LUIS ALFA, DE RESISTENCIA SUBURBANA, Y HUGO LOBO, DE DANCING MOOD
AMBOS TIENEN CUATRO DISCOS DE ESTUDIO, UNO EN VIVO CON DVD Y OTRO RECIEN SALIDO DEL HORNO PRESENTADO EN OCTUBRE. ¿TANTA COINCIDENCIA ES CASUAL? LOS ARGUMENTOS PARA CONSTRUIR TAL POPULARIDAD SON SIMILARES: “NO NOS GUSTA TENER PATRONES”, DICEN.
› Por Juan Ignacio Provéndola
”No nos habrán citado acá porque estamos rodeados de gatos, ¿no?”, le dice Luis Alfa a Hugo Lobo un sábado soleado de fotos en el Jardín Botánico. Los dos se ríen con total complicidad. A fin de cuentas se conocen desde que conviven (uno como voz de Resistencia Suburbana, otro como trompeta de Dancing Mood) en la escena reggae local desde tiempos en los que hablar de tal era nombrar a Los Pericos y a un puñado de buenas intenciones. Entre ellas, Resistencia, que ofrecía una propuesta novedosa: letras claramente críticas a ritmos cadenciosos, inspiración de valores de la Zona Norte del conurbano con diversa militancia política (Fabián Leroux, su guitarrista, manifiesta un paso por la JP). Y Dancing, por su supuesto, capaz de revisar no sólo a Skatalites, Jimmy Cliff y Toots & The Maytals sino también a Duke Ellington, Count Basie y John Coltrane, siempre bajo la mano de obra de una big band con 14 instrumentos y ninguna voz oficial, dirigida por un Hugo Lobo que aclara: “Lo nuestro no es reggae sino ska, que es la madre de aquél”.
Ambos compartieron momentos desde el público, sobre el escenario, dentro de camarines, en pleno estudio de grabación y en cualquier otro ámbito concebible por la misma práctica musical. Luis Alfa como cantante y letrista, Hugo Lobo como trompetista, reclutador de valores locales y arreglista. Cada cual con sus berretines personales (Luis pinta cuadros y se ofrece como baterista de jazz; Hugo practica boxeo aficionadamente y abandonó el básquet, suspendido de por vida) e igualmente transitando el camino de la música a través de los márgenes que les ofrecieron la libertad discográfica y la autogestión.
Hoy, el NO los pone cara a cara y cada uno ve reflejados lo propio en el otro: cuatro discos de estudio, uno en vivo con su correspondiente DVD y otro recién salido del horno presentado a lo grande en octubre para ratificar que están en su mejor hora. ¿Tanta similitud por casualidad? En absoluto: los argumentos que los llevaron a construir tal popularidad parecen ser los mismos.
La independencia laboral es lo más concluyente. Editan sus discos por sus propias vías y (salvo excepciones, como festivales y afines) organizan sus shows con sus propios medios. “En nuestro caso se dio principalmente por vagancia: no nos gusta tener patrones, ni compromisos de ningún tipo”, dice Alfa, en nombre de Resistencia Suburbana, y amplía: “Nuestro público creció gracias al boca en boca y a Internet, que acabó definitivamente con el under porque hoy tu música viaja libre, sin fronteras. No sé si puedo explicar con palabras la libertad que yo tengo para hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, pero tampoco quiero boquear como varios que hablaron de independencia y después se entregaron”. Lobo, al igual que sus trece compañeros de Dancing Mood, pretende que la libertad “quede clara en los hechos, porque la letra te la podés meter en el orto si después hacés lo contrario. Es fácil leer libros y escribir pelotudeces, ¿o no? Nosotros mantuvimos una independencia para poder tener precios realmente bajos de entradas y de discos. Yo toqué con un montón de gente de todo tipo y en Dancing hago lo que a mí me cabría que las bandas hicieran con su público. Además, funcionamos como una cooperativa en la cual ganamos exactamente lo mismo todos los que estamos involucrados. El mensaje es ése, básicamente”.
Con la fuerza del mar (con dos canciones en francés) no es sólo el disco que Resistencia Suburbana presentará este sábado en el Microestadio de Argentinos Juniors (Gütemberg 360) sino, también, el paso firme de un talento del reggae local que quiere mostrarse maduro como nunca. “Una vez hice una letra que hablaba de matar a un policía. Después crecí y vi que desde el rencor y del odio no podés generar nada positivo. No me voy a plantar toda la vida criticando a los políticos, porque como sociedad también somos una maldita mierda. El cambio tiene que empezar desde cada uno. Un ejemplo claro es que todos están enloquecidos con la inseguridad, pero si te pinta comprar algo robado a buen precio lo hacés. ¿Cuál es, entonces? No se puede estar toda la vida exigiendo, también hay que dar un poco. Un poco por eso es que también cambiaron nuestras letras y en este disco hablamos más de cuestiones espirituales”, explica Luis, responsable absoluto de sus letras. Para Hugo, músico hasta la médula, “¡la música es un mensaje! Imaginate una película de terror sin música. ¿Qué sería del drama sin música?”. Tal vez en reacción a su apocalíptica pregunta (“¿qué sería del mundo sin música?”, le dijo en un momento a Luis Alfa) es que juntó la voluntad para escribir “1200 partituras” destinadas a Dancing Mood y una orquesta de 41 músicos con la que presentaron On the Sunny Side of the Street y celebraron sus cien shows en Niceto tocando, curiosamente, en un escenario montado en la calle, fuera del boliche. Fue el sábado 3 de octubre último, cuando 15 mil personas vieron gratuitamente la versión Deluxe (con la que ya habían tocado en el Teatro Opera y en el Luna Park años atrás) con Damas Gratis de telonero y la participación de Pauline Black, cantante del grupo refundador del ska The Selecter.
