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Jueves, 12 de febrero de 2009

FUERTE APACHE Y LEEVA, HIP HOP ARGENTO DE ULTIMA GENERACION

Rimas cruzadas

Sus orígenes no podrían ser más diferentes: Leeva es hijo de Luis Alberto Spinetta y habitante del norte de Buenos Aires; los Fuerte Apache eligieron bautizarse con el nombre de su barrio. Sin embargo, sus discos aparecieron casi en simultáneo a través del mismo sello, que parece así apostar a ese tan postergado ascenso del hip hop local.

 Por Luis Paz

Si se considera que la naturaleza básica del hip hop es interpelar el barrio como ghetto, las mujeres, las riñas (de gallos y de las otras), la industria y las modas en estructuras líricas basadas en la rima sobre instrumentaciones minimalistas, bien podría decirse que José Larralde fue el primer rapero argentino. Pero si de ponerse purista se trata, aquella Vieja Escuela se ve reflejada hoy en los recientes Cuando C Abra Cada Palabra, de Leeva, y Estilo Monoblockero, de Fuerte Apache, la “gran cosa nueva” del género en la Argentina. No casualmente, en ambos discos aparecen aquellos elementos clásicos, pero con ciertos condimentos: mientras el debut solista de Valentino Leeva Spinetta retrata una lucha de una década por no claudicar en la escena, el primer disco de Fuerte Apache viene a plasmar en canciones una lucha eterna contra la muerte en el barrio.

Fuerte Apache y Belgrano, el anonimato y el apellido ilustre, el gangsta rap y el hip hop quedan así documentados en dos álbumes (publicados por el mismo sello, Pelo Music) que, además de confirmar el fortalecimiento de la escena en el nuevo milenio, presentan las particularidades de origen de estos artistas, diez años después de su entrega a la música.

–¿Cómo se siente tener discos oficiales en la calle?

Leeva: –En mi caso, estuve ausente de la industria alrededor de diez años. Mi último trabajo publicado fue en 1997 con Geo Ramma, después todos los materiales quedaron guardados. O sea que para mí editar un material solista es como empezar de nuevo y tener algo palpable para la gente. El disco es la pieza fundamental que hace que todo lo demás funcione.

F.A.: –Para nosotros es una alegría y la vivimos con la mejor. Estamos felices, después de diez años de tocar y grabarnos entre nosotros, de hacer todo a pulmón, de poder ahora tener un sello y sacar un disco. Es un paso obligado para crecer como artistas.

–¿Se escucharon entre sí?

Leeva: –Escuché el material de los pibes y está bueno, en varios aspectos es muy interesante que una banda como la de ellos esté accesible. Llevan el hip hop en la sangre, mantienen su forma de expresión y eso es muy piola. Y la producción del disco está muy bien.

F.A.: –Sí, la producción está buena. Por ahí hubo cosas en la mezcla con las que no estuvimos de acuerdo, pero es porque había cosas que no conocíamos porque nunca habíamos entrado a un estudio posta a mezclar profesionalmente y había cosas que nos resultaban chocantes. Y sobre Leeva, también nos parece que está bueno lo que hace, es distinto, más hip hop y lo nuestro es gangsta rap. Pero estamos sumando cultura.

Ciertamente, Cuando C Abra Cada Palabra tiene muchos más elementos bailables del hip hop clásico que Estilo Monoblockero, que incluye elementos melódicos tropicales pero es básicamente, desde la lírica, la postura en el fraseo y el sonido, gangsta rap. Aunque no sólo eso: “Nuestra música tiene tintes de cumbia y reggaetón porque el disco está pensado como un reflejo del barrio. Más allá de las letras, la música tiene que tener una identidad, y acá en los barrios bajos se escucha música rítmica: el reggaetón tiene los raps del hip hop o el raggamuffin, pero la rítmica de la cumbia y la salsa”, explican los Fuerte Apache Esteban, Massi y Patu (Picky estuvo ausente con aviso).

Como fieles reflejos sociales, según el estatuto del hip hop que convinieron sindicalistas históricos como Run DMC, Snoop Dog y Jazzy Mel (?), ambos discos presentan las realidades de sus hacedores. El álbum debut de Leeva, “aunque es bastante introspectivo, relata experiencias vividas o creadas a partir de una presentación en vivo, de adelantar temas o colaborando de invitado, de caminar las calles, subir a un bondi o ir a un boliche”, según su autor. El de F.A., en tanto, “es como un cuento sobre la vida en el monoblock, que no conoce el que no la vivió”.

