Jue 01.04.2010
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NONPALIDECE PRESENTA EL FUEGO EN NOSOTROS

“El reggae está algo estancado”

Una de las bandas de reggae-roots que más creció en el último tiempo presenta su flamante disco en Capital, y sus integrantes hablan de la situación del género, de la desidia política, de su tortuosa relación con las discográficas y de su inminente gira por Uruguay, Brasil, Puerto Rico, Costa Rica, Panamá, Guatemala, El Salvador, México, Estados Unidos y... ¡Jamaica! Antes de partir, un sincericidio de Néstor: “Si quisiera hacer música de vanguardia, no haría reggae”.

› Por Luis Paz

“Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, eternizaba Diego Maradona el 10 de noviembre de 2001, en su despedida en La Boca. La misma noche, cerca del estadio de Vélez Sarsfield, los Wailers desembarcaban en El Hangar de Liniers y a Nonpalidece le tocaba abrir la noche. En MercadoLibre.com aún se venden entradas para aquel festival a sólo $ 35. Pero Hangar ya no existe: el local rockero-cumbiero de Rivadavia al 10.910 cerró en agosto de 2004. Sin embargo, los multitudinarios Nonpalidece (son ocho los monos) recuerdan aquel día desde su bunker en Vicente López: “Hangar nos abrió la puerta a Capital. Somos de San Fernando y Tigre, nos costó llegar al centro”. Lo que ocurrió después, un análisis sobre el género y el país, las relaciones entre las empresas de entretenimiento y los músicos, el objetivo de Nonpalidece y el sentido social del arte, son los ejes de esta entrevista. Además, claro, la salida de El fuego en nosotros, su cuarto disco de estudio y primero en tres años; y de la presentación del disco, este sábado en el Auditorio Sur y luego con cuatro recitales en La Trastienda y una gira panamericana. Para la vuelta, ¡habrá un Luna Park!

En frágiles sillas de plástico blancas, alrededor de una mesa de bar cuya sombrilla está apoyada contra la medianera, detrás de la mezcladora de cemento, los músicos sonríen y bromean al sol de una tarde de verano que ya se escapó. La propiedad es un chalet modesto reformado a los fines musicales, aunque sin terminar. Desde el terreno contiguo, los albañiles de otra obra en construcción a veces los miran con recelo: no pueden creer que se diviertan tanto preparando mezcla para hacer un cantero. “Hay mucha fantasía en cuanto al dinero que maneja un grupo. Yo estoy por cumplir 36 años y recién a mitad de año, si cobro un dinero, podría comprarme una casita chiquita”, baja a la realidad Néstor, que pasó sus primeros años en zona sur y, en cuanto se mudó, directamente pasó por alto la ciudad de Buenos Aires y se estableció en el norte conurbano, cerca de sus compañeros.

“Somos muchos y, si no tocamos, el barco se hunde. Por eso a veces tocamos de jueves a domingo, si sale un show en el interior vamos al interior, si es en Zárate vamos a Zárate. Es el momento de la banda, hay que apostarle, hay que tocar”, simplifica Ramljak. El Teatro de Flores, el de Colegiales, Niceto, La Trastienda, Córdoba, La Pampa, todo escenario es válido. “Como banda –sigue–, la economía del país nunca nos perjudicó. Tal vez tocamos menos, pero usábamos el tiempo para componer o grabar. Además, de movida Nonpalidece fue entendido como un proyecto donde había que poner huevo y dinero, y tenía que ver con que si no hacíamos algo no íbamos a tocar nunca, entonces alquilábamos el sonido, pegábamos los carteles que podíamos comprar y tocábamos donde se podía. Con tiempo nos dimos cuenta de que eso era autogestionarse.”

El guitarrista Bruno Signaroli también recuerda aquellos años en los que todo era “flashear con salir a tocar y estar en un escenario”, comenta perdiéndose por un pasillo que acaba en la sala donde grabaron los demos de El fuego en nosotros, su cuarto disco de estudio y primero con temas nuevos en tres años y medio, producido por Kenyatta Hill, cantante de Culture e ingeniero de sonido. “Queríamos algo espontáneo y se logró, me parece”, evalúa Agustín Azubel, el saxofonista del gorrito piluso en el clip de Tu recompensa, recién estrenado. “Los jamaiquinos no graban de vuelta... ¡ni por las dudas!”, alerta Néstor. “Nosotros trabajamos mucho mejor con presión.”

