Jack White se acaba de recibir de reincidente. La mitad fálica de The White Stripes volvió a encerrarse con amigos en un estudio (esta vez en uno análogo y propio en Nashville) y terminó inventando otro grupo paralelo, The Dead Weather, y entregando de nuevo un disco fantástico: Horehound, donde si el blues que segrega su guitarra solía acercarse al noise a través de la potencia stoner, ahora lo hace de un modo más limpio, primal y clásico, aunque igual de contundente. A grandes rasgos, el mambo fue así: a Jack se le pinchó la voz durante la gira que estaba cerrando al frente de los Racounters, en la primavera yanqui, y convocó a la cantante de los teloneros The Kills (un dúo con formato invertido al del grupo de Meg y Jack White) para que le haga el soporte vocal. Pegaron onda, al bajista de Racounters (Jack Lawrence) le gustó el combo, se sumó y convocaron a Dean Fertita (Queens of The Stone Age) para las seis cuerdas. A la vocalista Alison “Mami” Mosshart le toca –a veces desde la dulzura, como en So Far from your Weapon; en otras desde la locura, caso Bone House– ponerle voz al colchón que estas cuatro bestias del “nuevo rock viejo” de raíces norteamericanas logran en estas once canciones, manifiesto de su lectura sobre cómo hubiese sonado en 2009 algo como Led Zeppelin. En eso aparecen guiados por el tremendo pulso de Fertita. Y no tan curiosamente, porque ya cayó la ficha de que a Jacko le va cambiar de rumbos: aquí se ocupa de la batería, dando una nueva señal de que este tipo (nacido en Detroit en 1975) podría haber grabado estos discos solo, y sin embargo aparece humildemente desde los parches o en las voces de sólo dos temas (ambos merecedores del podio hacia el interior del disco): Rocking Horse y Will There Be Enough Water?, dos nombres bastante gráficos para imaginar todo esto hasta que termine de bajar.