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Jueves, 18 de febrero de 2010

A NIÑO ELEFANTE LO MATA LA TIMIDEZ

Anarquía en el Conservatorio

 Por Julia González

Foto: Cecilia Salas

Su flequillo tupido bien puede funcionar de fachada para esconderse un poco. Pero si entra en confianza, Niño Elefante se empieza a reír y confiesa que lo acompleja su voz. Por eso, lo único que quiere estudiar es viola (ojo, no guitarra). “En el Conservatorio me iba mal en práctica coral, era un desastre. Ahora estudio viola, pero me están por echar porque nunca hice prácticas corales”, admite. “El Conservatorio de La Plata en un momento era la anarquía total, pero había gente que se ponía las pilas y terminaba la carrera. Estaba bueno porque era artístico”, cuenta el guitarrista de El Mató A Un Policía Motorizado, el último de la legión que reclutó la banda platense.

Niño Elefante nombra seguido a sus compañeros de El Mató y también a otros secuaces platenses, como sus amigos de 107 Faunos o a Bowi, de La Patrulla Espacial, quien grabó y mezcló sus discos. En vivo, toca con Willy y Agustín, batero y tecladista de El Mató, justamente. Las canciones que no entraron en esa banda —porque, dice, no compiten con las del Chango (Santiago, voz y bajo motorizados) o porque “simplemente no van”— están dirigidas a crear un clima. No tienen distorsión, ni suenan a Sonic Youth, simplemente nacen de un leitmotiv que deriva en una tranquilidad que desnuda al guitarrista, hasta casi despojarlo de su flequillo.

“Son distintas inquietudes. El disco nuevo es todo un track, seis temas que están unidos por un fondo y después van apareciendo los distintos tracks. Es como traducir el espacio en música, es jodido. Bah, flasheo con otros músicos que por ahí no entran en El Mató, pero que escucho un montón, como Robert Wyatt. Trato de volcar una inquietud a la música, entonces te queda la sensación bastante climática y espacial. Pero del espacio en el que uno vive, no de lo que llaman rock espacial”, compara Niño Elefante, y dice que acá sí canta, aunque sea consciente de que no lo hace bien (conciencia que lo hace “cagar de risa”, igual).

—¿Pero por qué no das las materias del Conservatorio y te regularizás?

—Puedo dar todo libre, pero es muy estresante la parte del canto, la paso muy mal.

De aquí la explicación de que Niño Elefante recién en su segundo disco —que sacó en 2009 ¡sin ponerle nombre!— se animó un poco a cantar. El primero, 1984, editado en 2005 gracias a la magia de una portaestudio que le prestaron, prácticamente está inspirado en el libro de George Orwell. No sólo hay referencias en el título sino también en las canciones: Julia (Liga Juvenil Anti Sex), Winston Smith y Winston y Julia. No tienen letra, pero la música transmuta hacia la presencia del Gran Hermano.

En el segundo disco —este carente de nombre— está Juan Salvo (sí, El Eternauta). Cuando Niño Elefante leyó la historieta de Oesterheld y Solano López se dio cuenta de que el protagonista era igual a su abuelo, Juan Monsalvo. “Tengo una familia clase media peronista y a mi abuelo le molestaba, por ejemplo, que llevara la bicicleta al bicicletero. Me decía: ‘No, ponete a desarmarla y arreglala’. Se daba maña con todo. Y en El Eternauta, Juan Salvo pasó de ser un tipo con una familia a pelear contra una invasión”, reflexiona. Atención porque, de este disco, sólo hay fabricadas unas quince copias. Igual, su autor promete más.

* Niño Elefante toca el martes 9 de marzo en Le Bar (Tucumán 422).

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