PAUL VAN DYK, DE VUELTA EN BUENOS AIRES
Pasó de mirar con recelo las cabinas de DJs de los boliches alemanes a convertirse en gurú del trance y llenar estadios. ¿Cuál es su receta? “Música electrónica poderosa, vital y progresiva, para cargarte de energía en la mañana.” Una dieta totalmente enfermiza, pero que dio sus frutos. Antes de tocar en el Club Hípico, recorrió ese camino junto al NO.
› Por Yumber Vera Rojas
Al tiempo que comparte su placer por regresar a Buenos Aires, Paul van Dyk, desde el otro lado del teléfono, se pregunta en voz alta por qué nunca vino a esta orilla del Río de la Plata para actuar en un boliche. “Me siento afortunado de regresar a la Argentina. Al igual que en mis shows anteriores allá, confío en que en esta ocasión la volveremos a pasar muy bien. Lo que me llama la atención es que nunca toqué en un club normal, sólo en lugares grandes.” La tercera visita al país del productor y DJ alemán no será la excepción, pues el Club Hípico Argentino servirá este sábado de escenario para el reencuentro del ídolo del dance mundial con su gran hinchada local. “Es un lujo participar en la Godskitchen (ver recuadro). Sé que hay muchos profesionales mostrando sets increíbles y haciendo que la gente disfrute de momentos muy especiales. Yo lo único que puedo brindar es buena música para que el público escuche, baile y pase una noche maravillosa.” Sorprende tanta humildad de parte de uno de los cinco alquimistas de las bandejas más importantes en la actualidad, que en 2009 puso a la venta el álbum triple Volume. “Es un grandes éxitos. Es lo mejor de mi trabajo como productor y remezclador. También incluí material de hace 15 ó 16 años al que le di un nuevo brillo”, cuenta sobre él.
Lo que quedó por fuera de su última entrega discográfica fue We Are One, sencillo que concibió con motivo de la celebración de las dos décadas de la caída del Muro de Berlín (un simple que, de hecho, fue himno oficial del evento). “Ese día fue muy especial para todos”, recuerda Paul, originario de Eisenhüttenstadt, ciudad creada en 1950 en la antigua Alemania Oriental. “Sin embargo, esa canción (una balada pop con filtros electrónicos) tiene una connotación más amplia debido a que la hice no sólo pensando en Alemania, sino en las otras naciones de Europa del Este que estuvieron bajo el yugo de la dictadura, y que a partir de ese suceso se dieron cuenta de que podían ser libres y de que era posible vivir en una sociedad democrática.”
Semejante acontecimiento permitió que el deejay teutón conociera, poco tiempo después, la que a la postre sería su pasión y profesión, que en 2011 alcanzará los 20 años de trajín. “¡Wow! No me acordaba –le confiesa Van Dyk al NO–. En general, casi todo lo que viví fue bueno. Pasé de ver al DJ escondido en una esquina de la discoteca a convertirme en un artista capaz de llenar estadios. Me satisface haber consolidado un estilo musical propio y, a partir de allí, contribuir con la masificación de la cultura dance en todo el mundo. Desde que empecé en la música electrónica, tuve la esperanza de que se transformaría en algo importante”, reconoce.
Pese a que le cuelga la chapa de “pionero del trance”, el exponente germano prefiere desligarse de la exclusividad de una corriente y denotar su permeabilidad hacia el resto de los géneros de la música electrónica orientada a la pista de baile. “Primero que nada, me considero un artista de música electrónica –explica con un desparpajo y un carisma pasmosos–. A partir de esa afirmación, construí un concepto sonoro que incluye muchos elementos del trance. Me gusta la música electrónica poderosa, vital y progresiva. Esa con la que te levantás en la mañana para cargarte de energía. Soy una persona positiva y optimista, por eso creo que mi propuesta me representa fielmente.”
Devenida en capital mundial del beat, Berlín llamó a la convivencia de un sinnúmero de subtendencias sin ahondar en los contrastes estilísticos. “Creo que ese tipo de divisiones forman parte del pasado. El origen es el mismo, y todo el mundo lo sabe. Lo importante es el groove. Nadie está pendiente de si esto es techno, house o trance. Es, al final de cuentas, música electrónica. Lo que comenzó en los ochenta como una movida del under, en los noventa creció impresionantemente y deslumbró a un montón de jóvenes que se terminaron contagiando con su oferta. Y eso aún hoy se mantiene vigente, pues el público presta atención a los sonidos nuevos, pero también a la raíz.”
