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Jueves, 17 de septiembre de 2009

LONEY, DEAR

PALABRA DE VIKINGO

Este gran instrumentista del indie pop escandinavo –que se llama Emil Svanängen– ha pisado mucho hielo bajo sus pies para llegar a tocar el 23 de septiembre en La Trastienda.

 Por Daniel Jimenez

En el mundo globalizado es muy difícil encontrar un artista que lleve diez años de carrera y seis discos editados, y aún permanezca en el total anonimato. El sueco Emil Svanängen –cara visible de Loney, Dear– es una deliciosa excepción. Casi desconocido en Sudamérica, este multiinstrumentista terrible del indie pop escandinavo ha recorrido un largo camino que el próximo 23 de septiembre lo depositará sobre el escenario de La Trastienda como parte de la séptima edición del festival Nuevos Aires Folk, del que también forma parte El Perro del Mar, el proyecto de su compatriota Sarah Assbring.

“La verdad es que nunca pensé en que podía terminar tocando en la Argentina; sí imaginé poder hacerlo en Europa y Estados Unidos, pero jamás en una ciudad tan lejana como Buenos Aires. Es algo increíble que todavía me cuesta creer, pero es parte de la retribución que te da la música. Me siento un agradecido por las oportunidades que la música me da, así que imagino que va a ser un show fascinante”, dice Emil mientras hace piruetas para sostener el teléfono entre el hombro y la oreja mientras lava los platos en su departamento; un detalle no menor. Allí, en su estudio casero, compuso y grabó Dear John, su sexta producción desde The Year of River Fontana, su debut de 2003. Desde su aparición, Emil jamás pisó un estudio: sus cinco discos anteriores fueron registrados en el sótano de la casa de sus padres. “Todo lo que hice fue de manera casera; es decir, nunca fui a un estudio porque no lo necesité. Además, la intimidad que puedo generar grabando en mi departamento no la podría conseguir en un estudio, entonces, ¿para qué cambiar?”

Luego del éxito recogido en Estados Unidos con su disco Loney, Noir (2007), editado por Sub Pop, Loney, Dear (o Emil) subió la apuesta y se alejó unos pasos de los mantras oscuros y se acercó a un pop más luminoso con aires jazzy que lo definió como uno de los más sensibles songwriters salidos de Suecia en la última década. “Siempre me interesó la música melódica, como el pop, el folk y el jazz, pero más que nada la música pop melódica de la década del ’80”, revela. “Hasta que me empecé a meter en el free jazz y encontré una increíble música instrumental, que es parte de mi obra actual.” Para él, Dear John no sólo fue el álbum que le permitió bajar a Latinoamérica; fue un salvoconducto para ordenar emocionalmente sus cosas en un momento de crisis personal. “El de Dear John fue un proceso largo”, cuenta.

“Empecé a escribir las canciones cuando finalizamos Sologne (2006). A partir de allí me puse a bocetar canciones nuevas, que terminaron siendo Dear John. Y repentinamente me encontré saliendo de gira e iniciando una carrera, y ordenar eso me tomó mucho tiempo. Mi cabeza y mi vida estaban un poco perturbadas por lo que me estaba pasando, lo que llevó a alargar todo el proceso de grabación. Fue largo y dificultoso, y me sentía muy triste como para estar productivo, por eso lo considero un disco difícil. Es complicado involucrarte artísticamente cuando sufrís desórdenes. Tenés que estar lúcido para ver el cuadro completo.” El sueco explica que la presión de saber que su material saldría por una compañía incidió en su reciente lanzamiento y que le dio una perspectiva diferente: “Sentí a este álbum como un segundo álbum y no como un sexto; fue un proceso raro”.

Emil se incluye dentro del espectro de nuevos artistas a los cuales les tocó desarrollarse en medio de la Generación iPod; una era que supuso nuevas reglas para la industria de la música, su comercialización, difusión y distribución. Internet modificó para siempre la forma (y el formato) del universo musical e impulsó a figuras del bajo fondo con tanta fuerza que, en muchos casos, generó las condiciones para el nacimiento de distintas escenas en Europa y Estados Unidos. Svanängen está de acuerdo, pero no se anima a ponerle fecha de defunción al CD. “Internet propone una diferencia fascinante, porque es un mundo donde se pueden dar cambios geniales. Algunas bandas nuevas aún no tienen la chance de tocar bien y ya se embarcan en una gira, y no vas a aprender mucho de una primera gira porque aprender lleva su tiempo y, de hecho, todo es parte del aprendizaje. Yo estuve tocando durante cinco años antes de que pudiera suceder algo. Internet puede ser un lugar para chicos con problemas de comunicación que encuentran una buena forma de comunicarse, y por otro lado puede ser un viaje fantástico, una manera de evolucionar, pero los discos aún no son piezas inalcanzables. Lo que no hay que perder de vista es el formato artístico, porque lo más importante sigue siendo hacer buena música, más allá de su soporte.” Sobre su visita dice: “Tenemos los corazones abiertos para todos, queremos sentir todo y experimentar todo en la Argentina, así que daremos lo mejor”. Palabra de vikingo.

* Loney, Dear se presentará el miércoles 23 de septiembre junto a Rosal en La Trastienda, Balcarce 460, Buenos Aires. A las 20.

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