Jue 30.07.2009
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ENTREVISTA A KIM GORDON, CANTANTE Y GUITARRISTA DE SONIC YOUTH

Madurez sónica

Ademas de ser el nucleo gravitatorio de Sonic Youth, Kim Gordon es artista plastica, tiene una marca de ropa propia y sostiene varios proyectos musicales paralelos. Pero para ella, como diria Francella, lo primero es la familia: en esta entrevista confiesa que ya no salen tanto de gira porque ella y su marido (Thurston Moore) quieren estar cerca de su hija adolescente. De todo eso y de The Eternal, el ultimo disco de la Juventud Sonica, habla uno de los iconos femeninos del rock.

› Por Roque Casciero

Cuando hacía la investigación para su notable biografía Goodbye 20th Century, el periodista David Browne contactó a un antiguo allegado a Sonic Youth, quien creyó prudente consultar con la banda antes de dar su testimonio. “Kim Gordon le contestó que estaba bien; quizá, dijo ella, él podría agregarle algo de condimento a lo que consideraba una historia insípida”, recuerda Browne, quien puntualiza varias veces que difícilmente la banda pueda calificar para un Behind the Music por su falta de anécdotas fuertes de sexo, drogas y lágrimas. Entonces, ¿cuál es el interés en una banda de 28 años de trayectoria, que a esta altura ya estableció su identidad y su legado? La respuesta, para Sonic Youth, es la misma de siempre: “Estamos comprometidos con la música y todavía nos gusta lo que hacemos juntos, por eso seguimos adelante”, explica a través del teléfono Kim Gordon, cantante, guitarrista y bajista de la banda, además de icono femenino desde los ‘90 para acá. La música fue lo que unió a Gordon, su marido Thurston Moore (guitarra y voz) y Lee Ranaldo (guitarra y voz) a principios de los ‘80 en una Nueva York en cuyas alcantarillas bullía la no wave (más tarde llegó el baterista Steve Shelley y hace poco el bajista Mark Ibold, ex Pavement). Y también fue la música la que sostuvo a la banda mientras, a su alrededor, se formaba una red de artistas independientes que iban a tener su impacto mainstream con la aparición de Nirvana.

Desde aquellos años, Sonic Youth había permanecido en el sello major Geffen, pero acaba de regresar al terreno independiente tras mudarse a Matador. The Eternal, su flamante álbum (cuya edición argentina trae dos bonus tracks), muestra al ahora quinteto hablando una vez más su propio dialecto, al cual le agrega pocos vocablos novedosos, pero con la seguridad de que ya influyó en el lenguaje global del rock. Sí, esas guitarras que pasaron del noise puro a la melodía inusual hoy forman parte del panorama general (Yeah Yeah Yeahs, Nirvana). “Eso creció de modo orgánico, porque ninguno de nosotros somos músicos con estudios”, asegura Gordon. “Aparecimos en la era post punk, en el minimalismo de la escena del downtown neoyorquino, y nos influyó la música de esos compositores, aunque también el rock con el que habíamos crecido. Nos proponíamos hacer música no convencional, pero tampoco era que queríamos hacer música rara, no éramos tan conscientes: queríamos ver qué pasaba cuando tocábamos juntos. Así que fue un crecimiento orgánico en el que estaban implicadas nuestras personalidades y las influencias que trajo cada uno.”

Gordon venía de una carrera como artista plástica en Los Angeles, donde creció, y era una chica bastante tímida que nunca había pensado en la música como su forma de expresión. “Cuando me mudé a Nueva York vi a las bandas de la no wave y me resultaron interesantes, al mismo tiempo que perdía interés en las galerías de arte, el aspecto comercial del mundo del arte y la dirección en la que iba ese mundo en ese momento”, recuerda. “Conocí a Glenn Branca apenas llegué a Nueva York y The Static, una de sus bandas no wave, fue una influencia para mí. Lee y Thurston tocaron con él. A todos nos influyó su música, como la de Rhys Chatam, otro compositor que trabajaba con múltiples afinaciones de guitarra, o guitarras afinadas en la misma cuerda, sobretonos y cosas así. Todo eso venía de Terry Riley y Philip Glass, todo un linaje que existía en Nueva York.” La Gran Manzana era un imán para cualquiera que hubiera sido expuesto al choque eléctrico producido por el punk y hacia allá fueron Moore, Ranaldo y Gordon. Sigue la dama: “Una de las razones por las que todos gravitamos hacia Nueva York fue que ahí había arte y música todos los días. Thurston iba todos los días al CBGB’s a ver a Patti Smith y Television. Y más tarde, las bandas de la no wave –Lydia Lunch con Teenage Jesus & The Jerks, Mars, DNA– fueron una gran influencia. Con eso, más el rock de los ‘60 y los ‘70, armamos nuestra forma inicial”.

