GO-NEKO, MUTANTES INSTRUMENTALES
› Por Julia González
Antes, en los shows de Go-Neko había un doctor arriba del escenario haciéndoles compañía, como para suplir la falta de cantante. Pero ojo, en el mundo de Go-Neko, un doctor es un muñeco de madera tamaño natural, vestido con un delantal blanco que, en sus fantasías, tranquilamente venía del laboratorio en el que estos “cinco gatos” (eso significa el nombre de la banda en japonés) se encerraban a componer. Allí flasheaban el sonido, que desde el vamos tenía que ser atractivo porque la banda siempre se pensó instrumental. Lo del laboratorio también lo trasladaron a la tapa de su primer EP epónimo: se ve a dos científicos de espaldas, metiendo mano a los experimentos. Con el paso del tiempo y de las presentaciones en vivo, el doctor pasó a mejor vida y lo reemplazó un monstruo, una especie de mutante, también de madera, que lleva por ojos un par de luces rojas y a veces hasta es más importante que los mismos integrantes. “El doctor era nuestro creador, era como el que cantaba, pero después perdió protagonismo y se fue cada vez más para atrás”, cuenta Tom (batería). Mariano (bajo) dice que alguna vez tocó abajo del escenario porque el muñeco ocupaba su lugar. “O peor, tuviste que irte en colectivo porque no entrabas en el auto con el muñeco”, suelta Pipe (teclados), y los cinco largan una carcajada sincronizada con las bocas llenas de facturas. Eso sí, el monstruo cada vez está peor porque, además de que los Go-Neko se violentan y lo revolean al terminar algún show, el público también le pega. “Eso ya es cualquiera”, coinciden los músicos.
El primer álbum del quinteto, Una especie de mutante, editado por Laptra Discos, salió a mediados del año pasado y es el producto final de más de un año de grabaciones y producción. “Al principio no estábamos muy conformes, pero después empezamos a darle la forma para que quedara como queríamos”, dice Peta (guitarra). “Tratamos de crear el sonido. Al producirlo nosotros, pudimos tomarnos más tiempo.” Esa exploración del sonido los llevó al clima que generan tanto en el disco como en vivo, donde ponen énfasis en las dinámicas de la transición de la canción. “Lo importante es cómo baja y cómo sube”, afirma Pipe. Si bien se trata de rock espacial, Go-Neko no zapa, ni improvisa. Tampoco desempolva el virtuosismo de cada integrante en vivo, tan típico de la música sin voces. Las canciones nacen de la estructura clásica, aunque también tienen ese vuelo que no surge de casualidad sino de una búsqueda sonora en pos de viajar a la Luna. “Nos gusta el efecto que da la música instrumental; además no hay música instrumental en el rock”, se queja Manu (guitarra). “Queremos lograr que nos escuchen y que no nos digan que falta un cantante.”
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