Desde 1963 en adelante, más de un imbécil se ha mostrado dispuesto a calificar de “blanda”, “descomprometida”, “pasatista”, “fofa”, “pedorra” o “comercial” a la obra del ex beatle Paul McCartney. Sin embargo, la saña con la que cierto revisionismo beatle ha golpeado al otrora carilindo compositor parece haber derivado en un curioso espectáculo que ya es furor en Liverpool, en el Paseo La Plaza, en la Mansión Badía y en las salas de ensayo de The Beats y Los Súper Ratones. Se trata de Paul Emico, una banda porteña de tributo a Paul McCartney que explora la obra del veterano rocker de rostro arrugado y a la vez hinchado, a través de la lente de las drogas, la eutanasia, la evasión fiscal, el incesto, la xenofobia, el aborto, la ingestión de excrementos, el sexo con seres inanimados y el canibalismo.

“Paul es más controversial que Marilyn Manson, Guillermo Moreno y la Hiena Barrios juntos”, asegura Norma Carni, cantante y bajista (zurda) de Paul Emico. Y la afirmación tiene un contundente correlato musical, ya que el homenaje es rico en versiones incómodas, incorrectas o definitivamente inaceptables de la obra de Sir Paul. Así, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band se transforma en el himno golpista Sargento, venga con su banda y tome el poder.

Adorados y detestados por igual por los beatlemaníacos con una intensidad que sólo Yoko Ono supo lograr, los Paul Emico buscan copar el mercado sudafricano durante el Mundial, y preparan una polémica versión de la balada de paz interétnica Ebano y marfil, que McCartney grabara originalmente junto a Stevie Wonder, y que será convertida en un panfleto esclavista (Látigo y Mandela). La línea irritante continúa con Hey Jude (que aparece como la antisemita Hey Ruso), con Back in the URSS (que muta en la plegaria anticomunista Fuera zurdos de Cuba), con No más noches solitarias (que resulta una oda al onanismo y define al propio McCartney como “pajero empedernido”), y con Pipas de la paz (que deviene en una crónica hot sobre taxi-boys bolivianos, Pijas de La Paz).

* Cualquier parecido con la realidad es una coincidencia que bien habría podido evitarse si las autoridades competentes hubiesen actuado en su debido momento.