El cambio y la permanencia

“Una de las mayores virtudes de la banda es que tenemos en claro qué queremos hacer, qué logramos y qué nos falta”, dice con hablar pausado el bajista Facundo Cimas. “Nonpalidece es un lugar donde, a partir de la música, se proyectan energías que los pibes y las pibas decodifican y usan, si creen que son importantes”, comenta el cantante mientras lucha contra una avispa. Por algo compusieron un disco con temáticas sociales dominando las líricas. Pero aunque la traducción del nombre de la banda al lunfardo rasta sea la de “no palidecer”, la actitud del guerrero, Nonpalidece es más bien un grupo pacificador que, en su camino de popularización, va llevando bienestar cada vez a más público: “Se tiende a asociar lo popular con la frivolidad y la pelotudez, por eso tenemos una doble responsabilidad: porque nos dimos cuenta de que la banda gusta y crece, y porque queremos llevarlo a otro plano, a otros públicos que sientan y quieran compartir la idea de que podemos cambiar nuestra vida desde las pequeñas decisiones cotidianas”, resume Néstor.

–Así tocaron para festivales en defensa de los derechos humanos y para recolectar alimentos y útiles. ¿En la acción está el cambio?

Néstor: –El arte a veces termina siendo la herramienta social que no es el gobierno. Es algo que vimos con las catástrofes naturales, donde terminaron siendo los músicos los que tuvieron iniciativas solidarias. Y eso no es casual: el arte te hace un ser sensible y los políticos carecen de ello. Y lo que puede parecer politizado en el disco es el retrato de una realidad que vemos en el barrio, hay una tremenda desigualdad.

–Pero, ¿hasta qué punto puede esa sensibilidad paliar la falta de gestión y acortar esa brecha social?

Néstor: –De política no entiendo, pero sí entiendo que cada vez se necesitan menos pruebas de que la clase política no tiene interés en mejorar las cosas. Y es falta de interés, seguro, porque hay gente con talento que podría aspirar a hacer las cosas bien. Pero no, parece que no les interesa. Entonces, mientras que simplemente tocando canciones podamos llevarle alivio a la gente, es una oportunidad muy grande. Y si encima conseguiste comida o útiles, tenés que ser muy necio para no continuar por ese camino. Pero, la verdad, ojalá que nunca más toquemos en esos conciertos. Ojalá que no haya ninguno más.

–En ese contexto, ¿cuál es el cambio que propone Nonpalidece?

Néstor: –Queremos que uno reflexione y pueda ver más allá de tu pobre trabajo, tu pobre familia y tu pobre realidad, a que te convenzas de que las acciones que tomás en tu día a día son fundamentales para tu autoestima. Nos tiene que hacer ruido que haya gente que fuma paco y que sea el plato que se sirve en los noticieros. Y no puede ser que un pibe vaya a un espectáculo y que el patovica, que está dando el servicio de cuidarlo, le provoque hundimiento de cráneo. Los boliches son un rubro muy oscuro, con sus arreglos con la cana. Y es la noche y es guita, es toda una situación muy delicada que se hace noticia cuando hay tragedias, ¿y después qué? No le dan nada a la gente los políticos, sólo pan y circo.

Nonpalidece se corrió en este cuarto álbum de PopArt, el sello con el que venía trabajando. “No estamos en contra de las compañías, pero no encontramos la que trabajara como queríamos. No había química. Es que somos medio jodidos”, alerta Ramljak.

–Es difícil creer que lo sean. ¿No fue otra la causa?

Néstor: –No funcionamos con las discográficas. Con 4K (Cuatro Cabezas, la productora de Mario Pergolini y Diego Guebel) hubo una buena experiencia hasta que se disolvió. Cuando el contrato quedó en el aire, no supimos manejar la situación legal. Y con PopArt simplemente no nos identificábamos. De todos modos, en ningún momento ninguna compañía nos sugirió ni nos dijo qué hacer, tal vez porque llegamos a ellas como una banda con diez años que ya sabía qué música hacía. El tema fueron los tiempos: cuándo querían sacar los cortes, los discos. Si fuera el director de una compañía, trataría de sacarle la ficha a cada banda en particular.

