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Jueves, 4 de junio de 2009

EL BAJISTA DE PLACEBO, STEFAN OLSDAL, ATIENDE EL TELEFONO EN SUECIA

"Estar en una banda es parecido a estar casado"

La banda de Brian Molko presenta Battle for the Sun, sexto álbum que aparecerá el próximo martes en todo el planeta. Bah, ya debe estar en la web. Por cierto, ¿Placebo es un trío o un dúo más un baterista?

 Por Roque Casciero

“Necesito un cambio de piel”, aúlla el cantante y guitarrista Brian Molko en Kitty Litter, la canción que abre Battle for the Sun, el sexto álbum en la carrera de Placebo (que aparecerá el próximo martes en todo el mundo). Y aunque la canción habla de otra cosa, semejante estribillo no pasa inadvertido para quienes estén al tanto de los vaivenes que debió atravesar el trío desde su última gira, que incluyeron la partida del baterista Steve Hewitt. “La frase puede interpretarse de varios modos”, se ataja el bajista Stefan Olsdal, que atiende el teléfono en Suecia. “Puede ser algo libidinoso, tipo ‘necesito acostarme con alguien’. No habíamos pensado las múltiples lecturas hasta que nos hicieron notar que Kitty Litter es la primera canción del disco. Supongo que en algún modo subconsciente quisimos ponerla primera porque musicalmente es como una cachetada en la cara: es Placebo haciendo rock en su forma más cruda... Es gracioso, porque empezamos a componerla hace catorce años y tuve la idea en un casete durante todo este tiempo. Es interesante ver cómo algo tan viejo haya tomado finalmente forma de canción en este disco, con la nueva formación y todo lo que pasamos. En el disco hay varias frases que pueden sacarse, como la de Speak in Tongues que dice: ‘Hoy podemos hacer un nuevo mañana’. Son frases hermosas que para mí sintetizan lo que quisimos hacer con este disco.”

Battle for the Sun encuentra a Placebo con un nuevo integrante, Steve Forrest, un californiano de 22 años con pinta de poster boy y una energía que le sienta bien al grupo. Ya no hay tanta oscuridad en la música del trío, un reflejo de que sus integrantes superaron tiempos difíciles, y en ciertos temas los parlantes parecen explotar. En el sonido hard del disco tuvo que ver la mano del productor David Bottrill, quien trabajó con bandas como Tool y Staind. “Queríamos hacer un disco ‘grande’ porque sentimos que, en cierto sentido, Meds fue medio claustrofóbico, como un agujero negro que chupó toda la vida. Y queríamos que Battle... fuera nuestra supernova, la explosión del agujero negro. Cuando buscábamos productores, el nombre de David apareció enseguida por las bandas que produjo, porque además de trabajar con Tool también hizo discos de bandas alternativas europeas como dEUS, de quienes somos fans. Pensamos que podíamos tener el sonido ‘grande’ de guitarras y al mismo tiempo la sensibilidad pop europea.”

–La última vez que vinieron a la Argentina, Brian me dijo que ustedes eran los primeros en aburrirse de lo que ya habían hecho. ¿La reinvención es la única forma de mantener viva a una banda?

–Las bandas funcionan de modos diversos. Es verdad que nosotros nos aburrimos bastante rápido y siempre tuvimos una reacción adversa a las fórmulas. Sería muy fácil para nosotros hacer un disco lleno de Special Ks o Nancy boys, pero seríamos unos perezosos. Sabemos que en esencia somos una banda de rock, pero más allá de eso no hemos decidido qué hace que una canción de Placebo suene como tal. Esa libertad todavía está ahí. Seguimos empujando lo más posible con cada disco hasta conseguir algo que sentimos adecuado para nuestro sonido. En este disco, por ejemplo, usamos saxofón y trompeta por primera vez, queríamos ver cómo podíamos mezclar eso con el viejo sonido de Placebo. También hay muchos más coros y muchas más cuerdas todavía. No diría que es una reinvención, ése es un término que usaría más para una banda como Radiohead o para alguien como David Bowie, que en cada disco realmente se reinventan. Si se escuchan los seis discos de Placebo, hay una continuidad, tanto en ciertas temáticas como en el sonido, pero sí nos gusta expandir nuestro pequeño universo: tratamos de encontrar nuevos sonidos de guitarra, formas distintas de escribir las canciones... Cambiar pequeñas cosas aquí y allá hacen a un disco más interesante, porque hace que siga sientiéndose muy Placebo, pero que no sea igual a lo anterior.

