2 MINUTOS PRESENTA VAMOS A LA GRANJA / DIRECTO AL INFIERNO
A SIMPLE VISTA, VALENTIN ALSINA ES MAS O MENOS AQUEL BARRIO QUE LOS HIZO FAMOSOS EN LOS ‘90: BAR, CERVEZA, ALGUN QUIOSCO AMIGO. PERO ELLOS NO SON LOS MISMOS: AHORA CANTAN “CINCO DIAS DE JUERGA Y DIVERSION / Y TU CUERPO PIDE ¡BASTA POR FAVOR!”. TAMPOCO EL BARRIO ESTA IGUAL: “VIENE CUALQUIERA Y TE QUIERE PUNGUEAR”, DICE EL MOSCA. UNA CONVERSACION IMPERDIBLE.
› Por Mario Yannoulas
n“Mosca ya viene. Está esperando el remís en Alsina, tomándose una birra”, anuncia Monti, acodado en el mostrador del bar Yrigoyen, de frente a una Plaza Congreso que vive el éxodo de cada día de semana por la noche. El baterista de 2 Minutos charla con el dueño del bar, que recapitula viejos combates del under porteño durante los primeros años del regreso de la democracia: V8, Doble Fuerza, los “pelados” (léase skinheads), Todos Tus Muertos, cadenas, botellazos, puños callejeros. Monti escucha y cada tanto reconoce a alguno de los personajes. Entre los dos, una botella verde medio vacía donde retoza la espuma y un platito de metal con maní. “Mosca está viniendo.” Mosca entra al bar detonado. Hace un gesto con la cabeza como presentando a su amigo histórico del barrio, Pepino, que brota a sus espaldas vistiendo un jardinero no muy limpio, y con unos anteojos de alto aumento: es como un personaje de una película satírica española, al estilo de Torrente. Mosca advierte su propio estado etílico, saluda al dueño del bar y consensúa los ingredientes de una picada.
“¿Escuchaste el disco, cabezón?” Los ojos redondos, abiertos, la remera no tapa la pancita que asoma delatando un régimen alimentario basado en cerveza. “Después de la tercera birra se me cierra el apetito. No como por días, preguntales a los pibes. Al quinto día tiro la toalla, me agarra la locurita y tengo que parar un tiempo; recién ahí me tomo una sopita.” Pero aunque lleva la vida de un quemado, Mosca tiene algo en común con Bukowski: los excesos de alcohol –a los que ambos aluden en sus obras– no le restaron lucidez. En eso son excepciones. “Somos quemados, pero pensamos”, abrevia sobre él y su gente.
Sin contar el remís, las locaciones y la utilería son propias de aquel novedoso grupo de mediados de los ‘90: Alsina, bar, cerveza, seguramente algún quiosco amigo. Pero el tiempo sí que pasó para los autores de Valentín Alsina, y por eso sus nuevas canciones anuncian que ya no son los de antes, aunque a veces no parezca. “Cinco días de drogadicción y alcoholismo / cinco días de juerga y diversión / y tu cuerpo pide ¡basta por favor!”, ladran en Panik Attack, tema que introduce su octavo y nuevo disco de estudio: Vamos a la granja / Directo al Infierno, título que aglutina rehabilitaciones con The Clash. Sin llegar a la obra conceptual, el acento está puesto en el peso de una vida alocada sobre la salud personal. “Intérnenme”, ruega el estribillo de 900 muy bien, experimento de formato vocal que lidera el guitarrista Pablo Coll en su garganta rasposa, secundada por las voces de sus compañeros. “Somos como Los Borbotones de Los Simpson”, apunta Mosca.
Mosca: –Pablito me mostró la canción y me pareció que estaba buenísima. Nunca la vamos a hacer en vivo porque es mucho trabajo de estudio, grabamos y pegamos muchas voces entre todos. Para 2 Minutos es un tema rarísimo.
Monti: –Vos no te acordás, pero en realidad salió en un camarín en Panamá.
Mosca: –Estaría muy ebrio o drogado.
