ROB HALFORD EN BUENOS AIRES
EL ¿EX? JUDAS PRIEST VIENE A DEMOSTRAR POR QUE EL HEAVY METAL SE PARECE TANTO A EL, O VICEVERSA. VIRTUOSO, DESAFORADO, HISTRIONICO, PERO ADEMAS UN ICONO ESTETICO HOMOSEXUAL QUE ETERNIZA LAS TACHAS DEL HEAVY.
› Por Mario Yannoulas
Cuando en 1998 hizo pública su homosexualidad a través de una entrevista en MTV, Rob Halford hizo mucho más que salir del closet: entró por tercera vez en la historia del rock. Si bien muchos lo intuían, aquellas palabras rompieron el cerco de cierta moral victoriana que aún confinaba al mundo del heavy metal a la heterosexualidad como pauta sine qua non. Era, a su manera, una revolución. Al menos poder verbalizarlo. Por eso, cuando muchos en sus habitaciones levantaron la vista hacia el poster gigante que endiosaba a ese rubio medio pelado revestido en cuero y tachas, que ahora parecía señalarlos y decirles: “Sí, vos”, se dieron cuenta de que no era un tremendo comehembras, a pesar de que entraba al escenario montado en una Harley Davidson. Y redescubriendo a su ídolo, la mayoría lo siguió encumbrando. “Si revisan un poco los discos de Judas Priest, se van a sorprender por la cantidad de insinuaciones y metáforas que hay en esas canciones”, volcaba, la sonrisa pícara, frente a la cámara. Más aún cuando quien miraba el poster en su habitación se daba cuenta de que él estaba vestido igual, tal vez creyendo que así era más macho. No obstante ese acto disruptivo, de una significación sensiblemente superior a la del mero chusmerío, Halford seguía y sigue siendo uno de los mejores y más influyentes cantantes de la historia; y Judas Priest, otro tanto.
Las otras dos revoluciones de Halford habían hecho de él lo que era: un enorme cantante de heavy metal, personal, virtuoso, desaforado y técnico, histriónico, creativo, pero además un icono estético, aquel que eternizara el cuero y las tachas en el heavy.
–Me parece genial. Es un símbolo de identidad, significa que seguimos unidos, que puedo caminar por las calles de Buenos Aires y encontrarme con alguien vestido igual que yo y pensar: “¡Carajo! ¡Ahí va un metalero!”. Es muy lindo saber que nos reconocemos mutuamente.
–Es que cuanto más tiempo paso viviendo en el metal, más cosas conectadas con eso pienso para hacer. Mi reputación, la forma en que me visto para tocar, mi sentido de la escena, todo eso me dio la oportunidad de empezar esta casa de ropa. Tal vez el tiempo va a dar para algo más, pero en principio la idea es proponer cosas que representen de algún modo mi vida en el género.
Al otro lado del teléfono, la voz de Halford suena como la de un gallardo muchachito inglés. No parece el enorme pelado de barba candado de casi sesenta años que es en la actualidad. Algo paradójico, porque una cuestión central en su persona es la de la identidad: sus tres revoluciones, el canto, la ropa, el sexo, tuvieron que ver con eso. Y hasta un tema de Judas le valió el apodo que lleva con muchísimo orgullo: “El Dios del Metal”. “Mi tipo de voz es muy personal. Si pusieras otro cantante en los temas de Halford, todo el mundo pensaría algo diferente sobre ellos, pero mi voz es tan distintiva, tan reconocible en todo el mundo, que aunque intentes tener la mente abierta vas a pensar: ‘Ah, sí, ése es Rob Halford, el Dios del Metal de Judas Priest’. Y eso es todo lo que quiero ser. Siempre quiero ser Rob Halford, ‘el Dios del Metal de Judas Priest’, porque las canciones que hice con Priest fueron fundamentales para ser lo que soy hoy”, se ensancha.