–Cuando anunciaron la salida de Steve Hewitt hablaron, como en la mayoría de estos casos, de “diferencias musicales y personales”. ¿Qué fue lo que pasó?

–Bueno, básicamente fue eso. Estar en una banda es parecido a estar casado, tenés que recordar por qué lo estás y disfrutar la relación para poder continuar ahí. Si no disfrutás y no te comunicás, que es lo que pasó hacia el final de la gira de Meds, es signo de que las cosas tienen que cambiar. Brian y yo no íbamos a darnos por vencidos, y sentimos que para que Placebo pudiera continuar teníamos que tomar algunas decisiones duras. Supongo que debe ser como un divorcio: fue difícil, pero necesario.

–Debe ser difícil ubicar el origen de esa falta de comunicación.

–Uno puede apartarse del otro con el tiempo, es tan simple como eso. Steve Hewitt estuvo en la banda durante once años, pero hacia el final de la gira de Meds cambió, se apartó. Son cosas que pasan. Sí, es algo desafortunado y no es lo ideal que suceda, pero la vida está llena de eso.

–Pero Brian y vos nunca pensaron en desarmar Placebo.

–Jamás. No podríamos hacer eso. Brian y yo pusimos demasiado esfuerzo, tiempo, sangre y sudor como para pensar en parar. Hacemos música juntos desde hace quince años, es algo demasiado importante para nosotros como para desarmarlo.

–¿Cómo encontraron a Steve Forrest, el nuevo batero?

–Hace un par de años, mientras estábamos de gira por Estados Unidos, Steve Forrest era el baterista de la banda soporte. Básicamente, nos acordábamos de él como un muy buen batero, muy copado y lleno de tatuajes (se ríe). Y el resto es historia, como se dice habitualmente: vino a Londres a hacer una audición, funcionó muy bien y aquí estamos, a punto de salir de gira juntos.

–¿Se sienten completamente adaptados a la nueva formación?

–Ehhhh, sí... Después de estar tanto tiempo en Placebo, sentimos que quizás hayamos conseguido la formación final de la banda.

–¿Qué cambió en la dinámica de la banda?

–No sé, hay una onda más positiva por el hecho de tener sangre nueva en la banda, especialmente con alguien tan joven y entusiasta como puede serlo un baterista californiano de 22 años. Su incorporación ha tenido un efecto en mi relación con Brian y también en el modo en que Placebo trabaja como banda. Es un mejor ambiente de trabajo, digamos.

–Pero, a esta altura, ¿Placebo es un trío o un dúo más un baterista?

–Supongo que el tiempo lo dirá. Esto recién empieza... Con suerte, estaremos mucho tiempo con nuestro nuevo baterista, pero también tiene que ver con mi relación con Brian. Tenemos ciertas preocupaciones por cómo sucedieron las cosas en el pasado y queremos ser cuidadosos en nuestra forma de proceder. Vamos a tomarlo de a poco, veremos cómo funciona la relación con el nuevo Steve cuando salgamos de gira.

LA RELACION CON EL PUBLICO LATINO

Un cenicero ahi

Antes de ser Placebo, Brian Molko y Stefan Olsdal fueron un dúo llamado Ashtray Heart, en el que tocaban instrumentos de juguete. El nombre de esa efímera formación reaparece en Battle for the Sun, ahora como título de una canción. Y de una bastante particular: en su estribillo, ambos cantan “Mi cenicero, mi cenicero, mi corazón de cenicero”... en español. Olsdal, que aprendió bastante del idioma en Madrid, aclara que no tuvo nada que ver con la letra: “Es algo que Brian escribió en Centroamérica: se lo pasaba pidiendo un cenicero porque era el único que fumaba y así fue como esa línea apareció en la canción. Y es una buena rima”.

No cuesta demasiado imaginar a los fans argentinos del trío desgañitándose con el estribillo. Y menos si, como indican los rumores, la banda llega por tercera vez al país en febrero del año próximo. Olsdal dice que la posibilidad existe, aunque todavía no puede confirmar nada porque continúan haciendo planes para la gira. Y recuerda, también, la sorpresa que le provocó, durante su primer desembarco porteño, encontrarse con tantos seguidores que tomaban el aspecto andrógino y oscuro de la banda como modelo. “Como dice el refrán: la imitación es la forma más alta de halago”, se ríe el bajista.

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