Monti: –Lo segundo (risas). Fue la última fecha de la gira. Anduvimos por El Salvador, Costa Rica, Guatemala...
Mosca: –Pasó de todo en esa gira.
Monti: –Nos fue mal, nos fue bien...
Mosca: –Me robaron...
Monti: –Migraciones, policía...
Mosca: –Gripe A, fiebre amarilla. Nos tuvimos que dar inyecciones, fue jodido. Cuando bajábamos del micro, nos decían: “Si tienen fiebre o los vemos medio raros, no pasan la frontera”. Yo estaba dado vuelta con una bolsita toda vomitada. Encima, sin mucha plata.
Las canciones de Vamos a la granja se despegan de las de su antecesor directo, Un mundo de sensaciones (2006), para el que la compañía discográfica había sugerido muy enfáticamente la producción de Juanchi Baleirón. El resultado entonces fue un sonido muy pulcro, cercano al de Bad Religion, donde la potencia de las guitarras quedaba velada detrás de una base rítmica seudomecánica. Un intento de encerrar a las fieras. “Es por la forma en que lo laburamos –explica Monti–. ¿Te acordás de que Juanchi nos hizo grabar juntos las bases y después nos separó? Nos llamaba un día a uno y otro día a otro. A Mosca lo llevó una sola vez, no sé por qué...” (risas).
Mosca: –No nos quería juntar porque los muñecos se disparan y no sabés para dónde arrancan. Yo le preguntaba por qué tenía que ir tan temprano. Cuando veía que agarraba una botella de vino, me decía: “No, para vos tengo café” (más risas). Ese fue un disco medio... cada uno tuvo su experiencia personal. Juanchi nos hacía ir en horarios diferentes, así que casi ni los veía a los pibes. Este disco, en cambio, fue un desquicio.
Monti: –Estuvimos más juntos. Por ejemplo, en los demos, cuando Mosca grababa las voces, pegábamos un tema y nos abrazábamos entre todos.
Mosca: –El proceso fue una locura. Creo que es uno de los discos más drogados y alcoholizados de 2 Minutos, en todo sentido. Me parece que se nota.
Mosca: –Sí, como volver a las bases.
Monti: –Estábamos más relajados porque el estudio es de Ariel, el productor del disco, que es amigo nuestro, así que era como ir a visitar a un amigo y grabar.
Mosca: –Nos habían ofrecido grabar en Del Abasto al Pasto con Alvaro Villagra. Analizamos: “El estudio tiene chapa. Alvaro Villagra tiene recontrachapa. Nos va a salir un huevo”. Elegimos hacer algo más lo-fi a nivel estudio, aunque el sonido es muy bueno. Y, tranquilos, dijimos que no, chau, chúpense una pija.
Mosca: –Al quinto día ya te viene el “mmm, me siento mal, dame una pastillita”. Ultimamente siempre ando con una, es salvadora: cuando te sentís mal, te relaja. Le tengo un cariño especial a este disco porque laburamos mucho dentro de tanta locura. Pasaban noches que no pegábamos una, pero cuando hilábamos, arrancábamos bárbaro.
Mosca: –Ya no tenemos veinte años. Estamos grandes y no es el mismo cuerpo de antes. Nos seguimos drogando y escabiando más que antes, pero al quinto día, agarrate... También sabemos que somos una banda así y jugamos con esos límites, aunque de vez en cuando nos agarra la chiripiorca.
Mosca: –Me chupa un huevo. Tengo 43 años y me siento divino, feliz, contento.
Monti: –Se te nota (risas).
Mosca: –No, bien. No somos niños, pero vamos a seguir hasta donde nos den el corazón y la cabeza. El hígado lo tengo hecho pelota, pero el corazón anda bien. Y después, cuando haya problemas, probaremos el Viagra. Todavía no lo necesito, más adelante supongo que me clavaré uno y después te cuento. Pero eso es para otra nota.
