HERCULES AND LOVE AFFAIR
“Formo parte de una larga tradición que consiste en mirar hacia atrás para hacer algo nuevo”, dice Andrew Butler, productor, músico y DJ estadounidense detrás de este laboratorio musical, quien dice haber encontrado en la figura de Hércules líneas para definir su homosexualidad. Vuelve con todo la música disco.
› Por Yumber Vera Rojas
Cuenta el mito que cuando Hércules mató a Lino, hermano de Orfeo, fue enviado a cuidar ganado vacuno a los pastizales de su Tebas natal. Alcanzaba entonces los dieciocho años de edad, época en la que se hizo adulto y adquirió su enorme estatura y fuerza. Durante esos días se hospedaba en casa de Tespio, rey de Tespias, quien tenía cincuenta hijas y de las que esperaba que procrearan varios herederos con el poderoso héroe griego. Para ello, cada noche lo hacía acostarse con una diferente, creyendo Hércules que era siempre la misma. Así engendró medio centenar de descendientes, apenas un pequeño porcentaje en el enorme listado de muchachitos que fecundó a lo largo de su vida. O sea, además de la asumida heterosexualidad del vástago de Zeus, también son relatados sus gustos y deseos homoeróticos, y hasta travestidos. Se decía que podía desarrollar sus tareas sobrehumanas con más facilidad cada vez que su amado sobrino Iolaos le observaba, o que luego de haber sido vendido como esclavo a la reina Onfalia surgió una historia de amor entre ellos que sería conocida porque ambos invirtieron sus roles.
¿Difícil de recordar? Al productor, músico y DJ estadounidense Andrew Butler, el hecho de descubrir las preferencias homoeróticas de tamaña figura varonil le ayudó a definir nominalmente y conceptualmente, en 2004, uno de los laboratorios sonoros más especiales, emocionantes, sensuales y exquisitos que haya asaltado la música dance en los últimos tiempos: Hercules and Love Affair. “El proyecto comenzó a partir de mi pasión por la mitología griega. Desde que era pibe me fascinaron sus leyendas y dioses, así que no creo que haya sido mera casualidad que esas historias me acompañaran siendo un adolescente gay que exploraba su sexualidad”, explica Butler.
“En la facultad me inscribí en varias materias relacionadas con la representación de los mitos homosexuales en el arte clásico, y quedé gratamente sorprendido al saber que esos mitos que me fascinaron de pequeño podían tener varios significados. Conocer las aventuras amorosas homosexuales de Hércules me dio la idea para ponerle título a un proyecto de música disco (realmente está basado en un argumento secundario de la leyenda de Jasón y el vellocino de oro). Era una oportunidad muy linda para utilizar el nombre del hombre más fuerte y, además, vulnerable de la Tierra.”
Mientras se encuentra en Viena (Austria) promocionando la más reciente realización de Hercules and Love Affair, un doble compacto con clásicos del house y de la música disco denominado Sidetracked –lanzado a fines de julio, inauguró la homónima serie del sello Renaissance–, que incluye asimismo un tema inédito de su proyecto, I Can’t Wait, Butler atiende al NO vía telefónica. “En octubre regreso a Buenos Aires (con un DJ set en el Personal Fest 2009); es una de las ciudades más lindas en las que estuve. Emana una sensación única en el mundo”, asegura. Y es que la capital argentina se tornó en una suerte de talismán para el artista norteamericano, pues luego de visitarla, en febrero de 2008, salió a la venta el álbum de estreno de su proyecto, que resultó un éxito instantáneo. “Toqué en un club chiquito, no me acuerdo cómo se llama. ¡Qué bronca!” Consternado por la laguna, quien suscribe la nota le refresca el nombre del sitio: “Cocoliche”. Su “Yes!” se escucha con emoción, así como la descripción de su performance: “El sistema de sonido era genial, los DJs de esa noche estuvieron magníficos y el público fue muy entusiasta. Hice buenos amigos, y pasé un momento mágico”.
Al finalizar 2008, todas las encuestas de las publicaciones especializadas en música ubicaron el debut de Hercules and Love Affair entre los diez mejores discos del año. Y es que, en pleno auge del indie y en medio del hambre de vanguardia que persigue la electrónica, esta producción, editada por el sello DFA Records, se esmeró por devolverle a la pista de baile el matiz liberador que el dance había extraviado, recurriendo nada menos que a ese momento fundamental en el que la música disco se transformaba en house.
