TIMO MAAS, ESTRELLA DE CREAMFIELDS BUENOS AIRES
Fiestero soy
El alemán que encabeza el cartel del megafestival electrónico de este sábado dice que para ser un Dj famoso hay que tener, sobre todo, mucha suerte. Lo demás, para él, es cuestión de experiencia y onda. Previo a su segunda visita, no le tiene miedo a la ciudad de la furia post-devaluación. “Mis amigos me envidian”, asegura.
POR PABLO PLOTKIN
lLa vida de Timo Maas cambió en 1999, cuando su remezcla de “Dooms Night” (de Azzido Da Bass) saltó de su consola a las pistas del mundo y se convirtió en algo así como el conciliador de dos microuniversos paralelos: el trance y aquello que se conoce como 2-Step (una revisión dub y dominguera del tecno garage, muy de moda en el Reino Unido a fines de los ‘90). De manera que Maas (no Mass, como solían escribirlo los angloparlantes) fue una especie de alquimista de esa intersección espontánea, y desde entonces pasó a integrar el club de la fama de la música bailable, remixando para gente como Madonna, Fatboy Slim y Garbage. “Para ser un buen DJ tenés que tener experiencia y onda”, dice él, desde una localidad cercana a Hannover, en el norte de Alemania. “Ahora bien, para ser un DJ famoso tenés que tener, antes que nada, suerte. No sé exactamente cómo funciona. Si lo supiera, escribiría un libro sobre eso y vendería millones.”
Maas estuvo en Buenos Aires en octubre del año pasado y se presentó en Pachá, dos semanas antes de la primera edición argentina de Creamfields. Este fin de semana volverá como estrella del festival, en el año en que lanzó su primer disco de autor, Loud. Ahí está el teutón montando canciones sobre sus calientes bases percusivas: sintetizadores ‘80, citas a la ciencia ficción de mediados de siglo XX (La Tierra permanece) y varias voces invitadas más o menos estelares (se destacan Finley Quaye y la sirena negra Kelis). Las letras, siempre en inglés, son bastante anodinas, pero el ánimo de expansión musical de un tipo al que solía asociarse con cierto trance esquemático no deja de ser destacable. “Soy una persona muy positiva, un DJ muy fiestero y para mí era importante demostrar que la música dance puede ser mentalmente más abierta de lo que mucha gente cree”, define. “Cuando entré al estudio, me pregunté cosas como: ¿por qué no voy a agregar acá una guitarra eléctrica, si suena genial?” ¿Qué tanto influyó el éxito de los discos cancioneros de colegas como los Chemical Brothers o Fatboy Slim? “Me gusta lo que hacen los Chemical, Norman Cook o los Bassement Jaxx, pero no tiene nada que ver con lo mío”, se distancia. “Yo nunca me subí al tren de otro, siempre me concentré en mi trabajo. La única inspiración musical la obtengo de mi productor, Martin Buttrich. Hemos trabajado durante tanto tiempo juntos que nos entendemos a la perfección.”
Habiendo recorrido el mundo, se le pregunta a Timo cuáles son las ciudades más calientes para bailar y pasar discos. Primero ofrece una respuesta sospechosamente demagógica. “Personalmente me gusta mucho Pachá, en Buenos Aires. Y no soy el único que lo dice. Creo que es, por lejos, el mejor club del mundo. Y lo que lo hace tan especial es que combina público perfecto, lugar perfecto, sonido perfecto, onda perfecta. Y un DJ residente increíble como Hernán (Cattáneo). Muchos de mis colegas piensan lo mismo. También me gustan Circus, de Los Angeles, y Tribe House, acá en Alemania. Pero Pachá les gana a todos. Es una locura.” Un momento después, cuando el cronista le habla sobre su primera visita a la ciudad, el germano pregunta: “¿De dónde estás llamando? ¿De Buenos Aires? Ah, no sabía. No dije todo eso para quedar bien, de verdad”. Quién sabe.
Maas no ve la hora de abandonar el helado noviembre europeo y aterrizar en la primavera sudamericana. ¿No le teme a la Argentina violenta de los noticieros? “No, algunos me dijeron que tuviera cuidado en Medellín, adonde también voy, pero nadie me dijo nada sobre la Argentina. Todos mis amigos están envidiosos de que voy para allá. Acá todos saben que la economía está muy mal, pero también se sabe que es un país increíble, con gente maravillosa.” Hablando del asunto, Timo le atribuye a la crisis financiera global la depresión de la industria dance, que ve cómo cierran sus puertas algunos de los clubes-insignia de la explosión popular de la década pasada (el caso más sorprendente es el de Cream Liverpool). “Todossabemos que la escena electrónica está cambiando, y eso sucede a nivel mundial. Por estos días, algunos sentencian la muerte del dance, pero la industria todavía sigue vendiendo discos, aunque ciertamente en menor cantidad. El asunto es que todo el planeta está en recesión, y creo que ésa es la razón principal de la caída del negocio. La gente ya no sale todos los fines de semana, no tiene dinero suficiente. En cuanto a la música propiamente dicha, el dance está cambiando una vez más, y eso es lo bueno de esta música. Hoy hablás de ciertos estilos de una manera y dentro de tres meses ya son otra cosa. Aparece un disco clave y las ideas empiezan a transformarse. Los viejos clubes están cerrando, ya dieron lo mejor de sí, y ahora es tiempo de que aparezcan nuevos clubes, nuevos artistas, nuevos conceptos.”
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