas (redondeando) fue el total de gente en los tres días y más de setenta bandas pasaron por la escena. Eso sí, sugerencia a futuro para la organización: en vez de gastar gruesos morlacos para traer a Suicidal Tendencies, sería más eficaz invitar a Pomelo. Todos morimos por ver a Perón cantando Me gusta ese tajo.

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