VUELVE MY BLOODY VALENTINE Y VA A GRABAR SU TERCER DISCO
La influyente banda anglo-irlandesa (que cambió las leyes de la percepción de la música popular con su disco Loveless en 1991) realizará una gira por buena parte del mundo, con ánimos renovados como para terminar ese tercer trabajo que comenzó a gestar en ¡1993! Otra que el último de Axl Rose...
› Por Roque Casciero
Como si no hubiera sido suficiente con tener el volumen en 11 todo el tiempo, My Bloody Valentine terminaba sus conciertos con una versión extendida de You Made me Realize, en la que los 30 segundos de noise puro que venían en el disco se multiplicaban hasta sobrepasar los 40 minutos. Los fans del cuarteto le habían puesto nombre a ese momento especial: el Holocausto. Así era My Bloody Valentine, la banda irlandesa/inglesa que ensordecía a su público y enamoraba a los críticos, y que desapareció sin dejar demasiados rastros, con su líder Kevin Shields supuestamente víctima de una enfermedad mental. Desde 1991 hasta hace unos días, cada anuncio de un nuevo disco o de una reunión de My Bloody Valentine era seguido de algún comentario irónico, como los que se escuchan cuando se habla de Axl Rose y Chinese Democracy. Pero, ahora mismo, MBV tiene varias fechas confirmadas en Europa, Estados Unidos y Japón, y Shields confirmó que, aunque todavía le falta “un 25 por ciento”, este año aparecerá el tercer trabajo de la banda, que empezó a gestarse ¡en 1993!
¿Qué tenía de especial MBV para que sus admiradores –entre los que se cuentan varios músicos y críticos– rastrearan cada pedacito de información como si se tratara de algún Santo Grial? Básicamente, el cuarteto formado por Shields, la guitarrista y cantante Bilinda Butcher, la bajista Debbie Googe y el baterista Colm O’Ciosoig cambió las leyes de la percepción de la música popular con su disco Loveless (1991). En ese álbum, con la tapa saturada de rosa y rojo, las canciones eran como flores electrificadas, con las voces etéreas y las melodías casi de fogón sumergidas en un océano de guitarras y capas de efectos. El grupo lograba amplificar y perfeccionar el impacto de su debut Isn’t Anything (1988), y costaba descubrir quién tocaba qué cosa, como si Syd Barrett produjera una versión de Tomorrow Never Knows a cargo de Sonic Youth.
Loveless fue el disco que motivó a Gustavo Cerati a quebrar la carrera de Soda Stereo con Dynamo, el que inspiró a toda una generación de bandas inglesas como Ride y Lush, y el que años más tarde resuena tanto en Black Rebel Motorcycle Club como en El Mató A Un Policía Motorizado. “Me acuerdo de haberlo escuchado en casa de un amigo, una noche que habíamos bebido bastante y estábamos un poco espirituales, y al principio no entendía nada, era una locura”, recuerda Santiago Motorizado, cantante y bajista del grupo platense. “Es de esos discos que te abren la cabeza porque rompe con el esquema habitual de producción y de mezcla. Cuando escuchás todo ese quilombo y la melodía debajo, sentís que podés tocar sin miedo a que algo esté mal encajado según los cánones clásicos.”
Pero Loveless fue también el canto de cisne de MBV (al menos hasta hoy): el sello Creation los dejó libres porque su fundador, Alan McGee, no podía soportar volver a trabajar con Shields. El tipo pronto se haría millonario con Oasis, pero las 250 mil libras que insumió Loveless lo habían dejado casi en bancarrota. El cantante y guitarrista sostiene que no fue para tanto, aunque reconoce que se comportaba como un tirano durante la grabación. Los problemas siguieron después porque, aunque el sello Island los contrató de inmediato, se gastaron el adelanto en hacer un estudio, pero jamás entregaron una sola cinta. Los rumores sobre Shields crecían y él mismo confirmó en 1997 que su ausencia tenía que ver con una enfermedad mental, aunque en 2004 dio marcha atrás: “Nunca dije de quién era la enfermedad mental. Estoy loco, pero no tengo una enfermedad mental. Son cosas diferentes”. McGee echó leña al fuego cuando aseguró que una vez fue a la casa de Shields y encontró alambres de púa por todas partes y jaulas con unas veinte chinchillas en la habitación del músico. “Nunca estuve fuera de control”, respondió Shields. “Simplemente no hago lo que no tengo ganas de hacer.”
Lo que sí quiso hacer fue unirse a Primal Scream durante un tiempo y entonces participó de Xtrmntr y Evil Heat. En noviembre de 2004 vino a Buenos Aires con Bobby Gillespie y sus secuaces para presentarse en el primer Personal Fest, pero optó por su habitual perfil bajo y no quiso hablar con la prensa. Para entonces había vuelto a los titulares porque había entregado cuatro canciones inéditas para la banda sonora de Perdidos en Tokio, de Sofia Coppola. Y cada tanto se lo mencionaba por algún trabajo de producción o un remix (para Yo La Tengo y Placebo, entre otros). Al año siguiente participó del festival Meltdown a dúo con Patti Smith en un tributo al fotógrafo Robert Mapplethorpe, que repitieron en 2006: el 11 de julio aparecerá un disco con ambas performances.
Para entonces ya habrá empezado la gira de regreso de My Bloody Valentine, que hasta el momento tiene diecisiete fechas confirmadas. Los primeros shows –con entradas agotadas– serán en Londres y Manchester, y luego viajarán a Escocia, Dinamarca, Francia, España, Japón, Noruega y Nueva York. Y al parecer esto recién empieza, porque productores argentinos le confirmaron al NO que hubo acercamientos para que la banda se presente aquí. Lo que todavía no está confirmado es quiénes tocarán en My Bloody Valentine versión 08, aunque se especula que será la misma formación porque los anuncios se hicieron con fotos históricas del grupo.
Con respecto al nuevo disco, el propio Shields develó unos cuantos misterios durante una entrevista para la web (www.vbs.tv): “Estábamos haciendo un disco en el ‘95, cuando la banda se separó, y yo seguí trabajando con Bilinda. Hicimos algo parecido a un disco... El nuevo álbum va a ser ese disco que había quedado sin terminar en 1997, pero terminado, y un compilado de material que hicimos antes, entre 1993 y 1994, además de algo de material nuevo. Y suena bastante a como sonábamos antes... Es distinto, pero no radicalmente distinto. La gente va a decir: ‘Sí, suena a My Bloody Valentine’”. En el video se lo ve demasiado lúcido para formar parte del club de genios locos en el que pagaban la cuota Syd Barrett, Brian Wilson y Phil Spector. Pero con él nunca se sabe. Ya lo dijo en 2004: “Nunca he sido normal y nunca lo seré. El mundo cambiará antes de que yo lo haga. Y no hay persona de la industria que pueda controlarme, simplemente porque yo mismo no puedo hacerlo”.
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