Jue 17.10.2002
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CLEMENTE Y CECILIA, NUEVAS CARAS DE LA TELE

Se hacen notar

El debutó este año en “Caiga quien caiga” y resalta disparando dardos que van directo a la cabeza de su entrevistado. Ella apareció en “Mar de fondo” y gustosa forma parte del clima de viaje de estudios-vestuario que impera en el programa. Clemente Cancela y Cecilia Ruffa son emergentes de una nueva generación, la de veintipico, que toma por asalto la tele en este complicado 2002

- Clemente Cancela se quedó
sin trabajo cuando cerró la revista Calles. Un ex compañero de TEA,
que tenía entre ceja y ceja ser notero de televisión, le dijo que
iba a presentar una idea para “Caiga quien caiga” y le pidió
acompañarlo. Clemente llevó ocho propuestas diferentes de notero-personaje
y quedó él, no su amigo. “Por suerte, él entendió
bien la situación. De hecho, me dijo que cuando me propuso ir a Cuatro
Cabezas ya sabía que iban a tomarme”, cuenta ahora, vestido con el
clásico traje negro (menos el saco, que anda por ahí) patentado
como indumentaria oficial de “CQC”. Sin embargo, el rol que actualmente
juega en el programa de Pergolini es bastante distinto (y mejor) que los de sus
propuestas: “Siempre fui medio personaje, pero me di cuenta de que eso no
iba a garpar acá, que podía aprovechar un perfil más periodístico
en las notas. Sobre todo porque está Daniel Malnatti, que es más
periodista y más personaje. Malnatti 2 no daba. En realidad, no da ninguna
segunda parte. Me parecía que con mi aspecto –petisito, chiquito–
ya era suficiente”.

Además de bajar el perfil, voló su barba “de los días
de slacker”. Y recibió consejos. “Me dijeron que estuviera tranquilo,
que escuchara a los entrevistados. Porque, en tren de preparar una nota, estaba
pensando más en lo que iba a tirar y me perdía cada punta terrible.
Era peor que el Cuqui Silvani...”, confiesa. “Fui mejorando con la práctica.
Lo fundamental es saber cuándo tenés que salir con la bomba desde
el principio o cuándo podés hacer una nota más larga. Cuando
estamos en el Congreso, a mí me gusta tratar de hacer un diálogo
un poco más político. Si vos le das la sensación al tipo
de que vas a hacer una nota ‘a su altura’, en algún momento pisan
el palito. La bomba es cuando sabés que no vas a tenerlo y entonces le
gritás desde lejos. Eso es más fácil, porque sabés
que no van a contestarte, no pasa nada.”

–Bueno, te podés comer una piña.

–Sí, sí... Alguna amenaza siempre hay, aunque soy el más
afortunado de “CQC” en ese sentido. Una sola vez tuve mala suerte, en
un acto en Smata, pero no me pasó nada. Fue el mismo día en que
a Malnatti lo estaban encerrando en un ascensor y amenazándolo de muerte,
así que lo nuestro fue mínimo.

Aunque nació y vivió siempre a la vuelta de la cancha de Ferro,
Clemente es hincha de Independiente. Ahora, a los 25, está buscando un
departamento para irse a vivir solo por primera vez, pero no quiere alejarse de
Caballito. Y todavía se mueve en subtes y colectivos, incluso cuando tiene
que ir a hacer alguna nota. Hasta ahora, la exposición mediática
le proporcionó alguna bardeada de adolescentes exaltados en el bondi y
un “club de fans”: “Las viejas del barrio que la paran a mi vieja
y le dicen que me conocen desde que yo era así de chiquito... pero yo era
así de chiquito también a los 14”. Aunque reconoce que para
algunas chicas ahora lo ven “más lindo”, dice que prefiere quedarse
con su novia. En tiempos de la secundaria era el “boludo raro” del curso
en el Don Bosco porque iba a ver a Los Brujos y a Babasónicos, que todavía
le parecen la mejor banda argentina. “Ahora estoy escuchando menos rock,
pero los Beatles y los Stones (hasta Exile on Main Street, aclara) siempre están.
Y me gustó mucho el de los Strokes, a pesar de que me parecen una copia
de Velvet Underground”, afirma.