“Antes éramos un gueto chiquito –dice Lobo–, ahora el reggae está pasando por un momento de moda sin que esto signifique algo malo sino que simplemente tiene una exposición inédita. La música suena en la radio, cada festival le dedica un día entero y hasta bandas que no son del estilo graban sus temas reggae. La movida creció un montón, pero hay que estar preparado para cuando baje la ola, tal como pasó con el punk y el hardcore en la Argentina.” Pioneros, pero nunca ortodoxos: “Si el rastafarismo no fuera tan pedante y tan cerrado, nunca lo hubiésemos criticado”, asegura Luis.
“Incluso –dice– se volvió tan ortodoxo que algunas ramas no quieren ni al reggae, ni a la marihuana, ni a nadie. ¿Por qué me vas a mirar con cara de culo si como carne y me gusta el vino? Algunos me cortaron el rostro cuando preferí ser ‘el negro Luis’ antes que ‘Jah Alfa’ (risas). Haile Selassie era un milico que se autoproclamó Dios, ni más ni menos. Cada uno puede creer en lo que quiera, siempre y cuando no sea un motivo para desunir. No tengo problemas en que tengas una piedra de cuatro kilos colgada en los huevos, mientras eso no impida que me acerque a vos.” Para Hugo, la cuestión va más allá de Etiopía, Bibylon y el Iron Lion Zion: “Las religiones separan a la gente en todo sentido. De chico conocí muchos compañeros con los que no me podía relacionar porque eran de otras religiones. El rastafarismo es bastante racista y nosotros, en definitiva, somos argentinos y tenemos otras costumbres. A mí nunca me llamó la atención eso y está lejos de mí. Mi bisabuelo era un comunista italiano antifascista que se alistó al ejército de Selassie como rebelde en la guerra de Italia contra Etiopía. Su hijo, es decir mi abuelo, me vio una vez con una remera de Marley que tenía la cara de Selassie y me dice: ‘¿Qué hacés con ese hijo de remil puta en tu remera? Mi papá combatió para él y los tenía cagados de hambre mientras el tipo comía caviar’”.
Luis Alfa: –Sirve para fumar en el ámbito privado y yo en mi casa fumé siempre, así que no necesito que me den permiso. La trampa es que no está penado el consumo, pero sí la tenencia, ya que para consumir necesitás tenerlo. Muchos creen erróneamente que se puede fumar en una plaza o en la calle, pero la ley no cambió y vos podés seguir cayendo en cana. De todos modos es un avance, porque se instaló el debate en la sociedad.
Hugo Lobo: –Hace rato que hay una apertura hacia eso, donde ya no salís corriendo si vas caminando con tu hijo de la mano y sentís olor a faso. Las nuevas generaciones de políticos y dirigentes se van dando cuenta de cómo son las cosas, que se irán decantando solas con el tiempo. El fumador ya no está reprimido socialmente. De todas maneras, en Amsterdam no estamos todavía.
Lobo: –Yo soy padre, y si tu pibe crece y de golpe se muere en un recital, no sé para dónde se me dispararía la cabeza. Lo que pasó fue una recontra remil recagada y no me puedo poner de ningún lado. Los factores y la razón se van a la mierda al momento del análisis porque es un tema sensible y difícil de interpretar. Soy amigo de Callejeros y puedo decir que lo que les pasó a ellos podría haber sucedido cien veces en cualquier otro lugar. ¡La manga de gatos de los músicos que se hicieron los sotas con lo que pasaba y ahora bardean! Pagaría por ir a un recital de ellos y preguntarles dónde están las salidas de emergencia y los matafuegos. Seguro que no tendrían idea. Incluso hoy puede volver a pasar, porque los hijos de puta de los bolicheros se pusieron la gorra e hicieron un negocio con todo esto, porque le hacen pagar al músico los gastos de seguridad haciendo todo más caro.
Alfa: –Hace un mes tocamos en un lugar de Hurlingham que tenía una capacidad limitada y, cuando llegamos, estaba hasta las re pelotas de gente. Ese día podía haber pasado cualquier cosa, incluso suspendiéndolo. No podés confiar en nadie, todos quieren seguir haciendo su negocio. Tantas muertes y no cambió nada, cero.
* Resistencia Suburbana toca el sábado en el Microestadio de Argentinos Juniors (Gutemberg 360).
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