Convertido en el mayor exponente del nü disco, Andy Butler (30 años) describe la realización de su ópera prima (publicada igualmente en la Argentina). “El proceso de composición me llevó cinco años. Cuando el disco salió, no tenía muchas expectativas. Si bien me sentí contento y agradecido porque las críticas fueron muy positivas, sabía que esto había sucedido porque le dediqué mucho tiempo a la hechura del álbum. Ahora que estoy por hacer un nuevo trabajo, trato de tener en cuenta que no hago un disco para que alguien lo critique sino porque me gusta hacer música. Sin embargo, entiendo que hay un poco de presión para hacer algo mejor.”
–La gente responde positivamente al formato banda, a que haya cantantes en vivo e incluso a sacarle provecho a una sección de metales. Creo que, de una u otra forma, el público sabe algo de disco, de techno y de house. Así que lo que hice fue despertar aquello que la audiencia ya conoce.
–Personalmente, descubrir este tipo de música fue importante para reconocer mi identidad gay. En los últimos diez años me dediqué a explorar la ruta y los orígenes del dance, y qué era lo que estaba sucediendo, en ese sentido, en lugares como Nueva York o Londres. Si bien el género existía mucho antes de la fundación de Hercules and Love Affair, todo este tiempo que invertí conociendo artistas, estilos y sonidos me sirvió como herramienta para saber más de la disco music.
–Me empecé a interesar por la música dance con las raves, a los 15 o 16 años. En esa época compré un par de bandejas, y comencé a coleccionar un montón de discos. Aunque había un sinnúmero de propuestas sonando en todas partes, cuando comencé a escuchar house y techno me di cuenta de que mucho de lo que se utilizaba en esos estilos eran samples de los ‘70 y ‘80. Eso me hizo volver a atrás para investigar acerca de esa música que no conocía.
–Denver es un lugar pequeño y conservador. En cambio, Nueva York es inmenso y te brinda la chance de ser vos mismo. Allí había una comunidad de artistas en la cual yo, siendo gay, me sentía muy cómodo.
–Con un poco de suerte, espero que algo parecido esté pasando hoy con respecto a lo que sucedía antes. En la pista de baile, el público se sentía libre, emocionado y liberado cuando escuchaba música dance. Se podía expresar sin prejuicios. La música disco llegó a ser emocionante en Nueva York porque la gente se consideraba una comunidad durante toda una noche, en discotecas como Paradise Garage o Studio 54. Aunque no cabe duda de que es diferente la situación en este momento, porque no existe el mismo sentido de lucha que había a fines de los ‘70.
–Tiene sentido. Daft Punk y el house francés fueron representantes de esta arremetida en los ‘90, influenciados por el funk y la música disco. Hercules and Love Affair, Glass Candy o LCD Soundsystem nos sumamos a la música, pero tomando cosas de ellos. Formo parte de una larga tradición que consiste en mirar hacia atrás para hacer algo nuevo. Es un continuo, es la construcción de un sentido de historia respecto de este género. Creo que la gente mira al pasado para hurgar en la obra de artistas que han generado tal tendencia o cierto quiebre.
–No sé si hay un revival de la música disco; lo que sí me gustaría es que existiera gente que tuviese interés en hacer música con el espíritu con el que se hacía en la vieja época.
–Lo que noto es que se están usando más voces. Poco a poco, los samples han sido reemplazados por los temas cantados. Me parece que hay muy buenas propuestas en este momento.
Así como en la vieja usanza, Andy Butler también invocó en su homónimo primer larga duración a la canción para colorear –con un matiz más contemporáneo– un puñado de historias al son de la sensualidad de Donna Summer, el eclecticismo de Larry Levan y la magnificencia de Frankie Knuckles. Para tan lúdica faena se hizo rodear de un trío de cantantes cuya elección no podría haber sido más acertada y variopinta: una transexual, una lesbiana y un gay, o sea, la hermosamente provocadora Nomi Ruiz (tiene un álbum de rhythm and blues denominado Lost in Lust), la también DJ y diseñadora de joyas Kim Ann Foxman (notablemente distinguible por su jopo rockabilly) y el británico Anthony Hegarthy (líder del melancólico proyecto Anthony and The Johnsons y capaz de sacarle una lágrima al mismísimo Lou Reed). “La prensa explotó mucho esta combinación, pero no le doy bola. No es el foco de nuestra propuesta. Me gusta trabajar con gente de diferentes géneros y razas”, atesta con incomodidad este colorado de habla educada y ecuánime (sorprende lo claro de su concepto artístico), y voz amigable.
