EMMANUEL HORVILLEUR EDITA “AMOR EN POLVO”
El ex Kuryaki dice que tenía ganas de hacer un disco “lo menos exigido posible”. Lo produjo su hermano Lucas Martí.
› Por Luis Paz
”Le doy una importancia al disco no habitual a esta altura”, se impone Emmanuel Horvilleur. “Calamaro sacó un disco, Fito sacó un disco, se siguen haciendo discos y hay que ver hasta cuándo. En algún momento me pedirán tres temas cada cinco meses e intentaré contar algo en tres temas”, se anticipa, llegado el caso, a la debacle del formato. ¿Cuál es la particularidad de Amor en polvo, respecto de Música y delirio, Rocanrolero y Mordisco? “Fue el disco con más abismo, en el que menos me imaginaba por dónde podía ir”, admite el músico que, cantando por ahí, encontró su rol: ser un sentimental, como canta en un pasaje de El quemado del amor, un track ideal para segundo corte del disco.
El primero, que ya rota, es 12:30, un disco funky que junto a la apertura Michael logra un homenaje espontáneo a Michael Jackson. En el conjunto, Amor en polvo es un disco que no tendrá tantos potenciales hits obvios como Mordisco, pero que por sutileza tiene más vida útil. “Sé qué me gusta y me soy honesto. Tenía ganas de hacer un disco que sea lo menos exigido posible”, revela Horvilleur sobre este trabajo producido por Lucas Martí, entre otras cosas su hermano. “La confianza fraternal hizo que en principio fuera complicado definir si íbamos a laburar juntos o no en este disco, hasta que nos pusimos a hacerlo. Laburar con Lucas también sirvió para no aburrirme y poder trabajar con un productor nuevo, pero que me entienda”, evalúa Emma.
Así como respeta el trabajo del productor, el autor de Soy tu nena sabe que respeta conceptos “que tal vez sean un poco viejos”, como separar el disco en dos lados con el instrumental Polvo de amor. Hasta sabe que su tendencia a trabajar en formato disco “ya es tradición”. Y la naturalidad buscada en este álbum no sólo aparece en lo musical, donde los teclados acolchonan e incluso hay tres temas con arreglos de cuerda dirigidos por Alejandro Terán y Rafa Arcaute (Spinetta, Calle 13, Fito). En lo lírico, Horvilleur tuvo algo muy similar a un regreso a la fantasía: Dibujo animado es una canción a su hijo André (pausa, ¿es una canción para su hijo André o un modo muy elegante de referirse a algo más?) y en Destino caprichoso remarca que cada hombre lleva un niño dentro. “Es ese espacio que te da la canción, un puente entre la realidad y lo fantasioso. Ese es el juego creativo, ¿no?” Pues sí.
–Entre Dios, el amor y la fantasía, con el que más reparos tengo es con Dios, porque es el más polémico. Pero digo que Dios creó todo con sus manos y usa sus pies para bailar. Lo bajo a algo cotidiano. ¡Yo sólo le pido a Dios que esta noche venga a bailar conmigo!
“Ahí va el quemado del amor, otro que al sol le pegó con violencia, un trastornado que intentó hacer canciones que hablen de la ciencia, la ciencia exacta del amor, tan inexacto como lo que piensas”, canta Emmanuel en el track ya propuesto como segundo corte, una canción con todos esos gestos tan de él (dulcificaciones melódicas sobre la marcha, tonos altos y letras “o” estiradas). “Se trata de reírse del yonqui del amor”, diría Chichi Peralta, de la sobredosis de amor narcótico.
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