–Si tuvieran que bajar lo que cuentan en canciones a una charla con alguien que jamás pisó una zona de monoblocks, ¿qué dirían?

F.A.: –Primero, que nadie nace para delinquir y menos genéticamente. En los monoblocks vos estás en lo tuyo y el otro en lo de él. Es vivir, dejar vivir y, sobre todo eso, sobrevivir, porque vos podés convivir con aquel, pero en un momento ése se pone a hacer cagadas y te puede joder. Fuerte Apache es familia, sólo la gente que vive ahí sabe lo que pasa, es como “de la puerta para adentro”. Se aprende a convivir, no es que yo soy malviviente y vos sos bueno y todos los días me tenés que dar 20 pesos. A la gente de monoblock no le interesa qué hagas. Sabe que si hacés cosas que no tenés que hacer, tarde o temprano vas a terminar mal. Pero mientras estés bien, todos contentos.

En cierto punto, el monoblock es, entonces, como la industria: te deja vivir y hacer música, mientras ella quiere y vive de otras músicas, pero al artista o monoblockero sin suerte comercial no le queda sino sobrevivir. Pero, ¿surgirán conflictos al entrar al juego? “Si no era tocando yo no existía, nadie me daba pelota”, expone Leeva. “Estuve ausente de la industria y los medios y no por una decisión mía sino ajena. El segundo disco de Geo Ramma fue considerado poco comercial y hoy lo escucho y todavía me parece re actual. Por eso, también, es una alegría sacar un disco y que a la gente le guste y que pegue en un sello. No hay reclamos, al contrario.”

Los de los monoblocks más conocidos del Oeste admiten que hacer la presentación del disco en el Roxy estuvo bárbaro y que se sintieron realizados, con la meta cumplida: “Costó una banda, diez años es un montón de tiempo, y a algunos les parecía contradictorio. Pero no a los del barrio sino a los de afuera. La gente que nos conoce y nos sigue en las villas y los barrios bajos no lo toman como que nos vendimos, en realidad se alegran por nosotros, que ahora tocamos donde tocan todos los músicos aunque hayamos salido de Fuerte Apache”.

–¿Existe efectivamente una hermandad del hip hop o es puro lugar común en la mente de los ajenos?

Leeva: –Se puede hablar de una cultura del hip hop nacional, hay una mayoría que tiende a eso, que tiene esa filosofía de seguir adelante como sea y no cambiar la esencia. No siempre hubo hermandad, de hecho eso llevó a que el hip hop no surgiera más fuerte a principios de los ‘90. Faltaba esa unión: se mataban o siempre había un prejuicio, diferentes filosofías, barrios y mentalidades. Hoy hay más unión, por eso la escena está creciendo más. Si no, se va a quedar en el ghetto, una lástima.

F.A.: –Nosotros no tenemos mucha relación con nadie, sacando a los chicos de Sindicato Argentino del Hip Hop. Claro que conocemos y sabemos quién es quién desde que esto empezó, porque son siempre las mismas cincuenta personas. Pero nos mantuvimos al margen porque sabíamos que desde la música hasta las letras, Fuerte Apache era algo totalmente distinto. No podríamos estar en contra del hip hop si hacemos rap, pero nos sentimos más parte de la cultura callejera argentina, no nos criamos pintando paredes ni bailando en el piso o rimando en la calle. La música nos sacó de la calle y de hacer cosas que uno no tenía que hacer.

–¿Se sintieron resistidos?

F.A.: –Muchos no quieren ver que la gente que es de un barrio puede hacer mejores cosas que alguien que tiene un título. Hay personas que ven a los del barrio como delincuentes porque se juntan en una esquina a tomar cerveza después de jugar al fútbol. No ven a cuatro pibes que salen adelante con la música, ven a cuatro delincuentes con micrófono. Les hubiese gustado que fuéramos alguno de los que murió con una pistola en la mano. Pero tenemos micrófonos y nuestras balas son las palabras.

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Imagen: VERA ROSEMBERG
 
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