El reggae en flash (back)

Dentro de una familia del reggae, Nonpalidece es no sólo una de las propuestas más populares de esa generación intermedia que nació a mediados de los ‘90 sino también una de las más inclusivas. Por fuera del roots estrecho, la psicodelia aparece desde Pexz (del debut Dread al control) hasta Flores para tu partida (El fuego en nosotros). El dub aparece por momentos, el roots lo mismo, hay canciones y tracks más exploratorios de esa energía. “En el comienzo se coartaba que aparecieran sonidos o instrumentos que no tuvieran que ver con el roots, pero nos relajamos y nos abrimos a esas cosas”, diferencia Néstor, que firma siete de las once canciones del CD y reparte créditos con el guitarrista Gustavo Pilatti (Ay no!, Acto reflejo y No te enfades) y el tecladista Martín Mortola (En el aire). El violero Bruno no tiene problemas en definir a Nonpalidece como una banda “de reggae roots”. El otro guitarrista, El Negro Gustavo, tiene su proyecto solista: GPilatti Dub, más orientado a la electrónica. Pero la definición de Néstor es contundente: “Hacemos música popular, al fin. Te puedo poner un perro sampleado, grabado con un micrófono ucraniano de los ‘70 en una canción de reggae, pero si quisiera hacer música de vanguardia no haría reggae. Después de 30 años de historia en la Argentina, podemos decir que ya es música popular. Aspiración de vanguardia no podés tener”.

–Pero también existen experiencias que buscan actualizar géneros de música popular...

Facundo: –El reggae modelo 2010, si le queremos decir así, tiene que mantener el objetivo de proponer la buena onda. Está buenísimo que las bandas sean distintas, pero deberían conservar la buena vibración.

Néstor: –El movimiento viene retrasadísimo, cuatro décadas atrás. Los cambios se dan naturalmente, pero el reggae está algo estancado. Recién está apareciendo el soundsystem y parece re novedoso un tipo cantando sobre bandejas, pero es algo de hace 30 años. Somos un país creado a partir de muchas culturas distintas, pero que sabemos poco de cada una de ellas y no nos hemos preocupado por generar una propia.

Nonpalidece recorrió la Argentina, tocó en Centroamérica y México. En ese camino, dicen, notaron dos necesidades: la de los pueblos de la región por el intercambio, y la de las habitantes de las provincias argentinas por acceder a ofertas culturales. “En Chaco, por ejemplo, el comentario era: ‘Qué bueno que hayan venido a tocar acá, viajé desde tal lado’”, hace memoria Bruno. Hace dos semanas tocaron en Mar del Plata. Hace una en el anfiteatro de Parque Urquiza, en Rosario. Y este 3 de abril tocarán en el Auditorio Sur de Temperley, a un par de estaciones de la casa de la infancia de Néstor. “Jamás me habría imaginado, entonces, que no sólo me iba a interesar por el reggae sino que iba a admirar a algunos tipos, a poder verlos en vivo y terminar tocando con ellos. Y menos todavía que ellos, a veces no los cantantes, que no son los más comunicativos usualmente, sino la banda, nos levantasen el pulgar en shows compartidos”, celebra Ramljak. Y estipula que, a partir de ahí, de que te levanta el pulgar un grosso, no hay necesidad de rendir una explicación de si Nonpalidece es más roots o menos roots. Es música.

“Lo más valioso de ser músico es encontrar tu personalidad –sigue el cantante de los dreads gruesos y los anteojos oscuros– y la magia con tu instrumento, sin cerrarte a nada. Vi a Horace Andy haciendo un unplugged con un derbake. Si querés mezclar una guitarra criolla, un sampler y un bombo legüero y te sale bien, adelante. También hay músicos pendientes de nutrirse de afuera y ser los pioneros en hacer algo acá, y son muy necesarios para la evolución, como fue el caso de Luca Prodan, pero no siento que estemos muy pendientes de eso.”

Cuando sólo queda la tuca de la entrevista y ya Néstor, El Negro, Facundo, Agustín, BongoPato, el tecladista Martín Mortola y el baterista Germán Bonilla pliegan algunas sillas y las acomodan contra otra de las medianeras, Bruno mete su lectura: “¿Sabés qué es lo fundamental del reggae? Que es una música que atraviesa un montón de fronteras que otros sonidos no. Al heavy metal lo escucha el heavy, pero en un show de reggae tenés abuelas, nietos y metaleros”. Es como dijo Nicola Tesla: “Si no hay cables, la energía pasa por el aire”. O por el fuego. Y, como cantan los Nonpalidece, el fuego somos nosotros.

* Nonpalidece presenta El fuego en nosotros el sábado 3 de abril en el Auditorio Sur de Meeks 1080, Temperley. Y el lunes 5 y el martes 6 de abril en La Trastienda. A las 21.

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