EL LIBRO PRÉT-à-ROCKER, DE VICTORIA LESCANO
Una notable investigación sobre la estrecha relación entre la moda y el rock en la Argentina, desde sus inicios hasta la actualidad.
› Por Santiago Rial Ungaro
“La idea de nuestro vestuario –explica Michel Peyronel sobre la imagen de Riff– era que desde abajo luciera bien y parecer dioses.” La confesión de este deseo de “deificación” metalero forma parte de Prêt-à-Rocker, una fascinante investigación de Victoria Lescano sobre la estrechísima relación que siempre tuvieron la moda y el rock en la Argentina, desde sus inicios hasta la actualidad. Pero aunque el caso de Riff sea uno de los más significativos por la conexión entre el poderoso sonido del grupo y la estudiada imagen de chicos malos del grupo, las protagonistas de esta historia en general son mujeres: vestuaristas, maquilladoras, novias de músicos, groupies, diseñadoras, musas o costureritas que dieron el mal paso. Y también, claro, nuestras divas locales: las Viuda e Hijas de Roque Enroll, la bella y ahora de regreso Isabel de Sebastián, Fabi Cantilo y su estética del “cualquiercosismo”, María Fernanda Aldana de El Otro Yo (que en los últimos 15 años contó con más imitadoras que nadie) y demás figuras que, en su afán por ser distintas, han ayudado a muchas a ser ellas mismas.
Sergio De Loof (ese Andy Warhol de Remedios de Escalada que supo proponer las Ferias de Segunda Mano como universos paralelos donde reinventarse con dos mangos) alguna vez sentenció que toda indumentaria es, siempre, un disfraz. Pero si aún escuchamos Pescado Rabioso, Los Gatos, Manal, Virus, Los Encargados o Illya Kuryaki es porque sus músicos se supieron reinventar a sí mismos. “Tardé 4 años en hacer el libro, y la verdad es que lo mas difícil de todo fue gestionar las entrevistas”, comenta Lescano (colaboradora de Página/12 en Las12). Y la verdad es que valió la pena. La sinceridad de Gabo Manelli admitiendo que “necesitábamos llamar notoriamente la atención y que nos dijeran: ‘¡Mirá lo que se pusieron!’”, o de Andrés Calamaro afirmando que puede hablar de marcas “durante horas, soy un comprador compulsivo de ropa, pero luego no puedo evitar vestirme con vaqueros y una camiseta”, o la confidencia de Daniel Melero de que él y Gustavo Cerati salían a comprar ropa juntos “tal como acostumbran hacer las buenas amigas”, ya valdrían el libro, que también explica el misterio del origen de los jardineros stone y da cuenta de las idas y vueltas entre diseñadores y músicos.
Suele decirse siempre que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, pero lo contrario también es muy cierto: según Lescano, la legendaria Madame Frou Frou (amiga de Lescano y creadora de las “camisas Donovan” que usaron desde Pappo hasta Nebbia), Noemí Vázquez (amiga de Pomo, Javier Martínez, David Lebon y demás pioneros), o, más cerca en el tiempo, una diseñadora como Vero Ivaldi (responsable del vestuario de Los Brujos, con los que delineó un decálogo de looks del que salieron los estilos más hilarantes e innovadores del rock local), y tantas otras, “no sólo inspiraron a los músicos. Ellas fueron auténticas rock stars. A mí lo que más me interesa es hacer un manual de estilo. Inventar categorías estéticas que no existían. Y también mostrar cómo se fueron entretejiendo las tramas de estas historias”. Historias y entramados en los que, demasiadas veces, las vestuaristas son algo más que eso, tal como explica ese eterno Generador de Modas que es Daniel Melero: “Muy pocas veces tuve vestuaristas profesionales, porque prefiero el ojo de la mujer que elegí o me eligió y ya conoce mi cuerpo”. Y es que, para dejarlo listo para rockear, al cuerpo primero hay que conocerlo.
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