PAMPA YAKUZA NO SE AFERRA AL UNDER POR CONVICCION
El crecimiento de la banda se da en el contexto de una pequeña movida de agrupaciones que van cambiando la forma de escuchar el rock actual. “La idea es que el proyecto crezca, pero no a cualquier precio.” Como ellos dicen, se verá.
Para los integrantes de Pampa Yakuza, los últimos diez fueron años felices de gestión independiente. Esa que, dicen, les permitió sacar un disco en noviembre, cuando las grandes compañías discográficas ya habían cerrado sus cuentas y sólo pensaban en cómo reventar los billboards del año por venir. Ese disco se llama Unicoysentido –así, todo junto–, y es su tercera colección de temas, que, a diferencia de Carnaval para tu desconsuelo (2003) y Orilla (2005), está menos cargada de sonidos y más concentrada en las texturas, lo crudo, en una suerte de actitud más punk rock. Por lo pronto, producido por el ex Cabezones Esteban “Pichu” Serniotti, el álbum indica que gestión independiente no es sinónimo de un sonido berreta: “La intención fue llegar al máximo de nuestras posibilidades en todo sentido. En lo económico, para grabar en mejores condiciones, y desde la producción, llamándolo a Pichu, que trabaja con conceptos modernos de sonido”, frasea el bajista Ricky “Ruso” Jahni.
El también ex bajista de Aztecas Tupro opina que esta placa fue testigo de un viraje en las líricas, todas compuestas por el cantante Hernán Saravia, excepto Dejarse llevar, parida por la pluma de Lucho Katz, titular en guitarra, charango y banjo. “El nombre surgió porque éste es un disco más introspectivo –apunta el Ruso–, las letras son más sentidas. Y el momento de grabar siempre es único, porque una banda independiente no tiene demasiadas posibilidades de entrar a un estudio. Eso se dio todo junto, era un proceso que tenía que ver con el momento de la banda, quizás antes pesaban más las temáticas sociales.”
Un vagón de bandas amigas todavía deambula por escenarios under y no tan under (se los tiene en cuenta para festivales masivos), movilizados por el axioma de la versatilidad compositiva y el tracto independiente, mostrando que pueden poner un huayno en el mismo estante que un ska. Aun cuando ya, después de tantos años, no sean “lo último” del rock local. Entre ellos, Andando Descalzo, Las Pastillas del Abuelo, los ya mencionados Aztecas Tupro, y los que suscriben estas textuales. Antes de su presentación en La Trastienda, el NO conversó con el Ruso y el vocalista Yaku Quiroga para averiguar cómo piensan los que hacen acordar a la llanura y el ombú y un clan japonés, pero vienen de Liniers.
Ruso: –Sí. Es más limpio, queríamos que si una guitarra tenía que volarte la cabeza y sonar a rock, que sonara así; y si tenía que sonar a chacarera dulce, que así fuera. Es más difícil hacer una canción simple que algo sobrecargado. Sin ir al purismo de cada estilo sino lo que a nosotros nos sale, lo que más nos importaba era que los temas no perdieran la identidad que venían teniendo: una letra con mensaje, algunos colores como la inclusión de un acordeón o un banjo. Seguir poniendo aquello que identifica una canción de Pampa.
Ruso: –Me alegra que las bandas quieran diversificar un poco, hacer un disco de un modo y otro de otro. No le damos mucha bola al estilo: si la canción nos gusta, vamos con ella. Nuestra ensalada nace de las diferencias que hay dentro del mismo grupo: el más grande tiene 33 años, y el más chico, 23.
Yaku: –Es bueno encontrarte con otro que anda en la misma búsqueda y juntarse para hacerte más fuerte. Está buenísimo que Las Pastillas del Abuelo haya crecido tanto, porque atrás venimos todos los demás. Cuando uno despega, abre las orejas de todo el mundo a algo un poco distinto de lo que viene escuchando.
Ruso: –Incluso bandas más conocidas, como Karamelo Santo. Son grupos que marcan brechas, muestran caminos, como en algún momento hizo Luca, por ejemplo.
Ruso: –En principio, la idea es tocar cada vez mejor, ofrecer cada vez shows más interesantes, seguir estudiando.
Yaku: –Si bien hay proyectos, al ser independientes nos tenemos que mover más a corto plazo.
Yaku: –Cuando salimos de la sala de ensayo, cada uno hace algo por la banda. Hay roles, partes pensantes y partes que meten el cuerpo. Todo es necesario.
Ruso: –La clave es el laburo y la solidaridad con bandas amigas: pasarse data, prestarse equipos, mirar al otro para imitar lo bueno.
Yaku: –Tampoco es fácil, los nueve tenemos nuestros trabajos. Llega la noche, estás cansado, y te toca ensayar cuatro horas y salir a repartir volantes. Sin embargo, es un tiempo en el que descansás tu cabeza, porque a la mañana laburaste para un chabón que no te gusta.
Ruso: –No padecemos el under, lo disfrutamos, nos divertimos haciendo eso. Son noches de confesiones, de contarnos cosas, y de salir corriendo porque vienen los que pegan carteles de verdad y vos pegaste donde no debías.
Yaku: –Lo primero es respetar tus propios logros. No somos independientes porque somos los más under: si hay una oferta que deje a la banda en una mejor posición y dé más lugar para dedicarnos a la música, se verá. La idea es que el proyecto crezca, pero no a cualquier precio.
* Pampa Yakuza se presenta este viernes 14 de marzo a las 20 en La Trastienda, Balcarce 460.
Si lo viste, estuviste atento: en la gráfica que acompaña al rockeramente afamado programa de televisión Peter Capusotto y sus videos, por debajo de la chaqueta abierta del propio nuevo héroe del rock puede verse una remera de Pampa Yakuza. Ellos lo conocieron cuando grababan su segundo disco, Orilla, allá por 2005. Necesitaban una voz especial para el tema Tirando, en el que un vendedor ambulante se sube al colectivo y en lugar de hablar de sus productos empieza a contar su propia tragedia. A alguien se le ocurrió llamar al ex Cha Cha Cha y Todo por 2 pesos, Diego Capusotto. Así lo recuerda el Ruso: “Ninguno tenía un contacto real, pero uno que tenía el teléfono de la tía de no sé quién lo consiguió, y lo lla mamos. Nadie pensaba que realmente iba a venir hasta que tocó el timbre del estudio. El loco vino, leyó el párrafo que tenía que leer, y no se fue hasta que quedar convencido de su trabajo. Después nos quedamos un par de horas charlando y perdimos el contacto. Sólo lo vimos una vez más para darle una remera y un disco. Dos años más tarde, descubrimos el afiche con nuestra remera y no lo podíamos creer, así que nos arrancamos uno (risas). Nuestra relación duró tres horas. Un artista de la concha de la lora”.
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