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A pesar de la arrogancia (rockera) de Occidente, el pop-rock no sería un género musical nacido a la luz de la civilización europea, sino que los pueblos originarios americanos habrían tocado rock and roll desde mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles al Nuevo Mundo. Al menos, esa es la teoría que sostienen The Pachas & the Mamas, el colectivo de pop-rock mexicano-boliviano, cuyos miembros afirman que “siglos antes que Elvis Presley, Chuck Berry o cualquier gringo rockero, los aborígenes americanos ya tocaban la viola con los dientes, ya le escribían canciones a la yuta, ya meneaban las caderas con convicción contracultural y ya salían al escenario empepados”.

¿Habrá allí una verdad histórica? ¿Habrá que reescribir la historia del rock? ¿Será que, en lugar de ‘rock and roll’, debería decirse ‘waka-muyuy’ (en quechua), ‘tuunich-suut’ (en maya), ‘texcalli-cueptli’ (en náhuatl, la lengua azteca) o ‘curá-chiuedquiaun’ (en mapuche)? Consultados por el NO, numerosos arqueólogos, antropólogos y otros expertos en culturas amerindias coincidieron en estar “demasiado ocupados para contestar boludeces”. ¿El que calla, otorga?

En cualquier caso, aunque el debate histórico quede abierto, la elocuencia precolombina Malón simbólico, álbum debut de los Pachas & Mamas, resulta más convincente que cinco siglos de investigaciones parciales y tendenciosas. Basta con escuchar las palabras del Inca Solari, el calvo e intrigante cantante del grupo, en el hit Hay más vómitos en Machu Picchu que en el Marquee, que resulta tan esclarecedor en cuanto a la teoría del americanismo del rock, como innecesariamente grosero a la hora de las metáforas: “Gracias a que escabia chicha,/ y no tequila en toc-toc/ el indio descubrió el rock:/ vos descubrí esta salchicha./ El rock es del mismo pago/ que el café y el chocolate./ Vos creeme, y agachate,/ que en ese upite haré estragos./ Y si un gringo desconfía/ de esta verdad consumada,/ que abra la boca y salude/ a esta serpiente emplumada”.

* Cualquier similitud con la realidad, estaba anunciado –aunque a través de ríspidas alegorías– en el Popol Vuh.