Jueves, 30 de abril de 2009 | Hoy
LOS PRIMEROS TRABAJOS NUEVOS
La primera vez que fichás, la primera vez que añorás esas tardes sentado al fondo del aula, la primera vez que la palabra “jefe” te produce escozor. ¿Qué vas a ser cuando seas grande? El NO lamenta aguarte la fiesta: ya sos grande. Feliz 1º de Mayo para los nuevos trabajadores.
Por Luis Paz y Mario Yannoulas
Terminar el colegio. Trabajar. Es la secuencia que se espera de la mayoría de los “jóvenes”. Ya lo dijo John Lennon en Working class heroe (héroe de la clase trabajadora): “Después de haberte torturado y asustado durante veintipico de años, esperan que elijas una carrera. Cuando no funciona, estás muy lleno de miedo”. Llegó el momento en el que el famoso “¿Qué vas a hacer cuando seas grande?” empieza a corporizar. El primer laburo: un trance que, de alguna manera, deja huella. ¿Existen nuevas formas de empezar a trabajar? La respuesta, casi obvia, es que sí.
Las nuevas generaciones son herederas de lo que dejó la década del ‘90, junto con el crecimiento económico de los últimos años: flexibilización mediante, la situación de cualquier trabajador no es mucho mejor, al tiempo que la brecha social no disminuyó. “La situación para los jóvenes es muy parecida desde hace años. Aquellos con edad para determinados trabajos no cuentan con la experiencia exigida, y los que tienen la experiencia ya no tienen edad. Esto, sumado a un contexto de crisis económica, resulta desalentador para nuestra generación”, aportan Mariana y Laura Lacabe, creadoras de una consultora de modas online. Después de visitar el terreno, el NO entendió que los nuevos primeros trabajos más o menos potables suelen estar reservados para gente de un determinado nivel socioeconómico. Si alguna vez la seño te dijo que a los 25 ya tenías que saber inglés y computación y vos no le diste bola, por ahí ahora te estés agarrando la cabeza: haber aprendido algo de inglés y contar con Internet en casa pueden darte ventajas para descubrir las novedades. Pero tampoco tanto. Mientras, a las clases un poco más bajas que las medias les toca siempre el mismo número: reponen en súper, hacen caja en un Mac, recogen basura, playean en estaciones de GNC, y así.
Algunos de los nuevos primeros trabajos se vinculan con la posibilidad de los países desarrollados de encontrar mano de obra más barata, aunque algo calificada, por estos suelos; otros, con la cintura de los pibes para armar su negocito lejos de cualquier patrón, más al estilo pyme.
El primer trabajo: la primera vez que fichás, la primera vez que añorás esas tardes sentado al fondo, tirándole bollos de papel al de la otra punta del aula, la primera vez que te preguntás seriamente por qué no se habrán cumplido los vaticinios de Marx (el día que triunfe la dictadura del proletariado), la primera vez que la palabra “jefe” te produce escozor, y tantas otras cosas más. Porque por más que ni te des cuenta, esa primera vez implica un duelo interno. La cuestión es ver cómo estas siete nuevas especies lo atraviesan. Después no digas que no te avisamos: si de nuevos primeros trabajos se trata, cuando el mercado laboral expulsa los métodos habituales, las opciones son agudizar el ingenio.
Carola Cantini (22, diseñadora) se pasó cinco años juntando ropa de abuelas, bisabuelas y madres propias y ajenas. Las eligió, arregló y metió en un placard. Terminaron siendo cuatro roperos repletos y el consecuente aviso de la madre: “O lo vendés, o lo dono”. Carola, que no tenía trabajo formal para bancarse la carrera, mangueó el garaje familiar para vender su colección. En paralelo, y con los ingresos de estas ventas, creó su propia marca de indumentaria –CantiniWeise, en sociedad con la diseñadora boliviana Ericka Suárez Weise–, participó de proyectos de diseño experimental y diseñó imagen para bandas.
Recursos Humanos: Carola atiende la feria, produce las fotos y spamea. Horacio Michalik hace las fotos para Estudio Pánico.
Recursos Materiales: Percheros con más de 200 prendas de las últimas cinco décadas; accesorios consecuentes, de guantes a zapatos. “Todas las prendas son nuevas o con mínimo uso, pero restauradas a nuevas”.
Inversión inicial: 150 pesos en percheros y bolsas de papel madera.
Vida útil: “Mientras siga teniendo tanta ropa para vender, Venta de Garash puede seguir existiendo. Siempre y cuando los clientes sigan interesados en la ropa antigua y original”.
La consigna: “En tiempo de crisis, acerco a la gente una posibilidad de tener prendas únicas y de calidad a un precio súper accesible”.
Lo bueno: “Tengo decisión sobre todo, manejo mis tiempos de trabajo”.
Lo malo: “A fin de mes, nunca tenés asegurado cuánto vas a ganar”.
