LA INICIATIVA “YO LEí ESTE LIBRO”
El proyecto consiste en dejar libros en la vía pública con un instructivo para que éstos sigan viaje y tengan vida propia. La idea ya tiene adaptaciones vernáculas en países tan diversos como Venezuela, Italia, Colombia, Costa Rica, República Dominicana y España.
› Por Brian Majlin
Si una iniciativa para beneficio privado convierte a un joven cualquiera en emprendedor, ¿cómo se le dice a los que toman la iniciativa creativa no para beneficio propio sino como búsqueda pública, colectiva y sin lucro? Podríamos arriesgar una definición que mezclara algo de benefactores de la cultura, pero sin estructura ni rédito personal: los jóvenes y amigos Federico Sordo y Germán Barbato lanzaron el proyecto Yo leí este libro a fines de 2008, sin muchas expectativas, pero con ganas de “hacer algo por la lectura y que la gente participara, sin que sea complicado”.
“Todo empezó con un concurso para fomentar la lectura a través de una gráfica. Como pensamos que sólo con una gráfica no alcanza, se nos ocurrió este proyecto y ni siquiera participamos del concurso”, explican a dúo, aún maravillados por la impensada difusión de Yo leí este libro, que ya tiene adaptaciones vernáculas en países tan diversos como Venezuela, Italia, Colombia, Costa Rica, República Dominicana y España.
El proyecto, de claro corte novelesco en su desarrollo —aunque ambos aclaren que no es un homenaje a ningún autor en particular—, consiste en dejar libros en la vía pública, con un instructivo para su continuo andar. “La gente se interesa y nos pregunta cómo participar. En el blog (yoleiestelibro.blogspot.com) están las instrucciones que pegamos en cada libro, así cualquiera puede dejar libros por su cuenta y no depende de nosotros”, avisan.
La movida creció tanto que la agencia de medios Mindshare Argentina se sumó a Yo leí este libro para que se difunda aún más. Así donarán, en principio, 2 mil libros a repartir en 48 barrios de la CABA y luego agregarán algunos partidos del GBA, con el objetivo de llegar, en el lapso del primer año, a los 6 mil libros en todo el país.
“Además del apoyo económico, queremos expandir la comunicación porque desde Internet llegamos sólo a un público juvenil. Igual hay de todo, cuando dejamos los libros en la calle, nunca sabemos quién lo va a agarrar”, explican. Emocionados por la dimensión obtenida, admiten que les cuesta “caer” en que los libros que han dejado, de autores como Rimbaud, Kafka, Bioy Casares, Cortázar, Arthur Conan Doyle, Julio Verne, entre otros, hayan sido leídos y pasados de mano una y otra vez.
Y agregan: “Cuando arrancamos, investigamos un poco la situación y vimos que los índices de lectura en el país no eran muy alentadores. Queremos que en lugar de mirar tanta TV basura que anda dando vueltas, algunos puedan poner la cabeza en otra actividad que los enriquezca y que no viene nada mal”.
La propuesta empezó a pulmón y luego, con donaciones y sumatorias, lograron hacer rondar cerca de 260 títulos en la Ciudad de Buenos Aires. El fenómeno Internet hizo lo suyo, con más de 15 mil visitas al blog y 3 mil seguidores en la red social: “Creemos que hay más, porque muchas personas nos han comentado por Facebook y por el blog que estuvieron ‘olvidándose’ libros por su cuenta”. Federico y Germán siguen sorprendidos y admiten que no tenían mucho contacto con el mundillo cultural. Uno tocó muchos años en una “bandita” de rock; el otro sólo es curioso e inquieto. Mientras tanto, miles de libros circulan en el mundo como una biblioteca móvil. Por eso, si va por la calle y ve un libro abandonado en un banco de plaza o sobre un teléfono público, no se extrañe y ábralo, que así será parte del proyecto y podrá decir Yo leí este libro.
Este es el resumen del decálogo que colgaron Federico y Germán en el blog, y que debe descargarse para pegar en una hoja si se decide iniciar la circulación de un libro bajo este proyecto. Si usted recibe un libro, puede: leerlo o no, y, luego de poner su nombre en la lista, dejarlo para que otro lo encuentre; no leerlo y dejarlo a que un próximo lo encuentre y lo lea; venderlo, y que al menos el libro le haya servido a alguien y se colabora en que alguien más lo lea; prestarlo, entregándoselo a alguien y que éste actúe según el instructivo; quedárselo, que es una mala decisión, porque priva al próximo; o destruirlo, en ese caso, juzgue su propio acto.
* El blog que registra el recorrido de los libros se llama yoleiestelibro.blogspot.com
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