–La electrónica tuvo un desarrollo sorprendente en todo el mundo. Se convirtió en una gran cultura. A donde quiera que vayas te puedes dar cuenta del aprecio que se le tiene. Hoy por hoy, vive un momento de grandeza. De hecho, cualquier estilo musical, desde el pop más mainstream hasta el género más undeground, está relacionado con ella de una u otra forma. Lo que sucede es que hay estilos que toman muchos recursos de la electrónica, y luego suelen ser confundidos con ésta.
–Eso es lo que piensan los demás, no nosotros (risas).
–No existiría el primero si no estuvieran el segundo y el tercero. Debido a que en esos rankings conviven géneros como el house, el trance, el breakbeat y el drum and bass, creo que es complicado cortar con la misma tijera a artistas diferentes. Por otro lado, lo que sí pienso es que todo DJ necesita sentirse primero para con su público. Lo que más importa es que intentes hacerles pasar el mejor momento de sus vidas. Y eso no puede medirlo un listado, lo evalúa la audiencia. Así que el reto no es ser el primero de un top 100, sino brindar un buen espectáculo.
–Ah, casi me pierdo, vos decís Cattáneo y yo lo pronuncio Cattaneeeo (risas). Me gusta su trabajo, es un DJ talentoso y me parece que es el gran exponente del house que se hace en Argentina. En mi caso, llegué a la electrónica a través de la radio. Allí la escuché por primera vez, y desde entonces me hechizó. Cuando cayó el Muro, comencé a frecuentar los clubes de Berlín, y ahí descubrí que era mi música y decidí que quería vivir de esto.
Mientras prepara su nuevo álbum (ya el décimo), el creador de himnos de la calaña de For An Angel y Another Way conmemora este año la primera década de la salida del disco Out There And Back. “Fue una gran época –rememora–-. Había un local llamado Gatecrasher Club, en Sheffield, que se tornó en un templo para la música electrónica de la nueva generación. Eso les partió la cabeza a muchos chicos, pues marcó las pautas del undeground y, además, por allí pasaron DJs asombrosos. En ese período produje ese disco.” Compilador por excelencia (en 2009 lanzó la producción Vonyc Sessions) y remezclador solícito (desde U2 y Madonna hasta Justin Timberlake y The Wombats), Paul van Dyk confía su principal requisito para realizar un remix: “Obviamente la canción tiene que gustarme, pero lo más importante es el tiempo. Si no lo tengo, no lo hago”. También revela cómo se prepara antes de cada performance: “Lo hago desde dos aspectos: el físico, donde trato de descansar lo suficiente debido a que necesito estar en buenas condiciones para aguantar un set. Y el otro es el conceptual: conozco bastante bien la música que paso, los elementos, los tonos. Sé lo que estoy poniendo. Así que tengo el control de lo que va a suceder, aunque en realidad el público es el que tiene la última palabra”.
El regreso de Paul van Dyk a suelo argentino es uno de los incentivos del debut en el país de Godskitchen, un conjunto de fiestas itinerantes organizadas por el homónimo súper colectivo inglés y dedicadas exclusivamente a la música dance (fundamentalmente al trance, al house y al UK garage). Ideada en pleno auge de las raves y puesta en práctica en la primera mitad de los ‘90, estos eventos se desarrollaron fundamentalmente en el Reino Unido y los Estados Unidos, aparte de desencadenar la fundación de su propio club (AIR, en Birmingham) y de iniciar una serie de compilados. El productor y DJ germano será la cabeza de cartel del Godskitchen Boombox, festejo conceptual (componente del Global Gathering, el festival más relevante de la productora británica) que combina música, arquitectura y multimedia. Además, lo acompañarán Sander Van Doorn, Alex M.O.R.P.H. y Festa Bros.
Paul van Dyk toca en Godskitchen este sábado 27 de febrero en el Club Hípico Argentino (Figueroa Alcorta 7285), como parte de Crobar Outdoors.
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