Ayelén Arana (19) fue Au Pair. En criollo, una niñera de lujo en los Estados Unidos, como parte de un programa de intercambio por un año para trabajar y estudiar allá, a aguantarle los pibes a una típica familia feliz yanqui a la que le sobran habitaciones en su casa en las afueras de Nueva Jersey. El laburo incluyó techo, comida y paciencia. Pero tuvo créditos por estudios y le dieron 500 verdes para que estudie lo que quisiera, además del sueldo, por supuesto. ¿Cómo se consigue? Tenés que haber terminado el secundario, contar experiencia en cuidado de chicos de doscientas horas comprobables (vale haber cuidado a un sobrinito), nivel intermedio de inglés y licencia de conducir, porque te ponen un tutú para que vayas a buscar al nene al colegio. Sí. Es genial. Acá no se consigue.
Recursos Humanos: Uno mismo. Y mejor si ese uno mismo es nena porque “la gente allá está acostumbrada a que vayan chicas”. Si no fumás, aún mejor.
Recursos Materiales: Aquí lo más maravilloso ¡ninguno!
Inversión inicial: Lo que tus viejos hayan gastado en que aprendieras inglés. Y el cursito para poder manejar, claro.
Vida útil: Aproximadamente un año. Pero cada vez son más: “El trabajo se expande, ahora estoy en Cultural Care, donde recibimos los datos de los futuros Au Pair, los entrevistamos y los conectamos con una familia de allá”.
La consigna: “Si te molesta que no sean de tu misma religión, raza, la cantidad de chicos y edades, podés aclarar adónde te gustaría ir”.
Lo bueno: “Volvés bilingüe y conocés otras culturas de todo el mundo”.
Lo malo: “No es obligación de la familia darte un auto”.
Tratándose de las hermanas Laura y Mariana Lacabe Pisera (25 y 23) y su amigo Diego Sánchez Bruno (23), nunca faltaba la ocasión en que, en una eventual fiesta, un concurrido recital o una lejana playa, alguien les preguntara si tenían algo que ver con el mundo de la moda. A la nonagésima vez, decidieron que no podían seguir fuera de la industria. El trío ciudaviteco rompió los chanchitos y armó una consultora de modas integral que labura fuertemente lo online. Ahora, además de pasión desmedida, su hobbie tiene forma de pyme. Rentable y todo.
Recursos Humanos La intelectual: Laura, profesora de inglés y licenciando en Economía, investigadora en Economía de Modas. La artista: Mariana, licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales, diseñadora de vestuario y estudiante de Dirección de Arte. El salesman: Diego, futuro publicista, residente de la lejana Iberia.
Recursos Materiales: “La computadora es nuestra mejor amiga. Además, contamos con dos cámaras de fotos y mucho vestuario propio”.
Inversión inicial: Cinco lucas para posting, dominio, cámaras de fotos digitales, laptops, tarjetas personales y un cactus para la oficina.
Vida útil: “Si bien la industria está atravesando un boom, creemos que nunca dejará de tener un lugar principal en la escena”.
La consigna: “Muchas personas, cada vez más, buscan información actualizada e internacional sobre moda. Nosotros intentamos dársela”.
Lo bueno: “Nos conocemos mucho, comúnmente estamos sincronizados y confiamos en el criterio del otro. Además, manejamos nuestros tiempos”.
Lo malo: “No es fácil trabajar con bajo presupuesto y obtener un producto final de calidad”, admiten Laura y Mariana.
Mario Kocik (28) terminó el curso inicial de barman esperanzado de un ascenso en el bar en donde trabajaba. Nunca sucedió. Mario renunció, empezó a colaborar en eventos en hoteles, pero nada le era sustentable. Entonces se le sumó Mariela Vázquez (26), que vendía pastas en el barrio y empezaba a capacitarse en Gastronomía. Y armaron en 2005 un servicio ofreciendo pizza party. Sumaron alquiler de choperas. Luego, pastas, cazuelas, DJ, shows y karaoke, todo en uno. Hoy, Cuba Libre Fiestas es una empresa de servicios de fiestas informales. O sea: trabajan donde vos te divertís.
Recursos Humanos: Depende de la cantidad y el tamaño de las fiestas. En temporada alta, de doce a quince amigos, familiares y compañeros.
Recursos Materiales: Cuatro hornos dando una capacidad de trabajo de trescientas personas, dos barras, tres choperas y equipamiento gastronómico. Pero arrancaron con una barra chica y una licuadora prestada.
Inversión inicial: “Una barra, una coctelera y algunos elementos básicos, unos 500 pesos. El resto se fue comprando de a poco”.
Vida útil: “Es sustentable, pero es necesario renovarse con las nuevas tendencias del mercado, mutar y expandirse”.
La consigna: “La filosofía de contratación es que no se necesita experiencia, sino actitud para aprender y colaborar”.
