TRIO IBAÑEZ, HUMOR DOBLE FILO
Los grandes temas
Capaces de denunciar que la ciudadela inca Machu Picchu era en realidad un barrio privado; de recordar el amor púber por la profesora de Geografía del colegio; o de edificar una honesta y babosa oda a Las Leonas y sus bombachones (“Carta de un león a otra”); las canciones del Trío Ibáñez no son ortodoxas. Con un disco editado y agotado en sus 2500 copias (El frío no se irá) y una formación, claro, de trío (Diego Recalde en voz, Juan Pablo Esmok en guitarra y bajo, y Martín Broussalis en percusión), que se completa con invitados diversos (charango, cuerdas, vientos, mariachis o firmes jugadoras de hockey sacudiendo polleritas y palos), su show tiene tanto de musical como de humorístico. Lejos del costumbrismo tipo Suar o de las pinturas rockeras en tonos sepia de Lugano o Hurlingham, el Trío Ibáñez incorpora elementos no precisamente populares: tocan con buzos de rugby, alimentan su obsesión por las jugadoras de hockey, hablan de barrios privados... A ver: ¿es humor cheto? Responde Recalde: “No todos los ricos son unos hijos de puta: el Indio Solari es rico, ¿no? Y se ganó la guita muy bien. Así que podemos mirar esos temas sin moralizar. Es un espacio que mucho no da para joder, y que por eso no está tan transitado. Cuando hacemos chistes con eslóganes de publicidades o con marcas (de shampoo, de galletitas), metemos conflictos sociales. O hablamos de un tipo al que la mina lo deja por otro que tiene casa. ¡Nadie había hecho una canción que hablara de nado sincronizado! O lo que decimos de Machu Picchu, que era, en su momento, lo que hoy es Lagartos: un barrio privado. ¿O la definición de un lugar apartado donde van los señores de la sociedad a cargar energía no cabe tanto para Machu Picchu como para un country?”. JAVIER AGUIRRE