ADRIAN BARILARI
MIENTRAS AFUERA EL SOLISTA METALERO ES UNA FIJA, AQUI TODAVIA NO HA PODIDO INSTALARSE COMO COSTUMBRE HEAVY. ANTES DE VOLVER A SUBIRSE AL TREN DE RATA BLANCA, BARILARI SE PRUEBA EL LUGAR DE SOLISTA, AHORA EN EL INTERIOR.
› Por Juan Ignacio Provéndola
Una de las pocas cosas que el metal local aún no ha podido nacionalizar, en sus dos décadas y media de existencia, es ese mercado de cantantes solistas tan común en Estados Unidos y Europa. Mientras la oferta en el extranjero va desde Ozzy Osbourne hasta David Coverdale, por estos lugares apenas asoma la figura del ex Hermética, Claudio O’Connor, si de constancia y convocatoria se hablara. La comparación puede sonar grotesca, pero resulta por lo menos sorpresivo que no pueda sostener carreras en solitario una escena regida, justamente, por un fuerte culto a la personalidad.
La cuestión es que Adrián Barilari recorre ese camino poco transitado desde que editó su primer álbum por fuera de Rata Blanca luego del proyecto compartido con el tecladista Hugo Bistolfi entre 1994 y 1999 bajo el nombre de Alianza. Fue en 2003 cuando puso su nombre al servicio de un estreno a puro power metal europeo, grabado incluso con la ayuda de varios referentes del género como Jens Johansson (Stratovarius y solistas varios), Emmpu Vuorinen, Jukka Nevalainen y Sami Vänskä (Nightwish). “Mi disco debut no tuvo el apoyo que yo esperaba, a pesar de haber hecho una producción increíble”, recuerda, resignado, el cantante. Su segundo intento fue con Canciones doradas (2007), una docena de covers que surgió como aventura ante la falta de medios para editar un nuevo material propio, y que luego encontraría problemas varios sobre derechos de autor.
De lo poco que quedó para elegir, Barilari prefirió a Bon Jovi, Aerosmith, U2 y George Michael (entre otros) para reformarlos en castellano. Las versiones no eran una novedad para él: había grabado desde el tango Nostalgias de Cadícamo hasta el clásico Hold the Line de Toto, al margen de haberse anotado en varios discos tributo. Sin embargo, la fórmula no le alcanzó para desarrollar una carrera solista ya de por sí condicionada a las necesidades y obligaciones de Rata Blanca. “Yo sabía de antemano que iba a ser de esta manera, supeditado a los momentos que me quedaran libres; pero si no lo hacía así, no tendría nada”, dice Barilari, quien esta vez decidió ganarle al tiempo ordenando, pero también delegando.
Bajo ese concepto fue concebido Abuso de poder, fruto de una sociedad comercial con el sello virtual DontPayMusic que no sólo ofrece gratuitamente el disco en su sitio web sino que también organizó el casting mediante el cual el cantante escogió a sus actuales compañeros, ponderando no sólo “la capacidad musical y ductilidad a la hora de componer y ejecutar” sino, también, “su equipamiento y look en cuanto a la escena”. Casualidad o no, los tres músicos que hoy lo acompañan tuvieron algún vínculo con su vieja banda: el bajista Piter Barret (Sauron y Magnos) es hermano del guitarrista Julián, quien grabó una canción en un tributo a Rata junto a Lörihen; mientras que Nicolás Polo es baterista de Mala Medicina, propuesta del bajista Guillermo Sánchez por la que pasaron otros ratas como Gabriel Marian, Javier Retamozo o Fernando Scarcella.
“La propuesta del sello fue buena –analiza– porque ellos explotan el formato virtual y las producciones de los shows, mientras que queda para mí la decisión de editar el disco en formato tradicional cuando quiera.” En la agenda de shows aparece su primera gira solista por el interior, que ya pasó por Rosario, Salta y que continúa hoy en Casilda, mañana en Bahía Blanca y el sábado en Las Grutas, además de sucesivas presentaciones en The Roxy y The End de Capital Federal.
La distribución de tareas también se trasladó a la creación musical. Adrián escogió composiciones de cinco músicos distintos y luego les agregó su letra. Un trabajo de laboratorio que cobró forma de disco en el estudio de grabación y salió directo a la descarga para mostrar a un Barilari rápido y furioso que, si bien no abandona la línea melódica tan característica de sus obras, lo hace desde un heavy decididamente más actual que el rock deepurpleano de Rata Blanca o el power metal de sus primeros tiempos como solista. Para él, todo se trata de “rock, simplemente rock”, siempre y cuando no repita lo que ya ofreció a lo largo de los seis discos que grabó con su banda de siempre: “Desde el comienzo traté de salirme de la línea de Rata, haciendo lo que me gusta, lo que tenga ganas de hacer y no pueda; no tendría sentido concebir una obra solista con la misma propuesta”, declama.
–No sé si la palabra es “politización”, no me gusta la política en ninguna de sus formas. En Abuso... me pasa lo que a cualquier ciudadano en este país, que vivió varias épocas de mandatos diferentes y ve cómo van cambiando de mano los poderes y cómo nada cambia para mejor, entonces de alguna manera lo saco hacia fuera y lo digo para que no me termine enfermando con la fuerza que la música me inspira.
–Tuve la suerte de conocer y cantar con varios de mis cantantes preferidos, como Eric Martin, Ian Gillan y Glenn Hugues, pero con Dio fue especial porque se tomó media hora después del show para venir a mi camarín a conocernos y compartir con todos un rato de su vida. Incluso quiso saber cómo había traducido Stargazer. Es un genio por su sencillez, que está más allá de su carrera.
–Fue difícil, triste y doloroso; pero, sobre todo, muy lento. En cierta forma, los culpables somos todos. Como sociedad, en general, estamos muy enfermos y nos aislamos cada día un poco más.
–Creo que al ser el cantante de una banda como Rata corro con una ventaja respecto del que toca el teclado, el bajo o la batería. Eso te da más oportunidades a la hora de hacer un disco porque a las empresas les interesa facturar. No les importa demasiado la música sino lo que puedas producir, y yo soy la cara de una banda que vende una cifra nada despreciable.
–Más que subestimada, creo que no fue comprendida en su momento, durante los ‘90. El público no entendía que una banda de rock pudiera tocar en televisión, estadios y locales de bailanta. Era como que aceptaban al pop en la tele, pero no al rock. Que una banda fuera a un local en Villa Luzuriaga donde se escuchaba cumbia y después tocara en el Gran Rex, estaba mal, no encajaba. No era por nosotros, te lo puedo asegurar, ya que estábamos tocando muy bien.
* Adrián Barilari toca hoy en el Teatro Dante (Casilda, Santa Fe), mañana en el Club Olimpo (Bahía Blanca) y pasado mañana en Polideportivo Independiente (Las Grutas, Río Negro).
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