–¿Cambió tu visión de los políticos ahora que
los tenés más cerca?

–Me di cuenta de que tienen un poder de convencimiento muy grande. Cuando
voy a cubrir un acto, tengo un minuto en el que pienso: “Epa, está
bueno lo que dice este tipo”. Pero después me acuerdo de lo que hizo...



- Cada vez que Cecilia Ruffa está a punto de irse de la peluquería,
sabe que tiene que despedirse con la frase: “Me retiro con estilo”.
Es lo que dice, también, cuando termina las notas en “Mar de fondo”,
el programa que conduce Alejandro Fantino por TyC Sports. Más allá
del episodio repetido, Cecilia dice que su reciente rol de notera le ha cambiado
poco la vida. “Por ahí alguna gente me reconoce por la calle o me
gritan cuando voy a cubrir un partido de fútbol, pero no mucho más
que eso... Ah, sí, hay algo: en la tele hay canjes, así que mi vestuario
se renueva todo el tiempo. Eso está buenísimo”, suelta, con
la sonrisa que parece no poder despegar de su rostro.

Cecilia, que cuando habla suena como una versión suburbana de Soledad,
nunca imaginó que iba a ser notera. Nació en Temperley hace 26 años,
niña mimada de sus tres hermanos varones mayores, y vivió en ese
barrio hasta que estudiar en Ciudad Universitaria a las 7 de la mañana
se le hizo demasiado agotador. La carrera que eligió fue Diseño
de Imagen y Sonido. Luego hizo escenografías y vestuarios junto a una profesora,
y más tarde produjo programas de radio. Llegó a TyC como productora
de “Algo por el estilo”, un ciclo que se ocupaba de pasiones de multitudes
como el patinaje artístico y la gimnasia rítmica. “Tal vez
mis trabajos fueron muy diferentes entre sí, pero, no sé... Yo soy
así”, se ataja. “Creo que lo que tienen en común es que
son diferentes formas de expresión, formas de contar. Uno elige qué
contar y cómo mostrar.” En marzo del 2001 pasó a la producción
de “Mar de fondo” y este año le propusieron hacerse cargo de
los móviles. “Como soy re-mandada, dije que sí, aunque no sabía
qué hacer. Lo que me aconsejaron fue que hiciera lo mismo que hacía
siempre en producción. Y así me dieron un micrófono”,
se ríe.

–¿No te explicaron por qué?

–Creo que cuando me dijeron que hiciera lo mismo de siempre, me explicaron
bastante. Me explicaron que querían que contara las cosas del modo en que
las veo. De hecho, en las notas a veces no es tan importante el evento sino como
está contado.

La forma de contar de Cecilia en “Mar de fondo” sigue el modelo de notero
confianzudo con el entrevistado y que genera complicidad con el televidente. Ella
asegura no tener idea de cómo lo hace y le echa la culpa al instinto. “Necesito
sentir que estoy aprendiendo”, explica. “Si algo me resulta demasiado
fácil, empiezo a dudar.”

En el tiempo que le deja libre el trabajo, Cecilia estudia italiano. “Voy
dormida a todas las clases, porque son a la mañana y nunca me acuesto antes
de las tres”, asegura. Habla bien inglés y se defiende con el francés.
Vive sola en un departamento de Palermo Viejo (“Pacífico”, según
ella) y está de novia hace poco. No tiene auto: subte y colectivo la llevan
a todos lados. Le gusta ir a bailar house y deep house, aunque también
menciona a Saint Germain, Madonna y Babasónicos entre sus favoritos. Y
sueña con hacer documentales, pero le está tomando el gustito a
salir en cámara. “Por ahora, mis aspiraciones pasan por hacer mejor
las notas. Recién empiezo a salir desde estudios y me cuesta horrores,
así que me gustaría estar más tranquila”, asegura.

–¿Te cuesta engancharte en el código futbolero, de vestuario,
que tiene el programa?

–No hago tantas notas con jugadores, pero creo que puedo adaptarme a diferentes
situaciones. Trato de manejarme con los mismos códigos de cada lugar, así
esté en la previa del fútbol, en un desfile de modas o en el Teatro
Colón. Soy así y me mando.
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