Jueves, 16 de abril de 2009 | Hoy
BUENOS AIRES KARMA
Del dengueano Oeste –con la venia desinteresada de Ricardo Mollo–, los BAK acaban de editar Terrícolas, con un sonido rockero sórdido y furioso.
Por Daniel Jimenez
En agosto de 2004, este cronista se encontraba en la quinta que los Divididos tienen en el Oeste del conurbano (más precisamente en Parque Leloir), en ocasión de entrevistar a Ricardo Mollo, a pocos días de que Catriel Ciavarella ingresara a la aplanadora en reemplazo de Jorge Araujo. “¿Qué banda nueva escuché y me gustó mucho? Buenos Aires Karma. Esos chicos son muy buenos... lástima que canten en inglés”, confesaba Ricardo, hombre poco afecto al elogio fácil.
Cinco años después, los cuatro Buenos Aires Karma –Emanuel Sáez, guitarra y voz; Pablo Passano, guitarra y voz; Juan Carlos Ruiz, batería; y Gregorio Martínez, bajo– se bajan unos tostados en un bar de Castelar. Mollo nunca produjo a los Karma y tampoco los recomendó a una compañía, pero les tiró una señal que los cuatro entendieron perfectamente: acá hay algo. “En 2003, cuando grabamos nuestro primer EP, que fue el que escuchó Ricardo, no teníamos experiencia en grabación. Pero, al parecer, ese material lo flasheó y nos tiró buena onda. Creo que ahí nos dimos cuenta del potencial que teníamos; pero como éramos más pendejos lo grabamos todo así nomás, aunque a mucha gente le gustó”, dice con orgullo Emanuel. “Somos pacientes y metódicos”, agrega Pablo, la pata hinduista de BAK.
“Hay bandas que se desesperan y en tres años tienen que tener todo resuelto, y para nosotros no es así. La idea es hacer música, cada vez mejor, y progresar en la composición.” Y como toda buena historia, el componente bizarro dice presente: “En ese tiempo también grabamos otro EP de cinco temas que nunca editamos y que era una mezcla de rock barrial y glam rock. Aquellas canciones las grabamos con una portaestudio digital que nos prestó Guillermo Vilas a través del papá de Ema (Julio Sáez, guitarrista y compositor de Plus y Taxi, hombre de confianza del Indio Solari, alguna vez integrante de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado). Sería muy largo de explicar, pero podés poner que de alguna manera Willy estuvo en nuestro inicio”.
El ahora de Buenos Aires Karma no tiene destino de estadios, pero para un grupo que recién asoma su cabeza desde Ituzaingó, y que lucha contra la falta de difusión y un mercado cada vez más chico, es mejor de lo que ellos imaginaban: acaban de lanzar Terrícolas, un poderoso disco de diez canciones de rock de guitarras espesas y oscuras, hijas de la densidad nerviosa de Alice in Chains y Soundgarden, producido por Martín Carrizo, levantaron el pasado fin de semana un Niceto ante 400 personas –junto a sus coterráneos de Yicos y Planta–, y a fines de mayo se van de gira con los Natas.
“Tuvimos veinte días para grabar todo porque Martín estaba muy ajustado con su agenda y lo teníamos que hacer rápido. Al final quedó buenísimo porque fue muy orgánico y muy crudo, sin meterle ninguna máquina; no es Nevermind, pero es el disco de una banda de rock al palo”, cuenta Emanuel.
La prehistoria de Buenos Aires Karma dice que en el comienzo fue el inglés. Con la misma formación editaron luego de su debut un segundo mini álbum (Nadie respira por vos, 2005) y un tercero –sacando provecho de la ductilidad armónica de los cantantes– con versiones acústicas (The Wonderland Sessions, 2006). Todos en inglés. Hasta que llegó Carrizo y las cosas empezaron a transformarse, como quería Mollo. Gregorio planta bandera: “Ahora nos sentimos cómodos con el español, aunque el próximo disco tal vez lo grabemos en castellano y en inglés”.
