Un buen nombre es lo más valioso que uno puede tener, imploraba una vieja propaganda de un banco. Y no será casualidad entonces que a Amparo Sánchez, ex Amparanoia, la hayan bautizado con un nombre que es sinónimo de ayuda, socorro y auxilio. Mensajera del rock mestizo de la rambla de Barcelona, parece que su plan fuera llenarse de mundo. Y mejorarlo. Con una militancia solidaria que ejerce a través de su música, esta mujer de hablar dulce pero firme le pone el corazón a la realidad. Amparo vive en la montaña, en un pueblito llamado San Pedro de Ribas, a 40 kilómetros de Barcelona. Hace cinco años que probó con su huerta y las placas solares como una manera de autogestión familiar. En parte para proteger el planeta, y otro poco para estar cerca de la naturaleza que, dice, es su modo de estar más tranquila. Barcelona a su vez sigue siendo el centro neurálgico de las fusiones de músicas y nacionalidades, características que llevan aún más a nutrir este mestizaje que supo apadrinar Manu Chao años antes de que llegara el 2000.

Bohemias de gitanos trotamundos tocan en la calle y copan la parada con historias y folklore. Fue necesario aquel visto bueno que el ex Mano Negra le diera a Amparo hace unos años para que la dama siguiera tocando y recorriendo el mundo. Y si bien el Manu le soltó la mano hace tiempo, Amparo sigue atenta a su opinión. “Ahora no ha oído el nuevo álbum completo, ya lo oirá, a ver qué le parece”, dice en comunicación transatlántica con el NO. La cantante se refiere a Tucson-Habana, el nuevo disco que grabó en dos lugares simbólicamente antagónicos (Estados Unidos y Cuba), pero que ella no puede dejar de unir a fuerza de humanidad. “El disco demuestra que es posible, y que por ambas partes hay una apertura tanto de los músicos americanos como de la gente que colaboró en La Habana. Todos nos sentíamos hermanos. Quiero decir que esto de la nacionalidad es un invento, en realidad todos nos sentimos parte. Y ellos se sentían culpables por la política de su país. Y los otros, bueno, son los yuma, pero son buena gente”, explica.

Yuma es una ciudad de Arizona, cerca de la frontera mexicana. Allí Amparo se sintió influida por el entorno y por los problemas dramáticos de los que cruzan la frontera. En esta visita al país, Amparo también tocará con los Spanish Bombs, banda tributo a The Clash, craneada por Toy Selectah de Control Machete y Mike Smith, colaborador de Damon Albarn en Gorillaz. “Me acompaña un pianista y un guitarrista, y voy a hacer un tributo a The Clash. Seremos un trío en el escenario y no me siento sola porque sé que tengo ahí público que me quiere y van a venir a estar conmigo a escuchar lo nuevo que les traigo pa’ contarles”, dice. Aunque no está confirmado, es probable que se sume Rubén Albarrán de Café Tacuba, integrante del colectivo, que estará también en el Personal Fest.

Amparo se despidió de su formación inicial el año pasado en una gira internacional, pero ya habían comenzado a aparecer nuevas canciones que requerían otra orquestación. También porque ella sentía que esas composiciones tenían que despojarse del bagaje circense, de fiesta y rebeldía, y darles un sonido diferente. “Han sido una serie de canciones que he escrito en un tiempo en el que iba sacando parte de mí, cosas muy personales y muy íntimas, y las fui convirtiendo en canción. Pero también está esa mirada del mundo que nos rodea y de la situación en la que estamos. No iba pensando sobre lo que iba a escribir sino que las canciones iban viniendo y están ahí todas”, dice.

El disco saldrá a la calle en enero de 2010, pero se puede escuchar algo en su MySpace. En esa muestra, que realmente es un botón porque las canciones se cortan al minuto de haber comenzado, se escuchan los dominios de la vieja trova de la canción cubana, el bolero y el son, el jazz y el blues. Corazón de la realidad habla de un árbol sabio que, dicen, con sus raíces sostiene el planeta. La canción tiene un ritmo inevitablemente mexicano: “El corazón de la realidad sería ese corazón puro que llevamos dentro y que hay que acudir a él pa’ que te cure. Pero la canción está dedicada a una comunidad zapatista indígena en Chiapas que se llama La Realidad. Tuve la oportunidad de pasar por allí un tiempo y hablar con la gente”. Allí le contaron muchas historias y quiso hacer una canción de la forma de vivir de vivir y de comunicarse entre ellos.

En 2007, cuando Amparo empezó a ver que tenía un número considerable de canciones, aparecieron Joey Burns y John Convertido de Caléxico –con quienes ya venía colaborando anteriormente– y la invitaron a Tucson, Arizona a grabar a su estudio. “Tuve la oportunidad de ver un poquito y me gustó muchísimo el desierto y el ritmo de vida. También el amor por la música, porque hay conciertos en cada bar y música en directo”, cuenta. En 2008, luego de despedirse de Amparanoia y ya con la decisión de presentar sus canciones con otro formato, siguió componiendo. Y al año siguiente comenzaron a hablar con los Caléxico de que había que reunirse de nuevo para terminar el disco. Esta vez ella hizo una contraoferta: “Y dije no, ustedes me han enseñado Tucson y ahora yo quiero enseñaros otro lugar al que quiero mucho y en el cual me encantaría grabar esto, que es La Habana. Y fue increíble la experiencia de cruzar del desierto de Tucson al Caribe. Pero bueno, creo que el álbum al final respira de ambos lados, tiene esa influencia. Por eso decidí llamarlo con los nombres de ambos lados, porque habían marcado el sonido de las canciones”.

* Amparo Sánchez toca en el Personal Fest el sábado 17 de octubre (como parte de Spanish Bombs, tributo a The Clash), el martes 20 en el Roxy Live (Niceto Vega 5542), y el miércoles 21 en Santana Bar de Ramos Mejía (Perón 414).