Cualquiera lo ha sufrido en los megafestivales en los que pasan varias cosas al mismo tiempo; mientras uno quiere escuchar una banda de reggae cool en el escenario Naranjada Music Chill Out, se cuela desde el cielo una feroz base rítmica hardcore que proviene del escenario Yogur Bebible In Concert. Esa molestísima sensación fue advertida por los Rage Against The Machine, quienes decidieron encarar una nueva performance rockera en la recta final de las elecciones presidenciales norteamericanas. La jugada consiste en una especie de escrache sonoro: organizar un concierto esta semana en la convención del Partido Republicano (al que pertenece el actual presidente de los Estados Unidos, George W. Bush) al mismo tiempo en que se haga oficial la candidatura presidencial de un ex militar llamado John McCain.

La idea del frontman Zack de la Rocha, claro, es que no se trate de un concierto de apoyo al presidenciable republicano sino de repudio (por algo es que abundan los ejemplos de conciertos de apoyo a líderes políticos, pero no los conciertos de repudio in-your-face). La misma banda que alguna vez irrumpiera de facto en Wall Street para grabar un videoclip, parece esta vez sugerir una vía de acción política distinta al dialoguismo casi candoroso que propone, por ejemplo, Bono, y que hace rato viene cosechando sorna y motivando bizarreadas como la campaña virtual ¡Que Bono se retire! (www.thepoint.com), en la que se puede donar dinero a causas benéficas con la condición de que el cantante de U2 deje de poner la cara entre estadistas, militares y líderes religiosos.

Tan en serio se tomaron los Rage Against The Machine su intervención en la campaña electoral estadounidense que no sólo ajustaron las fechas de sus conciertos del fin de semana pasado en Inglaterra sino que anunciaron que estarán presentes (esta vez para apoyar, no para repudiar) en la convención del Partido Demócrata, que lleva como candidato al morocho Barack Obama.

¿Puede trasladarse el modelo de rock escrachante-boicoteador de políticos a la escena argentina? A ver... sería algo así como... eh... como si Las Manos de Filippi tocaran para escupirle el asado en un acto político a... eh... a Mauricio Macri... o a Scioli. Mmmhhh... no, mejor, como si... Intoxi... no. Como si eh... ponele... Carajo... cantara Sacate la mierda en una Unidad Básica... no... en un acto de Elisa Carrió... tampoco... o capaz si Bersuit se colara en una foto protocolar en el Glaciar Perito Moreno... No, cualquiera. A ver... quizá si Babasónicos tocara Putita durante un discurso de... no, no, tampoco. Bueno, ¿se entiende, no?

Lo importante, la moraleja hallada por Zack de la Rocha, es que la superposición de sonidos es un arma cargada.