Mi soledad, siempre he pertenecido a ti
Como a Dylan, Spinetta, Calamaro y otros tantos, al muchacho rubio de Los Angeles le llegó la hora de la separación. Situación por demás decisiva en la concepción de sus nuevas canciones, que el mundo conocerá desde fines de este mes. Aquí, Beck ¿explica? cómo debe lidiar con su duelo y cómo es que no siempre todo lo que se ve, es lo que es.
POR ROQUE CASCIERO
Mantiene la expresión de chico inteligente, pero levemente desenfocado de la realidad. El cabello rubio levemente despeinado no da señales de empezar a caerse. La atracción que cada nuevo disco suyo provoca, continúa intacta. Y también su rutina de evitar la rutina para que un álbum suyo no se parezca al anterior. Lo que sí está por cambiar es la percepción más común sobre él: con Sea Changes, que se publica en todo el mundo el 24 de este mes y en la Argentina a mediados de octubre, Beck se deshace de su imagen de sarcástica y distante usina generadora de hits. Las canciones del nuevo disco son personales y dolorosas, y se las puede enmarcar sin demasiados problemas en la tradición de los singer-songwriters del folk rock. Incluso en un camaleón como Beck, llama la atención que pase de afirmar que haría gritar a todas las lesbianas con sus cualidades de macho funk a mostrar sus llagas todavía abiertas. ¿Qué provocó este vuelco total? Lo de siempre, podría argumentarse: un amor perdido. Justo antes de cumplir 30 años, el cantante vio cómo se hacía pedazos su relación con la diseñadora de moda Leigh Limon, su novia desde mucho antes de “Loser” y el estrellato. Entonces, Beck “el reservado” bajó la guardia y dejó salir a Beck “el vulnerable”. Por eso, Sea Changes es claramente su disco más conmovedor.
Si se permite la comparación, el Blood on the Tracks del rubio californiano tuvo una gestación difícil, como si él mismo no estuviera del todo seguro de mostrar sus sentimientos al desnudo. Hubo tres intentos de grabar el álbum, mientras en Los Angeles sonaban dos rumores: Beck estaba saliendo con Wynona Ryder, Beck se había unido a la Iglesia de la Cientología. En el camino, se alejaron de su lado los músicos Smokey Hormel y Joey Waronker, y el manager John Silva. Finalmente, la responsabilidad de la producción del álbum cayó en Nigel Godrich (Radiohead), que ya había trabajado con él en Mutations. Con un poco de imaginación, cualquiera puede ver a Beck solo en el estudio, la semipenumbra de una pequeña lámpara encendida en un rincón y las palabras que laceran los labios cuando son pronunciadas. “He visto el fin del día llegar demasiado tarde/ He visto el amor que tenías volverse odio/ Tuve que actuar como si ni siquiera me importara/ Pero me importaba, así que me quedé desamparado por ahí/ No es nada que no haya visto antes/ Pero me mata igual que antes”, canta en “Nothing I haven’t seen”. En “Lost Cause” es igualmente abierto y queda claro a quién culpa por la separación: “Hay demasiadas personas a las que solías conocer/ Ellas te ven venir, ellas te ven irte/ Conocen tus secretos y vos conocés los suyos/ Esta ciudad está loca, a nadie le importa nada/ Nena, estás perdida/ Nena, estás perdida/ Nena, sos una causa perdida/ Estoy cansado de pelear/ Estoy cansado de pelear por una causa perdida”.
Sin embargo, la franqueza que puso en las canciones no se ha trasladado a su contacto con los medios: en algunas recientes entrevistas, Beck se muestra molesto de que le pregunten sobre su separación, como si no se diera cuenta de qué clase de material metió en Sea Changes. Un ejemplo:
–¿Hay una conexión entre los últimos eventos de tu vida privada y las canciones del disco?
–Mmmm... Es algo por lo que todo el mundo pasa. Esos momentos de separación, ya saben.
–Los oyentes asumirán naturalmente que algunas de estas canciones son sobre Leigh Limon. ¿Fueron escritas antes de que se separaran?
–Eh, un poco antes... Después, pero antes. No sé. (Sarcásticamente) Les voy a mandar las fechas. Las tengo escritas en mi almanaque, en casa.
–¿Ella escuchó las canciones?
–No. El disco todavía no salió.
–Ya sabemos. Lo que queremos conocer es si ustedes dos siguen en contacto.
–(Con frialdad) Eso no es asunto suyo. En otra oportunidad, sin destrabar el cerrojo, dio más explicaciones: “Cuando escribís una canción, pasás mucho tiempo intentando articular algo de determinado modo. No escribí el álbum como si fuera un libro. No lo hice como un documental. Es lo que es y la gente va a escucharlo por lo que es. Incluso cuando mi música es completamente tonta y payasesca, ése es sólo otro aspecto de mi personalidad. Una canción así debería no ser menos una extensión de mi vida y de dónde estoy parado que esas a las que se llaman ‘personales’. Es simplemente otra parte de mí. No creo que una sola cosa deba decir más sobre alguien que el resto. Cuando alguien llora, eso no es un mejor indicio sobre esa persona que cuando ríe. Son diferentes piezas”.
“Siempre me preguntan cómo reconcilio estos aspectos diferentes, pero, ¿cómo nos reconciliamos con nosotros mismos?”, continúa Beck. “Sólo se trata de que alguna gente elige mostrarle al mundo ciertas cosas. Conozco a algunos músicos cuyas canciones son increíblemente adustas y pesadas, y ellos son las personas más divertidas y despreocupadas. Veo contradicciones asombrosas en otros artistas y siempre me sorprende que esos aspectos de su personalidad no aparezcan en su música. Yo elegí dejarlos salir a la luz y no pongo ninguna excusa.”
Para cualquiera que conozca los discos indies de Beck editados post-Mellow Gold, las raíces folk del cantante no son ninguna sorpresa. “Es gracioso, cuando le puse este disco a mi hermano, él me dijo que sonaba como las cosas que yo hacía hace diez años, antes de ‘Loser’ y todo eso”, asegura Beck. “Mis comienzos fueron más en ese estilo de singer-songwriter confesional. El material que hacía era muy personal y emocional. Pero terminé dejando eso afuera en mis primeros discos para explorar e intentar diferentes disfraces musicales. No sé. Diez años se te escurren de las manos y entonces te das cuenta de que no has continuado ciertas cosas.”
El rubio no tiene problemas en admitir de dónde obtuvo la inspiración. “Hank Williams te hace sentir un montón con una total economía de palabras. Creo que en Sea Changes la idea fue escribir algunas canciones muy simples y directas”, explica. Pero, entonces, ¿es el trabajo más emotivo de Beck un simple chapuzón en un género, como lo hiciera con el funk en Midnite Vultures? ¿O será que pretende volver a enmascararse porque se descubrió demasiado expuesto? En las canciones, por lo pronto, también hay rastros del Bob Dylan pre-eléctrico, del primer Leonard Cohen y de Nick Drake (“Round the Bend” bien podría pasar por un inédito del inglés triste). En todos los casos, se trata de gente que supo convertir un corazón sangrante en tres minutos de música y palabras inolvidables. Beck demuestra estar a la altura de esa rara y gloriosa estirpe. “El arte es importante”, afirma. “Es simplemente un asunto de integridad. Alguna gente se siente satisfecha si tiene cinco autos de lujo. A mí me satisface un hermoso arreglo de cuerdas.”
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