Los megafestivales se repiten, pero los motivos cambian. “Querés Rock. Agarrate” es el slogan-gancho del Quilmes Rock de este año, y la propaganda cumple: una abuela que vuela por los aires hasta que por fin logra cerrar el cuarto donde emana la huracanada voz de Ozzy Osbourne, sin duda la figura más importante por peso artístico (no hace falta detallar los pergaminos del amo y señor del heavy metal), pero también por mística: ¿alguien puede dudar de que Ozzy, como sugiere la propaganda, es rock? La observación no es antojadiza si se tiene en cuenta que “mística”, “onda” o “emoción” es lo que justamente viene faltando en muchos festivales, más allá de las marcas y los artistas involucrados.

Para la versión 2008, la alianza que conforman la productora Time For Fun (encargados de la logística), las agencias Young & Rubicam y Bridger & Conway (estrategia y comunicación) y la propia marca cervecera (cara visible del festival) montaron –como es usual– un evento de presentación en el Teatro Roxy de Alvarez Thomas y Federico Lacroze. Como si fuera un power point en un meeting de negocios, un video en pantalla gigante fue enumerando los artistas más importantes de cada fecha: Ozzy Osbourne, Korn y Rata Blanca el día 1; Bersuit, La Vela Puerca e Intoxicados el día 2; Los Piojos, Las Pelotas y Ratones Paranoicos el día 3; y Lenny Kravitz, Divididos y Black Rebel Motorcycle Club para la fecha de cierre.

“Muchos están acostumbrados a que todos los años vengan tantas figuras internacionales. Pero esto no pasa en casi ningún lugar del mundo”, exclamó con el entusiasmo que lo caracteriza, y desde arriba del escenario, el Bebe Contepomi (conductor del programa La viola), ¿desplazando? al histórico presentador del evento Mario Pergolini. “Veo muchas caras dormidas por ahí”, agregó en alusión al horario tempranero del evento. “Pero les tengo buenas noticias: el rock, para los que ya superamos los 35 años de edad, también se puede vivir de día.” Abajo, una pequeña multitud de seguidores de No Te Va Gustar aprobaba con aplausos las intervenciones del periodista más conocedor de la farándula de rock.

El premio ya lo conocían: una presentación íntima y para fans de la banda uruguaya, que –no se puede negar– ofreció un show lo más “vivo” posible. Más atrás, la fauna eventera –famosos, promotoras, hombres de saco y corbata, noteros– seguía el show a su manera: entre canapés y vasitos de gaseosa. Sólo un flaco con una remera de Sumo deambulaba perdido. En el mismo lugar, hace apenas cuatro meses, se estrenaba Luca, bio-pic del cantante que irradiaba onda y mística rockera como si fuera algo común y de todos los días.