Teniendo en cuenta que hace apenas unas semanas los Ratatat, un dúo neoyorquino de electro-rock, revelaron al NO su gusto y admiración por Leo Dan y Piero, no debería asombrar tanto que en una iglesia de un pueblo perdido de México, un chico cantara a capella Yo tengo fe de Palito Ortega. Después de todo, tanto Palito como Leo Dan (no tanto Piero) aún mantienen cierto predicamento en América latina. Pero lo concreto es que aquella escena en la iglesia realmente ocurrió. Y los integrantes de Soundblazter –electro-rockers como los Ratatat, pero esencialmente latinos como cualquier otra banda argentina en tierra azteca– no pudieron menos que alegrarse ante la situación, y tomar la curiosa presencia autoral del ex Club del Clan como lo que finalmente fue: una señal de buen augurio.

“La verdad, la pasamos muy bien. Fue una experiencia muy positiva”, le cuentan al NO, una vez regresados de la maratónica gira que los llevó por lugares como Cholula, Jalapa, Aguas Calientes y Cuernavaca, además del DF, Veracruz y Monterrey. “El trato con la gente fue muy bueno. En general había una predisposición del público a escuchar cosas nuevas”, dicen, todavía animados. “El intercambio con las bandas fue copado. Todas tuvieron la mejor onda y muchas sonaban bárbaro”, cuentan sobre Aerofon, Dixy Bait y Xombie Lechuga, entre otros créditos locales.

Y es que el vínculo de Sonundblazter con México es fuerte: su último disco, El Alborada, de 2007, fue editado por Soc Sub, un sello azteca de buena sintonía con el electroclash y el sample-collage que practican desde hace más de diez años. “La principal diferencia entre la escena under de México y la de acá está en el trato con los dueños de los lugares”, detallan cuando se les pide una comparación. “Allá te cubren el hotel, los viáticos y te ponen un sonidista que no le da lo mismo si la banda suena mal o bien. Acá, en cambio, muchas veces te hacen sentir que te están haciendo un favor y ni las gracias te dan.”

Los Soundblazter –que integran Cristian en voz, Nahuel en bajo, Pablo en batería y Pedro en teclados– son una rara avis en la escena electro-rock local: surgidos en Lomas de Zamora, nunca les preocupó posicionarse en el selecto ambiente de Capital, ya fueran sus fiestas, sus medios de difusión o sus cadenas de favores. Por el contrario, su actitud entre artesanal y displicente (muchos hablan de “tecno-villa” para referirse a su música) los acercó a colectivos como Triple RRR o a bandas amigas como Falso Primer Ministro y Tenista, por más que en el plano musical la relación no fuera tan evidente. “No es una bandera ni un gueto decir que somos del conurbano, es la pura verdad. Desde el corazón”, explicaron hace un tiempo. Y la gira por México muestra que, al menos en el último tiempo, ganas de abrirse al mundo no les faltan.