“FANGO NEGRO”, TEATRO SOBRE RUEDAS
No sabés lo que me pasó en el bondi
POR JAVIER AGUIRRE
Nunca queda del todo claro qué es parte del espectáculo y qué no, y eso es lo mejor. Fango negro es una obra de teatro que transcurre a bordo de un colectivo –de los viejos Mercedes rechonchos, genéticamente anteriores a los vidriados y macristas modelos Plaza–, mientras da vueltas por el centro de Buenos Aires. Recién con el transcurso de la obra se va revelando quiénes son los actores (algunos, personajes bien histriónicos; otros, bien sutiles). Pero la aparición de espectadores entusiastas dispuestos a opinar y a participar termina por hacer que las fronteras del elenco sean difusas, y por eso muy divertidas. Así, hay como una obra “principal” –generalmente cómica, aunque por momentos dramática– que es interrumpida en fuego cruzado por las imprevistas “obras laterales”, con lo que la atención rebota de un lado a otro del bondi (aunque también, en medio del recorrido, el colectivo hace escala en un antro con tango en vivo, strip-tease y drag queen exultante incluidos). En todos los casos, la gran vedette es el coqueteo incierto entre realidad y ficción, también delicioso en las caras de los involuntarios testigos de fragmentos del espectáculo (transeúntes, automovilistas, turistas). Fango negro va por su quinta temporada y es dirigido por César Sambataro e interpretado por el grupo de teatro indie Clan-Destino, en el que sorprenden los personajes de Eliana Migliarini y Zulema Galperin, verdaderas caricaturas -multiclasistas– de humanos. Dato fundamental: ningún espectador es “obligado” a participar. Lo que es una gran noticia para los tímidos, pasivos y hoscos de siempre.