Buenos Aires Karma promedia los 27 años y una carrera en el under que no comenzó con sus primeros shows como proyecto establecido a inicios de esta década sino en el secundario. Su primer concierto lo dieron sin Gregorio (el bajista en ese momento era su hermano mayor) a los quince años en una fiesta de la escuela. El repertorio incluía Ratones Paranoicos, La Renga, Sumo y sólo dos composiciones propias. Se guardaron dos años entre 1999 y 2001 para darle forma a la criatura. Esquivaron la tentación de salir a rockear y perfeccionaron su sonido hasta que decidieron que ya era hora de pisar los escenarios y lo hicieron como Underglam. Ema, Pablo y Carlos tenían 18 y Goyo 15. ¿Qué sucedió entre los Ratones y el rock oscuro y heterodoxo que hoy profesan? Habla el pequeño Sáez: “Estábamos descubriendo mucha música y eso nos hizo abrir la mente. Tal vez la primera etapa era más industrial y había más temas instrumentales, no como ahora, que tal vez haya más canciones. La culpa la tienen el hermano y el primo de Gregorio, que nos quemaron la bocha” (risas).
Pero ellos saben que hacer pie en el rock argentino no es tarea fácil. “Hace poco fuimos a tocar a General Rodríguez, al costado de la vía, para cuarenta personas. Cuando llegamos había un tipo haciendo karaoke de Palito Ortega y un inflable con chicos jugando; un bajón, pero fuimos igual”, cuenta Carlos. “Si hay un evento, tenés que ir a volantear; si hay un concierto, tenés que ir a volantear, a estar presente para que se conozca tu banda. Lo mismo acá en el Oeste. Nosotros armamos fiestas en nuestra casa y cae gente que por ahí te vio tocar y que se mandó, pero es un trabajo que lleva tiempo”, reconoce Passano. “Acá tenés que cuidarte, ensayar, estar bien y prepararte para un mercado que no te da ni bola. En Europa te hacen videos, te preparan una gira; acá en muchos lugares ni siquiera hay equipos para tocar y las compañías esperan que metas mil personas o que entregues el orto para que te consideren. Nosotros queremos mostrar lo que hacemos y, fundamentalmente, mostrar nuestro vivo, que es un show contundente de rock. Hay bandas como No Lo Soporto que aparecen en los diarios y cuando las ves en vivo no pasa nada, y no queremos eso. Aspiramos a tocar cada día con mejores bandas y salir del barrio, sin ser un producto que un medio te mete en los oídos a la fuerza.”
Las performances de Buenos Aires Karma, además de ser poderosas entregas de adrenalina, son cambiantes. Desde aquellas noches de desmadre de 2005, cuando explotaban con maquillaje corrido Locomondo en Ramos Mejía ente 50 efusivos fanáticos, hasta la presentación reciente de Terrícolas en el Teatro Antesala lookeados como guerreros tribales, ellos manejan su tiempo y espacio. Por eso no llamó la atención que se unieran al beat multicolor de Yicos y la cadencia combativa de Planta para la fecha de Niceto.
Terrícolas fue editado de manera independiente por Buenos Aires Karma y la distribución, uno de los principales obstáculos de los artistas independientes, está a cargo de DBN. Un plan que, como reconoce Emanuel, “ayuda pero no te cambia la vida, porque la tenemos que seguir remando, y los shows sirven para eso. Nuestra meta es artística y no nos desesperamos por llevar mucha gente, ni tener guita, ni chicas, ni drogas, sino que se trata de un proyecto artístico serio”, apunta el bajista. Y remata: “Las chicas y las drogas ya estaban en el colegio; entonces, ¿para qué armar una banda para tenerlas?”.
* Buenos Aires Karma presentará Terrícolas oficialmente en el Oeste el sábado 18 de abril a las 22 en Santana Bar, Presidente Perón 414, Ramos Mejía. Más información enwww.myspace.com/buenosaireskarma
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