Jueves, 16 de abril de 2009 | Hoy
BLACK KIDS GANA TERRENO EN EL REINO UNIDO
¿Lo qué? Desde Florida, la banda explota una mezcla de synth pop ochentoso condimentado con indie pop de los ’90, y todo con un claro objetivo: la pista de baile. El disco, por ahora sólo downlodeable, se llama Partie Traumatic.
Por Roque Casciero
Pocos títulos anticipan tan certeramente el contenido de un disco como el del debut de los Black Kids: Partie Traumatic. Sí, la fiesta puede ser un drama para este quinteto de Jacksonville, Florida, que explotó el año pasado en el Reino Unido, pero que sigue en la categoría indie en su propio terruño. Un trauma acorde con la edad de los veintipico de los integrantes del grupo, se entiende: ambigüedad de género en las letras (“Sos la chica con la que soñé desde que era una niña”), búsqueda del balance entre una crianza religiosa y los placeres terrenales al alcance de la mano (“Escuchá a tu cuerpo esta noche, va a tratarte bien”), corazones rotos (“No voy a enseñarle a tu novio a bailar con vos”) y soledad (“Es viernes a la noche y no tengo a nadie, ¿para qué querría hacer la cama?”).
Todo envasado en un irresistible cóctel de synth pop ‘80 condimentado con indie pop ‘90, como en un improbable mashup entre New Order y Papas Fritas, con un claro objetivo a la vista: la pista de baile. “Me gustaba mucho la canción The Way you Walk (de Papas Fritas) y obviamente todos nosotros amamos a New Order, así que tomo esa comparación como un elogio”, le dice al NO Kevin Snow, batero del grupo. “Nos gusta describir a nuestra música como pop obsceno (risas). Buscamos crear cierta tensión entre letras oscuras sobre corazones rotos, mezcladas con una música que te provoca ganas de bailar. Uno de nuestros objetivos era hacer un disco en el que casi todos los tracks sirvieran para la pista de baile y creo que lo logramos. Vamos a tener otros objetivos para el próximo disco, aunque todavía no estoy seguro de cuáles serán”, se ríe.
Para eso habrá tiempo: los Black Kids están por emprender su primera gira importante por Estados Unidos. “Fue extraño volver de Inglaterra, donde nuestras canciones ya son parte del pop, y que en nuestro país no nos conociera casi nadie. Por eso queremos salir a mostrar lo que hacemos, para que se corra la voz”, explica Snow, a quien le resulta bastante lógico que hayan tenido éxito primero del otro lado del Atlántico. “En el Reino Unido parecen ponerse al día más rápido con la música nueva que en Estados Unidos. La BBC siempre les da un empujón a las bandas nuevas, entonces se hace más fácil.” Fue en el mítico festival de Glastonbury donde los Black Kids tocaron ante más público, por ejemplo, y en Reading/Leeds donde se sintieron mejor recibidos. “Es grandioso poder viajar por el mundo, estamos pasándolo demasiado bien”, reconoce el batero entre sonrisas. El plural incluye al cantante y guitarrista Reggie Youngblood (con unos agudos muy a la Robert Smith), el bajista Owen Holmes, y las tecladistas y cantantes Dawn Watley y Ali Youngblood (hermana del vocalista).
–Reggie, que escribe las letras, dijo en una entrevista que el disco (que, lamentablemente, no tiene edición argentina) era como salir una noche en Jacksonville. ¿Estás de acuerdo?
–Sí, porque hay mucho en el disco que viene de nuestras experiencias nocturnas en Jacksonville, de salir a bailar, tratar de impresionar a las chicas y volver con el corazón roto. De todos modos, no puedo ser imparcial porque cuando escucho el disco me recuerda directamente eso.
–Pero, ¿tiene una relación directa con la ciudad?
–Nuestra comunidad es muy pequeña, pero es un lugar copado para vivir: los chicos de Jacksonville pueden salir a bailar más que la mayoría de los de Nueva York, donde creo que es ilegal para los menores.
–Los varones de la banda se conocieron en una iglesia cristiana. ¿Cómo fue que pasaron de esa adolescencia religiosa a este presente?
–Fue algo gradual. Nos criamos en la iglesia, así que naturalmente nos integramos con los mayores de nuestra comunidad; pero cuando empezamos a ir a la universidad nos apartamos de eso. Estuvimos expuestos a cosas diferentes que nunca habíamos visto antes, vivimos en otra parte de la ciudad, hicimos nuevos amigos: todo eso influyó. De todos modos, fue una progresión natural.
–Esa crianza, ¿tiene algo de influencia en su música y en el modo en que ven la vida hoy?
–Bueno, definitivamente tuvo que ver con quiénes somos hoy, no porque ahora creamos en las mismas cosas a las que suscribe la religión, pero influyó en nuestra visión del mundo. Supongo que muchos de los impedimentos de la iglesia, como salir a bailar o tener sexo, de algún modo influyeron, porque después nos vimos expuestos a eso.
–Y dijeron: ¡por fin!
–¡Exacto! Fue extraño, igual. Pensá que nuestras primeras citas, por ejemplo, fueron cuando éramos bastante grandes, más que la mayoría de los chicos que tienen su primera cita.
–Vos tocaste en varias bandas durante casi una década. ¿Te sorprendió la reacción inmediata que causaron los Black Kids?
–Un poco. Fue extraño porque habíamos tratado de que sucediera durante años, antes de los Black Kids, y con esta banda todo pasó enseguida. Sí, digamos que nos tomó por sorpresa. Lo extraño es que con las bandas anteriores le pusimos mucho empeño a tener éxito, pero nunca pasó nada. Cuando armamos Black Kids ya estábamos cansados de intentarlo, así que nos propusimos relajarnos y divertirnos, y fue el momento en el que nos pasó todo.
–Pero, ¿había algo en la dinámica de la banda que les diera pistas de que la cosa podía funcionar?
–No sé, aunque sí se sentía diferente a nuestras bandas anteriores. Por ejemplo, era la primera vez que tocábamos con chicas. Pero, así y todo, no nos esperábamos el éxito.
–Hicieron su primer EP Wizard of Ahhhs y luego el disco con el guitarrista Bernard Butler como productor. ¿Fue porque eran fans de Suede?
–Sí, éramos fans de Suede y de otras bandas del brit pop. La idea de trabajar con él fue de nuestro manager y de inmediato nos encantó. Cuando lo conocimos, nos dimos cuenta de que todo iba a funcionar bien. Nosotros tratábamos de mezclar sonidos distintos, como el de las bandas de guitarra y el de los girl groups, y Bernard lo captó enseguida y lo hizo funcionar.
–¿Por qué decidieron regalar Wizard...?
–Esa fue una decisión inteligente, porque si nadie sabía quiénes éramos, ¿por qué iba alguien a comprar nuestro EP? Entonces decidimos regalarlo para que la gente lo escuchara y se corriera la voz.
–¿En algún momento les costó manejar las expectativas que había creado ese EP?
–No sé, no pensamos demasiado en eso. La mayor presión nos la pusimos nosotros mismos, porque queríamos hacer un buen disco y convertirnos en una mejor banda en vivo. Y creo que lo conseguimos.
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