–Dentro de seis u ocho meses. El disco tendrá una orientación muy melódica, que pondrá un pie en el dance y otro en canciones más livianas, algo que no hice en el álbum anterior. Si bien en él habrá muchos instrumentos, el foco pasará más por las canciones.
–Anthony no va a estar en el próximo disco, pero va a haber un montón de nuevos vocalistas.
–La composición es bastante clásica, está inspirada en cosas que me pasan o me sucedieron en el pasado. No me preocupa lo que pueda acontecer con tal o cual canción el año que viene o dentro de una década. Es algo que sucedió, pero que tuvo un mensaje en el presente. No me preocupa hacer temas para el futuro y que duren para siempre, hago canciones para este momento.
–Cuando me dicen que mis canciones son liberadoras me siento complacido, porque mis composiciones tienen que ver con mis emociones. Si alguien escucha un tema y se identifica y libera con éste, para mí eso es buena música.
–Una de las mejores cosas que me sucedió el año pasado fue cuando oí la mezcla de Frankie Knuckles de Blind. Me voló el cerebro. Fue un sueño hecho realidad.
A pocos meses del recambio de década, la música disco pareciera estar de vuelta. No se trata de un fenómeno casual ni fortuito, pues varios factores han contribuido en esta revivificación. Por una parte, la movida house francesa de fines de los ‘90 se animó a desempolvar su groove y adaptarlo al formato digital. Vale la pena recordar que Francia se caracterizó en los ‘70 por exportar productores especializados en el género, entre ellos Daniel Bangalter, padre de Thomas Bangalter de Daft Punk. Justamente la dupla parisina, junto a Dimitri From Paris, se encargó de insertar nuevamente esta cadencia en las pistas de baile de todo el mundo. Sin embargo, no estaban solos, pues la misma iniciativa la tomaron el productor y DJ Joey Negro en Inglaterra y el colectivo Nuyorican Soul (concebido por el esencial dúo housero conformado por “Little” Louie Vega y Kenny “Dope” González) en Estados Unidos.
Por otro lado, alrededor de 2003 se cristalizó el resurgimiento del post–disco, de la mano del laboratorio estadounidense Glass Candy; y un año más tarde irrumpió el dance punk, liderado por el conjunto neoyorquino LCD Soundystem. Ambas avanzadas son herederas del legado de Liquid Liquid, Arthur Russell, ESG y de los deslices pisteros de Blondie y The Clash. Y hasta en el post-punk revivalista popularizado por Franz Ferdinand, el bajo de línea gruesa y el hi hat raudo de la disco –redimiendo así a Gang of Four y a una retahíla de grupos que practicaron semejante mejunje a fines de los ‘70– jugaron un rol fundamental en el empujón del rock hacia el dancefloor. Acercamiento sostenido en el indie por los increíbles of Montreal en su más reciente disco, Skeletal Lamping, en el que los Bee Gees de Fiebre de sábado por la noche nunca estuvieron tan cerca del delirio.
Después de suponer que el momento estelar de la nü disco había llegado con la aparición del álbum debut de Hercules and Love Affair –tras los asaltos de Mika y Scissor Sisters–, en diciembre pasado hizo su estreno el misterioso trío angelino Music Go Music mediante tres 12 pulgadas –acoplados hace pocos días en Expressions, su primer larga duración– que acuden a ABBA, ELO, La Bionda y al Kiss de I Was Made for Loving you. No obstante, la sorpresa la acaban de simbolizar el productor galo Blackjoy, con el 12 pulgadas Djomani (una oda al minimalismo), y la ópera prima de The Phenomenal Handclap Band, lanzada en julio, denominada de igual forma y en la que colaboran figuras de la talla de Jon Spencer. Este conjunto neoyorquino, conceptualmente afincado en la era de oro del género, construyó un puente que comunica el mítico proyecto francés Black Devil con MFSB, Grace Jones y Two Man Sound. Y hasta se atreve a piropear –para celebrar el ciclo– al hit Aerodynamic de Daft Punk.
* Hercules and Love Affair (DJ set) se presentará el 17 de octubre en el Club Ciudad de Buenos Aires, en la segunda jornada del Personal Fest 2009.
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