¿TOCAR LA BATERIA ES UNA DISCIPLINA OLIMPICA?
› Por Javier Aguirre
La noticia cayó en la redacción del NO con la sutileza de un solo de batería doble bombo: un estudio científico asegura que ser baterista de rock requiere un estado físico mejor que el de un jugador de fútbol profesional. ¿Cómo? ¿O sea que–por caso— Tanque, el baterista de La Renga, es más atlético que cualquier crack del Real Madrid, Boca o All Boys? A ver: los científicos llegaron a tamaña conclusión tras estudiar durante ocho años a Clem Burke, histórico batero de Blondie y cara visible del Clem Burke Drumming Project, un emprendimiento que lleva adelante junto a organismos oficiales británicos, y que propone programas de ejercicios para jóvenes con sobrepeso. El resultado precisado por el médico responsable de la investigación se basa en que la exigencia cardíaca y el consumo de calorías que supone tocar la batería durante una hora y media es la misma que 90 minutos de fóbal. Y en que mientras que los futbolistas profesionales juegan unos cincuenta partidos por año, los músicos profesionales, si están de gira, brindan muchos más conciertos (en el caso de Burke, llega a cien shows). Claro, los estudios científicos con resultados curiosos siempre resultan tentadores para la consignación periodística, pero, ¿alguien realmente cree que el barderísimo (y finado) baterista de The Who, Keith Moon, tenía más “corpore sano” que jugadores como Diego Buonanotte o Germán Denis? En principio, parecería que en una banda, el baterista es el músico que tiene mayor exigencia muscular, pero, ¿eso lo convierte en casi un deportista de alta competencia? ¿Hacen los bateros algún ejercicio previo a los conciertos? ¿Hay elongación para bateristas, saltitos, corren alrededor de la batería, toman Gatorade, llevan una dieta balanceada, se clavan pastillas, vitaminas y anabólicos varios para mejorar su rendimiento? Que lo contesten tres bateristas del under, que están en pleno campeonato... o mejor dicho, en plena actividad rocker.
Dani Bosco (baterista de Aztecas Tupro): “Yo de chico jugué al fútbol en el legendario Club Parque–de allí salieron Riquelme, Sorin, Cambiasso...– y sin dudas había mucha más exigencia física que en la música, por más músico profesional que seas. El baterista tiene mucho más desgaste que los demás músicos, eso sí. Yo antes de tocar estoy diez minutos mentalizándome y calentando como un futbolista: toco un poquito, salto, me muevo mucho. Es como salir a la cancha, en movimiento y con adrenalina. El batero no puede estar frío, hay que empezar y terminar el show con actitud, fuerza y toque constante... y no estoy hablando de fútbol”.
El Negro José (baterista de Brancaleone): “Yo en todo lo que hago soy un sacado: vengo de jugar al fútbol y corrí como un enfermo; jugué toda mi vida al rugby y siempre me fajaba. Así y todo, en los recitales de Brancaleone quedo mucho más exhausto que después de un partido. Después de jugar quizá me queda algún dolor en las piernas o me falta aire, pero después de tocar muy al palo me duelen el cuello, las piernas, los hombros, los brazos. Antes de un recital suelo tocar un rato, para ablandar las muñecas, hago una suerte de rezo no religioso, y trato de no tomar alcohol, para estar bien concentrado. El resto de las cosas que hacemos con los chicos de la banda... bueno, no son aptas para menores”.
Pablo Henin (baterista de El Jaguar): “Casi nunca hago deporte, y las veces que juego al fútbol digo ‘me tendría que haber quedado ensayando’... Jugar al fútbol me cansa bastante, es muy diferente que tocar la batería, que puedo hacerlo durante mucho tiempo y con buen rendimiento. Los desgastes son diferentes. Antes de los conciertos hago ejercicios de calentamiento para las muñecas, para no lastimarme con ningún movimiento brusco durante los primeros temas. Y todo muy sano: elongación y tomar bastante agua, porque los shows de El Jaguar son bien arriba”.
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