“No sabés cómo es”, aullaba, la cara entre las rejas, unos pocos pelos rubios y una dosis de glam británico en el video de Breaking the Law. Era cierto: nadie como él sabía lo que era romper ciertas normas del heavy metal hasta transformarlo para siempre. Pero antes de esa liberación, su hasta entonces inconfesada condición sexual lo hacía sentirse oprimido por el entorno. Por eso, en 1985 intentó suicidarse con pastillas en la suite de un hotel, al no soportar la presión de mantener en secreto el dato que podría calcinar su bien ganada reputación. Cinco años después, el intento fallido desembocó en la canción que da nombre a un disco elemental de Judas Priest y del género: Painkiller, cuya traducción al español suena a otro tipo de oferta: “Analgésico”. Así concibieron una piedra fundamental del speed metal, abandonando la primera etapa, más ligada al hard rock y cuya obra cumbre era British Steel, álbum del que se lanzara hace poco una edición 30º aniversario.
Luego de la gira mundial que hace dos años los trajera a la Argentina, Judas Priest decidió tomarse un descanso. Por eso su cantante histórico sacó del garage a su proyecto solista, y recientemente editó el disco Made of Metal, es decir, “Hecho de metal”. Tras la última incursión discográfica de Judas (Nostradamus, 2008), un álbum conceptual doble, esta vez Halford parece acercarse nuevamente a la estructura del single como plataforma desde donde despegar.
–Ah, no, para nada. De hecho, es completamente diferente. Si uno quisiera hacer una comparación, este disco tiene algo similar a Resurrection, mi primera incursión solista: todas las canciones son muy simples, precisas y fáciles de asimilar, para nada complejas. Son grandes temas de heavy metal, y sé que a mis amigos en Sudamérica les va a encantar este disco porque es muy clásico. Diez u once de las canciones las concebí sin pensar en grabar, así que son fruto de los sentimientos más puros y espontáneos. Escribí sobre lo que sentía en el momento, por lo que hay algo muy fresco en el disco, y eso me hace sentir muy cómodo.
–(Risas) Creo que el metal me hizo ser lo que soy. Si sos metalero, sabés cuánto influyó ese mundo en tu personalidad y en lo que sos ante los demás. Mucho más si se trata de un músico que hace esto profesionalmente desde hace cuarenta años. Así que no, yo estoy hecho de metal.
Su carrera como solista al mando de Halford empezó en 2000, tras abandonar otros proyectos que encarara tras su salida de Judas a comienzos de los ‘90, como Fight, que compartía con otro autoexiliado del grupo –el baterista Scott Travis– y Two. Mientras tanto, Judas Priest seguía su camino con la voz del ex cantante de la banda tributo Ripper Owens. En 2005, el frontman volvió a la banda para grabar Angel of Retribution, pero nunca más perdería de vista su cauce en solitario. Además de visitar Sudamérica por estas semanas, volará a los Estados Unidos para unirse nuevamente al Ozzfest y tocar antes de Ozzy Osbourne. Los dos cantantes estuvieron relacionados y hasta Halford llegó a reemplazar a un Ozzy enfermo como cantante de Black Sabbath. “Somos ‘El Príncipe de las Tinieblas’ y ‘El Dios del Metal’ juntos en la misma noche. La unión es maravillosa, se produce una especie de aura mágica en esas ocasiones. La idea surgió de ellos: Sharon (Osbourne) contactó a mi agente en Hollywood y dijo que quería que yo estuviera ahí. Dijimos que sí, por supuesto. Ozzy es un muy buen amigo.”
–Cuido mucho mi cuerpo en general, trato de hacer vida sana, de cuidar mi estado físico, porque los cantantes tenemos el cuerpo como instrumento, y tenemos que intentar mantenerlo limpio. Por eso dejé de fumar y de tomar alcohol. Todavía me siento fuerte arriba del escenario. Hablando de estar bien, el otro día lo veía a Ozzy y me di cuenta de que está cantando increíble: tiene 61 años y las canciones suenan más enérgicas y poderosas que nunca. Ahí tenés otro ejemplo de lo que hay que hacer cuando uno es cantante y tiene tamaña responsabilidad sobre todo el espectáculo.
–No, para nada. Lo mío es simplemente una elección, porque hay muchos estilos diferentes de metal. Hay grandes intérpretes como Dave Draiman de Disturbed, o los muchachos de Linkin Park. Lo que digo es que puede haber muchas revoluciones, pero siempre me gusta que los cantantes canten. Es una elección personal.
* Rob Halford se presenta el martes 26 y el miércoles 27 de octubre en El Teatro de Flores, Av. Rivadavia 7800. Desde las 18.
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