–En la actualidad hacés muestras de arte, tenés bandas paralelas (Free Kitten, Mirror/Dash) y hasta sacaste una marca de ropa propia que vende la cadena de tiendas Urban Outfitters. ¿Es porque te sentís limitada por Sonic Youth?

–Bueno, Sonic Youth es algo específico, en cierto sentido, así que tiene sus límites. Estar en la banda es tocar con la misma gente: cuando te abrís a tocar con otros, tu material es diferente, muta. Supongo que es por eso que todos nosotros hacemos otros proyectos. Con respecto a lo de ser artista visual, es algo que siempre quise, es parte de mí.

–Con tanto trabajo paralelo, ¿qué significa Sonic Youth para vos?

–(Se ríe) No lo sé, no pienso sobre eso, está tan metido en mi vida... No puedo responder esa pregunta.

–Es raro que no puedas responder siendo parte de la banda.

–Precisamente por eso me cuesta, porque estoy en medio de eso. No sé, es sólo otra forma de expresión musical que hemos construido durante tantos años. Aunque supongo que es más grande que cualquier otra expresión musical de las que tuve y tengo en mi vida.

–Sonic Youth ha trascendido los límites de las bandas de rock convencionales, como bien lo demuestra la muestra multidisciplinaria Sensational Fix que montaron en una galería sueca.

–Sí, es algo diferente. Nosotros siempre tuvimos interés en las artes visuales y esta muestra tiene que ver con los artistas con los que hemos colaborado. No es tanto sobre nosotros sino que somos la intersección entre toda esta gente diferente. Pero supongo que sí, es algo único de Sonic Youth.

–En la época de Washing Machine (‘96) dijeron que habían pensado en cambiarle el nombre a la banda. ¿Sienten que Sonic Youth es un nombre que los representa ahora que tienen más de 50?

–Seguro. Siempre lo tomamos como algo metafórico... Los Rolling Stones no son literalmente Cantos Rodados (risas), nosotros no tenemos por qué ser literalmente Juventud Sónica. La razón por la que quisimos cambiar el nombre en esa época fue que queríamos experimentar cómo sería publicar el disco sin tener el peso de la historia que habíamos adquirido hasta ese momento, qué pensaría la gente si fuera sólo el disco de una banda nueva. Era medio un chiste.

–Tu hija Coco ya tiene 15 años. ¿Qué piensa ella de que sus dos padres estén en una banda llamada Juventud Sónica?

–No lo sé. Ahora mismo nos acompaña en la gira con una amiga... Ni idea de qué pensará sobre eso.

–¿Y esa gira no los traerá a la Argentina?

–Nos encantaría, pero es difícil porque mi hija va a la escuela durante el año y trato de encontrar el tiempo para hacer las giras durante sus vacaciones. No somos de esas bandas que salen de gira durante un año entero. En otoño vamos a hacer unos cuantos shows, pero no quiero estar lejos más tiempo que eso. Aunque todavía no hay nada programado para el año próximo, así que es probable que hagamos algo en febrero. Ya vamos a volver...

–Aunque durante años fuiste la bajista de la banda, hace más de una década te pasaste a la guitarra dentro de Sonic Youth. ¿En algún momento temiste no encajar entre Thurston y Lee?

–En realidad no, porque no trato de competir con ellos. Siempre toqué la guitarra, incluso en los comienzos de la banda, y aunque después pasé al bajo, cada tanto tocaba la guitarra. De todos modos, nunca fue algo que pensara demasiado. La verdad, tocar la guitarra en este disco fue difícil y me hizo sentir un poco fuera de mi área de confort, de donde me siento más segura. Eso es bueno, me gusta. Mi objetivo nunca fue convertirme en una ejecutante consumada y quizá mi rol en la banda tenga que ver con eso, con ser más fresca y espontánea.

–¿El bajo es tu área de confort?

–Bueno, lo es si lo comparo con la guitarra (risas).

–¿No te parece que el bajo está subvalorado? Por ejemplo, cuando Ron Asheton (a quien le dedicaron The Eternal) pasó a ser bajista de los Stooges, se decía que fue “degradado al bajo”.

–Bueno, Ron era un guitarrista tan maravilloso que, en su caso, diría que fue como atarle una mano detrás de la espalda o algo así. El bajo es menos llamativo y más sutil, está más en el cuerpo de la música y medio que “junta” a todo lo demás, es más subliminal. Por lo general la gente responde a lo más obvio, a lo más aparente. Tocar la guitarra está más cerca de la electricidad pura, en el sentido de que es más físico: el modo en que te movés afecta a la electricidad mucho más que en el bajo. Y eso es excitante, a todos nos gusta eso.

–Antes de hacer The Eternal hicieron una gira en la que tocaron entero Daydream Nation, su aclamado disco de 1988, y Lee declaró que eso había afectado al nuevo álbum. ¿Cuál fue la principal influencia?

