ENTREVISTA A COIFFEUR
Este artista que dejó de ser un secreto y se apresta a consolidarse definitivamente en la escena de trovadores indie de Buenos Aires acaba de editar El tonel de las Danaides.
› Por Daniel Jimenez
Desde su irrupción en la escena de cantautores argentinos hace casi media década, Coiffeur siempre se mantuvo a la búsqueda. De acordes, texturas, imágenes, atmósferas e historias íntimas y, como en este caso, mitológicas. El tonel de las Danaides, tercer trabajo del trovador de Morón, invita a bucear en composiciones más oscuras y orquestales, que proyectan su voz nasal y cálida hacia espacios más pretenciosos y menos directos que los que dieron vida a No es, su disco anterior.
Con arreglos de cuerdas de Pablo Brinjot y producción artística de Mariano Esaín y Juan Stewart, El tonel de las danaides encuentra a Coiffeur con su elemental criolla a cuestas y, a diferencia de su predecesor, con la mínima instrumentación de dos violas y un cello. Bajo otro concepto pero sin perder personalidad, la fuente de sus musas, nerviosas y sensibles, aún fluye como el agua que inundan las vasijas de las 49 hermanas griegas, condenándolo a verter agua hasta que suba a la superficie la canción perfecta. “Este disco es distinto desde la búsqueda de las herramientas que pensaba que me iban a servir para generar lo que veía en mi cabeza y tenía ganas de plasmar. Cuando hice No es, al toque, me dije: ‘acá tiene que haber un giro’. Lo sentía, no es algo que me propuse de manera racional. Me acuerdo que estábamos en el estudio terminando el disco anterior y tuve ese presagio, esa sensación”, reconoce Coiffeur.
Según él, las palabras, las letras y las melodías lo encerraban, y necesitaba hallar una nueva puerta para llevar su obra hacia otros horizontes. Y lo encontró en los libros: “La solución más fácil fue empezar a leer”, dice. “Creo que de alguna manera me entregué al riesgo de buscar otras tonalidades, otros acordes, otros colores. El cambio no fue por un capricho sino que había algo que sentía que pasaba por el aburrimiento. No podía volver a hacer otro disco como los anteriores ni recorrer los mismos lugares que recorrí para llegar a las canciones, porque no iba a ser algo placentero. Qué sé yo... el próximo puede que sea como los anteriores porque no me pongo a pensar un disco distinto cada vez. Tiene que ver con la necesidad, con el hacer.”
Para este viaje, el trovador del Oeste eligió nadar sobre capas de aguas ámbar, profundas y conceptualmente densas. Aunque si uno conoce mínimamente la discografía de Coiffeur, sabrá que la intimidad de su guitarra honesta puede transformarse en una banda de gitanos o en una solemne línea de cuerdas. Sólo o acompañado, siempre aflora su desnuda sensibilidad musical, capaz de derribar un teatro solamente con el rasguido punkie de su mano derecha. “No sé cómo empecé con los libros, pero me pasó algo que me gustó mucho y no tiene que ver con seguir una fórmula. A veces para escuchar música vas siguiendo una línea de consulta, donde sacar información. Yo me encuentro con un libro, lo leo y cuando tiene algún guiño dejo que me lleve a otro lado, a otro autor. Me gusta generar una red propia donde todo termina relacionándose.”
La mitología griega ubica a las Danaides, hijas del semental Dánao, vertiendo agua en vasijas sin fin, condenadas a ese eterno fluir por asesinar a los 49 retoños de Egipto, su hermano gemelo. En eso anda Coiffeur: “El tonel habla de ese círculo; las Danaides que van tirando agua a un tonel que nunca se llena. Y las canciones tienen un poco de eso, de lo que a uno lo motiva. Es como ir buscando experiencias placenteras y, ese momento placentero, tarde o temprano, deja de ser novedoso, y volvés a buscar ese algo que te dé placer. Porque todo lo maravilloso después de un tiempo se termina volviendo vulgar. Con las canciones pasa lo mismo y está bueno que pase, porque ése es el motor: el hastío. Y ahí buscar otra vez, porque querés encontrar algo, una gema; eso que te vuelva a hacer sentir cosas agradables. Es como una condena, como la condena de las Danaides; y no se puede escapar”.
En esta etapa, Coiffeur se presenta con su nuevo formato de guitarra, dos violas y un cello; fórmula con la que adelantó algunos temas de su tercer disco hace una semana en el Roxy Live Bar junto Juan Stewart y Sebastián Kramer. Oportunidades imperdibles para descubrir a un artista que dejó de ser un secreto y se apresta a consolidarse definitivamente en la escena de trovadores indie de Buenos Aires. “En el disco utilicé el formato de un trío de cuerdas y eso lo pasé al vivo, por eso ahora estoy empezando a tocar con esta formación”, cuenta. “Así las canciones tienen un tratamiento más de cámara, más orquestal, más grande. La idea era conseguir una orquesta pero... no había presupuesto.”
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