Jue 28.11.2002
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CAPRI, CAPITAN VOCODER

Es verdad

Le piden “el” disco y todavía no sabe cuál será, aunque tenga ofertas de varios sellos europeos. Aún así, no recibe ni se vale de los favores de una corte de difusores VIP. ¿Debería?

POR G.A.N.
Que sí, que no. El presente de Capri (el alias de Ariel Aguisky) es la duda. El “panorama” –palabra cara a su imaginario, ya que no sólo fue el nombre de su primer grupo sino también la elegida para darle título a su fallido álbum debut– es el siguiente: varios sellos extranjeros se disputan sus himnos robóticos y joviales, sean en formato EP o en álbum. En la cola están Labels (subsello francés de Virgin), Sonic 360 (del productor Chris Allison) y Gigolo Records (sello alemán que lanzó hace unos meses la edición europea de Deformator Plus, EP de tres mil ejemplares ya agotado). Además cuenta con el visto bueno de los Daft Punk, que vía su manager le pidieron temas para sus sellos. A todo esto, el ex tecladista de A-Tirador Láser giró por Europa a mediados de año –y a lo largo de tres meses– tocando en París, Hamburgo, Berlín, Luzern, Traunstein y Barcelona. Y no hace mucho se bajó de un avión procedente de Colombia, donde ya tiene seguidores y un buen cachet en dólares. Además realizó remixes para Katya Casio (“un tema medio electro, una onda Miss Kittin”, según sus palabras), para Fussible (del colectivo Nortec) y para Kinky, la sensación mexicana del momento.
Sin embargo, Capri no tiene una corte de admiradores famosos y estratégicos. En su estudio casero que hace las veces de dormitorio, en el barrio de Palermo, dice: “Canciones mías como ‘Otelo Paradise’ o ‘Body Up’ están pensadas en contra de la gente que, en vez de hacer música, hace lobby en las fiestas del ambiente. Esa cosa de ‘soy moderno, esto es lo último, me compré un disco de micro house’. Por eso nunca quise estar ahí. ¿Qué es ser moderno hoy en día? Hubo un momento en que odiaba todo eso. Lo gracioso es que mis canciones llegan a esos lugares y no es por mí. No me interesa tener el reconocimiento de una elite”.
Ahora bien, la duda que lo carcome es qué material irá a parar al esperado álbum debut, ya que no sabe para dónde orientar su búsqueda: tiene cuarenta canciones en la bandeja de salida de su computadora –y virtual estudio casero– y varios horizontes musicales en disputa. Por ejemplo, el electro robótico (como “Pantera”, con pasta de hit y editado en el compilado Buenos Aliens), el house y el funk hipnótico (escuela Steely Dan + Illya Kuryaki). En el medio, Capri colgó la edición del álbum Panorama 2080, prometido para principios de este año. “Después de mi viaje a Europa para presentar Deformator Plus, se produjo un cambio en mi cabeza, en mi sonido y en mi idea de lo que es la industria. Panorama 2080 no salió porque no estaba seguro del sonido –si era eso lo que quería mostrar– y por una superpoblación de temas en mi computadora. A veces no puedo dormir de lo bloqueado que estoy. Me están apurando desde varios lados, pidiéndome que les mande el álbum y no sé cuál es mi disco. Además, me siento frustrado porque en la Argentina no podés comprar ni el sticker de Capri. Es un problema.”
Casi como los jovencísimos Strokes y Black Rebel Motorcycle Club, que están reeditando el gusto por el rock de guitarras que no vivieron en vivo y en directo, Capri (generación 77) forma parte de quienes crecieron viendo los videos de Michael Jackson y asistieron al nacimiento del dance en la Argentina con la Z 95. Por lo pronto, este viernes en el Podestá y el sábado en el Festival Buen Día el carismático Capri está presentando la edición argentina de Deformator Plus –con remixes de los neoyorquinos Lectronix, y los argentinos Julián Aznar y el dúo People, además de un par de temas originales y el contagioso e indestructible “Pantera”, con video incluido–, lanzado en coproducción con Buenos Aliens.
Fan de las computadoras (en su infancia tenía un sueño recurrente: que le compraban una computadora; al despertarse y darse cuenta de que era mentira, se largaba a llorar), nerd por vocación (según su definición, “elnerd es una persona que no se queda quieta: quiere saber cómo funciona todo”), Capri dejó atrás una promisoria carrera universitaria en Ciencias de la Computación (materias con diez) para dejarse arrastrar por el ritmo loco de la pista de baile y el humor ácido de su vocoder. Habrá que empezar a tenerlo más en cuenta.

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