Jue 23.04.2009
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EL ESTRENO DE IRON MAIDEN: FLIGHT 666

Vuelta al mundo

El film muestra a los integrantes de la banda recorriendo el mundo en su avión privado, piloteado por el propio Bruce Dickinson.

› Por Mariano Blejman

¿Qué hace una estrella del heavy metal internacional durante su gira mundial? O, para ser más específico: ¿qué hace Iron Maiden cuando viaja por el planeta en avión propio? Nada demasiado heavy, a decir verdad. Las imágenes que muestran Iron Maiden, Flight 666 de Sam Dunn y Scott McFadyen, flamante estreno que incluye el debut del cine digital transmitido a distancia en el país, llenan la panza del heavy planetario –-el registro de la gira Somewhere Back in Time, que incluyó a Buenos Aires en 2008–, y muestra la lujosa intimidad de la banda –que al mando de Bruce Dickinson, ¡piloto del Ed Force One que los lleva por el mundo!– de una manera que el rock local jamás podría soportar. El glamour burgués de estos cincuentones para sesentones sería demasiado encarnado en un Iorio o un Giardino. Por varios motivos, Flight 666 viene confirmar una sospecha que teníamos por estas pampas: que el heavy metal del corazón del imperio británico era algo bastante diferente a la manera en que esto se consumió en la Argentina. La misma idea había quedado plasmada en el anterior trabajo de Dunn y McFadyen llamado Global Metal (que como Metal: Headbanger’s Journey pasaron por el Bafici, en años anteriores), que el heavy metal tomó diversas interpretaciones alrededor del mundo. En la Argentina formó parte de la liberación de la post-dictadura, las camperas de cuero, los pelos largos y las tachas en las muñequeras, además de la furia contenida por tantos años de represión, que eran motivos más que suficientes para quedar atrapados por la policía. Sin embargo, la revolución heavy argenta era (es), en verdad, profundamente conservadora. Y mucho más conservadora es en el mundo anglosajón. Volvamos a la película: el espectacular merodeo de la banda (que hace 70 mil kilómetros alrededor del mundo para realizar 23 conciertos en 45 días) muestra que, en sus tiempos libres, Dickinson y los suyos tiene gustos y costumbres que distan bastante de lo que la iconografía rockera en el mundo ha sabido construir: no hay sexo, ni drogas, ni rocanrol. Ni siquiera la intención de suspender el show por parte de las autoridades en uno de los países se responde con satanismo: “Es sólo un show de música”, se defienden. Los Maiden se permiten hacer tremenda gira sin un solo check in, juegan al golf (y ojo con que uno de sus integrantes se lastime una mano porque la gira se puede cancelar), están con su familia. Apenas eso. La acumulación de capital en décadas de heavy rotation muestra, además, que la manera en que la película se distribuye no desentona en nada con las mayores preocupaciones de la derecha heavy/rockera: la transmisión digital enviada de manera codificada desde algún oscuro rincón del mundo de las distribuciones, para evitar la descarga ilegal. No por nada Lars Ullrich de Metallica –embanderado contra Napster a mediado de los ‘90– habla maravillas de la banda. Iron Maiden es una increíble corporación millonaria... ¡Musicalmente impecable! ¡Artísticamente notable! La metáfora del cantante-piloto no podría ser más perfecta: la horda de duros desplazados encontró una representación que entabla una relación patológica: les perdonan a sus iconos aquello que dicen odiar en todos los demás.

* Iron Maiden: Flight 666 se dará el viernes 24 y el sábado 25 a las 22.30 y a la 1 am en Showcase Cinemas, Córdoba, Norte, Belgrano y Rosario.

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