Lo bueno: “La independencia en las decisiones”.
Alejo Mancke ya es project manager, algo así como el jefe. Aníbal Berisso ya es coordinador de los gametesters, algo así como el ortiba. Pero a no caer en el lugar común, que son gente simpática. Y tienen la camiseta repuesta. La casaca es la de Globant, una empresa local que desde hace menos de un año se dedica a probar software (jugar, bah) para Electronic Arts, el gran monstruo global del entretenimiento en consolas, PC y vaya a saber uno qué formatos usa en el futuro (¿cascos?). El mercado crece a nivel internacional para experimentados en el vicio de los fichines y compañía. Lo más pesado del laburo está en detectar problemas gráficos, en la historia, la inteligencia artificial, el diseño o los gráficos... estresante.
Recursos Humanos: Uno mismo. Y mejor si ese uno mismo tiene “capacidad de análisis para revisar un juego, buen inglés” y tarjetas de Sacoa almacenadas en el cajón de la mesa de luz. Globant comenzó con quince personas y ya son cerca de 250. Van por las 400.
Recursos Materiales: Obra social que cubra artritis por exposición prolongada a los joysticks, colirio y no mucho más.
Inversión inicial: Haberse quedado madrugadas enteras armando campañas en Warcraft no tiene precio.
Vida útil: “Acá se aprende mucho cómo es el desarrollo de una empresa, cómo trabajar organizados en grupos. Se enseñan muchas cosas que los chicos no saben porque es su primer trabajo. Esto los capacita”.
La consigna: “Los juegos van ocupando un lugar cada vez más importante en la vida diaria de muchas personas. Ayudamos en eso”.
Lo bueno: ¿Un carnicero se pone a desgrasar chinchulines en su hora de almuerzo? No. Pues estos muchachos tienen horarios de dispersión, de esparcimiento, donde juegan a la PlayStation 3 y al ping pong.
Lo malo: El bruxismo.
Hace seis años, Min hizo una fiesta para cien amigos y conocidos. Le salió bien, largó una serie de fiestas y las publicitó. Pero era el ocaso de 2003 y, un año después, las fiestas pasaron a la clandestinidad como coletazo de Cromañón. Metió bandas a tocar en esos festejos, cinco años antes que cualquier otro (Azafata, D-Champions). Cada fin de semana, realiza ahora al menos una fiesta para más de medio millar de personas, todo legal. Por allí se lo ve, con un flequillo beatle que acerca su orientalidad a la de Sean Lennon, sacando fotos, despachando vinos, publicitando sus fiestas.
Recursos Humanos: Al principio, sólo Min, 28 años, pinchadiscos y productor de eventos. Ahora, portero, DJ, seguridad y hasta barman.
Recursos Materiales: “Lo más importante son las herramientas de difusión, la computadora es clave, así como invertir en gráfica”.
Inversión inicial: “La primera fiesta salió casi cero pesos, pero fue un trabajo humano muy grande”.
Vida útil: “Hay que saber mantenerlo, porque podés armar un producto pero siempre hay un límite, la gente se puede cansar”.
La consigna: “La gente estaba cansada de los boliches clásicos, así que el concepto de la fiesta pegó mucho cuando comencé el proyecto”.
Lo bueno: “Nadie te manda y uno encamina el proyecto a su manera”.
Lo malo: Encontrarse con el alma de Pappo.
Si mandaste un mensaje con la palabra Pindonga al 2020 y no querés sentirte estafado, pasá a otra historia; porque en éste, Juan Carlos Z. destapa la olla. Conoció el trabajo a través de un amigo, que lo encontró en Zonajobs.com. Llegó a una empresa con muchas oficinas que laburaba para Estados Unidos. ¿El trabajo? Ser el eventual “consejero sentimental” que responde los mensajes mandados por los gringos. “Te dan dos o tres cuentas en un programa parecido al MSN y tenés que responder los mensajes de otra gente que te hace preguntas”, devela Juan Carlos.
Recursos Humanos: Con labia, paciencia y tacto estás hecho.
Recursos Materiales: Colecciones completas de las revistas Cosmopolitan y Hombre, para afanar consejos.
Inversión inicial: Ninguna. Y ganás como en un call center: 1200 pesos más premios por 36 horas semanales.
Vida útil: Sólo trabajando para Estados Unidos, porque en Argentina “esto está automatizado, hay una máquina que responde”.
La consigna: “Estar atando a la persona a que vuelva a mandar un mensaje. La idea no es ayudar a la gente, sino que manden la mayor cantidad posible de mensajes”.
Lo bueno: “Sólo hace falta ser creativo las primeras veces, después decís siempre lo mismo, pero con diferentes palabras”.
Lo malo: “Tenés que escribir al menos 170 caracteres cada vez que le mandás algo a alguien, aunque te preguntan como para responder sí o no”.
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