–No sé si nos afectó tanto. No siento que The Eternal tenga la misma clase de energía que Daydream Nation. Ese fue un disco muy intenso y denso, tenía una energía diferente a otros que hicimos, así que pensamos que sería interesante revisitarlo. No es que hayamos querido mejorar el disco ni nada de eso, es del modo en que es y listo.

–¿Y qué cosas sí dirías que influyeron en el disco?

–Bueno, una vez que pudimos dedicarnos a grabar, lo hicimos bastante rápido: supongo que eso influyó bastante. Durante la semana los muchachos venían a Massachussetts, donde vivimos Thurston y yo, trabajábamos en un par de canciones en nuestro sótano, e íbamos a grabarlas a Nueva York el fin de semana. En lugar de aprender toda la música y después ir a grabarla de una sola vez, lo hicimos un poco diferente y fue muy interesante.

–Otra diferencia con sus discos anteriores es que en varias canciones cantan dos y hasta tres de ustedes a la vez. ¿Lo planearon de antemano?

–Un poco se armó de ese modo. Thurston tenía ciertas ideas de que cantáramos juntos porque nunca lo habíamos hecho demasiado en un disco. Y como las canciones eran más breves, eso nos permitía enfocarnos en eso.

–Antes de empezar a escribir las letras, ¿ya tenías en mente qué querías decir en este disco?

–No. Nosotros nunca tenemos genuinamente un tema o algo así, aunque siempre tomamos notas y escribimos ideas para canciones, frases como “sacred trickster” (“sagrado embustero”), y después puedo escribir toda la canción basada en eso. O “massage the history” (masajear la historia), que fue una frase interesante que escuché por televisión. Estaban hablando de los últimos días de la presidencia de Bush y haciendo una revisión de sus dos períodos, y dijeron que estaban “masajeando a la historia”. Eso me llamó la atención y lo usé para la canción.

–En el video del corte Sacred Trickster hay mucha iconografía femenina y tres chicas que hacen un “atentado” en una fiesta cheta.

–Las chicas del video son mis sobrinas (se ríe). La canción fue inspirada por (el pintor neodadaísta francés) Yves Klein y la idea de no ser profesional. Cuando pensás en qué le interesa a la gente, o en quién es exitoso, o llama la atención por ser un buen músico o hacer buena música, es difícil decir cuál es el ingrediente que lo hace así. En realidad, la canción es sobre el disfrute de la libertad y la creatividad.

–Ahí cantás: “¿Cómo es ser una chica en una banda?”. ¿Es una queja hacia los periodistas varones?

–Sí. Durante todos estos años me han hecho muchas veces las mismas preguntas y simplemente me di cuenta de que eso nunca había sido tema de una canción.

–Sabés que sos un icono para miles de chicas en todo el mundo. ¿Eso puede convertirse en una carga?

–Bueno, no sé bien qué significa eso, así que ni lo pienso. Elijo no pensar en eso porque si lo hiciera podría ser una carga.

Muy lejos de Neverland

Gracias al espíritu inquieto de sus integrantes, Sonic Youth nunca tuvo un solo foco o radio de acción. La banda siempre mantuvo frescas sus credenciales underground, incluso habiendo firmado un contrato con un sello grande, continuó sus cruces con artistas multidisciplinarios y desarrolló en paralelo a su carrera más “accesible” otra con grabaciones muy experimentales. Sin embargo, una faceta más de Sonic Youth tiene que ver con su mirada a iconos de la música pop. Por ejemplo, el insoslayable disco EVOL (‘86) abría con la canción Expressway to yr Skull, aunque en la contratapa aparecía listada como Madonna, Sean and me. En esa época, la banda se juntó con el bajista Mike Watt (Minutemen) para hacer The Whitey Album como Ciccone Youth (Ciccone es el apellido de Madonna), donde incluyeron un cover de Into the Groove. En Goo (1990) grabaron Tunic (Song for Karen), dedicada a la fallecida cantante de los Carpenters (más tarde hicieron un cover de Superstar para un tributo). Por eso resulta apropiado preguntarle a Kim Gordon por Michael Jackson, incluso cuando su primera respuesta es “la verdad, me siento lejana de todo lo que tenga que ver con él”. “Obviamente, él marcó una huella porque convirtió al cantante en el súper ‘entretenedor’ al estilo de Las Vegas, y por supuesto influyó en Madonna, Janet y todos los demás. Pero yo no siento demasiada identificación con eso. Me gustaban los Jackson 5 y alguno de sus hits, me parecía un gran bailarín, pero todo ese funeral en Los Angeles me pareció muy raro y que hayan tenido que gastar millones de dólares... Me causan tristeza sus hijos y su familia, pero siento que este país tiene una emoción increíblemente desplazada. Es como si Estados Unidos hubiera elegido este momento para lamentarse por todas las demás cosas desagradables que suceden en el mundo”.

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