MEDIO SIGLO DE MICHAEL JACKSON
› Por Javier Aguirre
Es curioso que Michael Jackson simbolice al artista misterioso, del que supuestamente nada se sabe, del que presuntamente todo es enigma. Pero... ¿qué es lo que no se sabe de Michael?
Su obra artística no ha sido, precisamente, mezquina. No sólo impresiona por sus números de venta (dejemos ese logro para que lo aplaudan los CEOs de las discográficas) sino por sus vastas razones musicales. Sumó cuarenta años de carrera, de los cuales treinta fueron como solista adulto, período durante el cual registró discos notables, con al menos una veintena de canciones de Primera División (Beat it, Billie Jean, Man in the Mirror, I just can’t Stop Loving you, Dirty Diana, Give in to me, Don’t Stop’Til you Get Enough, Bad, We are the World, Another Part of me, The Way you Make me Feel y siguen las firmas). Tuvo, además, un altísimo porcentaje en la variable “cantidad de videoclips rodados por cantidad de canciones grabadas”, que incluyó superproducciones como Thriller, Black or White o Smooth Criminal.
Sólo con sus videos –larguísimos, producidísimos, obsesivísimos, exageradísimos; algunos, casi conceptuales– se pueden apreciar horas y horas de su música y sus bailes. Y hablando de baile, ¿existe algún otro ejemplo en la cultura pop-rockera de alguien que haya convertido al baile en una franquicia, con pasos propios, movimientos únicos, tantas veces parodiados? Y todo con un estilo que, a pesar de ser heredero de múltiples influencias, siempre resultó único e imposible de reproducir. Ahí está la caminata lunar: podrán imitarla, pero igualarla jamás.
Ni siquiera su vida personal parece haber sido un gran secreto. La tradición oral popular cree saber más sobre Michael Jackson que sobre cualquier otra celebridad: su hipocondría, su barbijomanía, su cama–cápsula de cristal, su piel desteñida, su nariz menguante, su finca-parque de diversiones, su pasión por el bisturí, su amor por los niños (en todas las acepciones de la palabra amor, incluyendo las más espantosas)... Todo eso junto parece mucho dato para un presunto paladín del misterio. ¿De quién sabés más, de Michael Jackson o del Indio Solari?
Y entonces, ¿qué es lo que faltó saber acerca de Michael Jackson? ¿Un recuento de cirugías estéticas certificado por escribano público? ¿Un fotolog con todos los menores de edad que visitaron su dormitorio?
A mediados de los ‘80 se convirtió en la persona más famosa del mundo (¿quién te conoce, Madonna, Gorbachov, Maradona?) e, inmediatamente, cayó en las garras de una droga dura: la cirugía plástica. Mutó dentro y fuera del quirófano. Negro-Blanco, Hombre-Mujer, Niño-Adulto, Angel-Demonio, Hermoso-Deforme, Presunta víctima de abuso sexual infantil-Presunto victimario de abuso sexual infantil...
El último Michael pareció el peor de todos. Hasta quedó como un gil en aquellas entrevistas recientes en la que negociaba –cual tenaz vocero del Indec– la cantidad de cirugías estéticas que había atravesado en toda su vida y aseguraba: “Me hice sólo una”. Para inmediatamente después admitir: “Dos, me hice dos”.
Ahora, en plena michaelmanía post-mortem, los productores de la serie de conciertos que planeaba dar para estos días en Londres aseguran que tienen registrado en DVD un “ensayo general” del espectáculo que Jackson pensaba ofrecer. O sea: ni siquiera será un misterio el show que Michael nunca dio.
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