DROGAS VIRTUALES Y PRECIOS REALES
› Por Luis Paz
“Cuando las puertas de la percepción se abran, las personas verán
las cosas tal como son: infinitas”. Aldous Huxley (1954).
“Cuando el cuadro de diálogo se termine de cargar,
hacé clic en aceptar y relajate”. I-Doser (2008).
¿Qué es I-Doser? La compañía y el producto que le da a Internet lo que paradójicamente era lo único que no había utilizado para mantener al público cautivo: las drogas. Claro que hubo dealers que se abrieron su casilla de mail, pero esto es otra cosa, es la droga en sí: “Dosis de una onda cerebral biaural para cualquier humor”, un sonido a dos frecuencias que estimula el cerebro para producir alteraciones en la percepción. Para eso se necesita una PC con Internet, auriculares más o menos pro, y haber descargado el programa de www.i-doser.com. Cada pista contiene “un ritmo biaural avanzado que sincroniza tus ondas cerebrales con ambientes sonoros que te inducen a la euforia, la relajación y las alucinaciones, según gustes”. ¡Sin insomnio, ni ojos rojos!
Lo malo, habrá que avisarle al yonqui que acaba de googlearlo, es que no a todos les pega, porque existen personas inmunes a los ritmos biaurales. Para que todos puedan hacer la prueba, I-Doser es de descarga libre y gratuita. Parece una virtud, pero esto la pone al alcance de los menores y su gratuidad es relativa: sólo la primera “dosis” va de regalo; al que le guste el mambo deberá pagar 2,25 dólares para dosis únicas y 9 para un potente mezcladito. Porque, además, existen colecciones de tracks temáticos para lo que el usuario busque: bailar desaforado, relajarse o charlar con la cucaracha que está tomando el té en una mesa en el techo. Bueno, tanto no pegará, pero Jake, que se tomó el combo LSD el jueves pasado (¿mientras leía el NO?), dijo haber visto “luces parpadeantes” luego de 10 minutos de escucha. El lunes, Katherine –algo así como la Nancy Spungen del foro de usuarios del I-Doser– compró un Marajuana Pack y estuvo “con hambre y soñolienta” hasta que sacó el CD. Tan manija quedó que recurrió a un Opium Pack y terminó sintiendo que era Linda Blair en El exorcista. “Le recomiendo esto a todo el mundo”, concluye.
Existen también los packs Alcohol, Nitrous, Peyote y Cocaine. Como el delivery de la farmacia, pero sin tener que bajar a pagarles. Y eso incluye la promo XXX, con las dosis de “Excite”, “Extend” y “Extasis” necesarias para hacer chanchadas con el MP3 colgado del cuello, en el asiento del fondo del 188. El crédito, de todos modos, no hay que dárselo a I-Doser sino a Enrique Dove, que acuñó el término binaural beats en 1839, al documentar el método para reproducir dos sonidos parecidos en distintas frecuencias, logrando alteraciones en la percepción.
Aunque I-Doser puede ser visto como un traficante de estupefacientes –porque escuchar los tracks viendo proyecciones de fractales en el Media Player tiene su empuje psicoactivo–, existe su contrapartida de Software Libre: SBaGen, un “laboratorio experimental de ondas biaurales” de código abierto y descarga, uso y adicción gratuitos. Lo interesante es que muchos adeptos a esta droga virtual se pusieron a explorar y a reescribir tracks, generando una amplia oferta de ondas de libre circulación. Algo así como lo que quiso hacer Bernard Marx en aquel relato de Huxley: liberar mediante la socialización del conocimiento neurocientífico.
Este artículo fue escrito bajo una dosis de ts-brain-delta de SBaGen en un ambiente controlado y sin otro efecto que comezón en el codo izquierdo.
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