En sus primeras producciones, 2 Minutos disparó una serie de fotos que desnudaron el lado oscuro del menemismo, cuando la vida suburbana había empezado a trastrocarse. Detrás de la puerta al Primer Mundo había un grupo de obreros hiperexplotados que perdían trabajo e identidad. “Rifaron un país / supieron cómo hacerlo / prometieron mucho trabajo / jamás, jamás cumplieron / los jubilados siguen marchando / el obrero sigue explotado / Ya casi no hay trabajo, postal ‘95 / ¡El pueblo quiere trabajo!”, tan simple como eso era Postal ‘95. Sin futuro a la vista, la descendencia lumpen sólo aspiraba a vaciar botellas y pelearse con la banda de enfrente. “Nunca estuvimos de acuerdo con el menemismo, era una fantasía total. Muchos dicen que la piedra fundamental del rock barrial la puso 2 Minutos con Valentín Alsina. No me llena de orgullo ni de nada, pero flasheo cuando pienso: ‘A la mierda, inventamos algo nuevo’. En realidad era punk rock clásico, aunque es cierto que faltaba algo así. Después cada banda que salía de un barrio como que hinchaba por su barrio, muy hooligan la onda”, desdobla Mosca, echa unas carcajadas y hace reír quejándose de la picada: “¿Qué me das? ¡Esto es una Cajita Feliz!”.
En su momento funcionaron como un espejo villano para la sociedad. La banda nació en la época de la hiperinflación, en tiempos de desmembramiento social y desilusión, de la detonación de las utopías más pequeñas. Debutaron como banda el día que Menem ganó las presidenciales del ‘89. “Era julio, la época de los saqueos a Alfonsín. Fue en un barcito de Juan B. Justo y Ramírez de Velasco que tenía un sótano donde se juntaban los mamados de Villa Crespo y Chacarita. Ibamos a escabiar ahí viernes, sábado y domingo, pero era todo folklórico, tocaban la guitarra, cantaban bagualas, chacareras. Nosotros íbamos re punkies y cada tanto le preguntábamos al dueño: ‘Che, ¿no da para poner un casete?’. El chabón ya nos quería, y un día escuchándonos hablar nos dijo: ‘¿Ustedes tienen banda? Porque yo tengo un sótano’. Se lo alquilamos, y así salieron las primeras fechas”, recuerda Mosca.
Ahora retoman la temática social en Melodía de barrio, donde no hablan del ambiente de una película de Sorín, ni de los pajaritos, ni del silbido de algún engominado perdido: “Una ambulancia va chiflando / por la avenida de mi barrio / alguien está zarpado / espiando desde su ventana / Rambo esta peleando en la esquina de mi casa / y una bala va silbando por el cielo de mi barrio”.
Mosca: –A esta altura, esas melodías son las de todos los barrios. No importa si vivís en un lugar re cheto, van a pasar cosas bizarras, cohetes, robos, todo. Ya no es un fenómeno exclusivo de zonas más marginales, nadie tiene escapatoria. La letra me salió de ver la televisión, de vivir y palpar la calle.
Mosca: –Sí, claro, todos los canales. Hay una mezcla de lo real con la inflación de la tele, que es mortal; te la inflan mal, todo el tiempo te dicen: “Murió éste, dieron vuelta a aquél, robaron un edificio, se cogieron a una pibita que salió del colegio”. Peor que una película de terror.
Mosca: –¿Nuestro barrio? Se acabó el respeto. Viene cualquiera y te quiere punguear. Está re picante, nada que ver con lo que era en ese primer disco. Sigue siendo un barrio obrero, pero a la noche salen los zombis y no se comen ni la punta. La otra vez zafamos de culo porque Pepino conocía a uno de los chorros que nos estaban tirando de la garganta (risas)... Cualquiera, boludo. Ya no hay códigos en el barrio, desde que le robaron a Pepino que dije: “Ya fue Alsina”. Hay amigos de lo ajeno por todos lados: saben que a la noche salen los fisura a comprar una cervecita, un poco de porquería, y se pone difícil. Siguen los mismos locos, pero está un poco más corrosivo.
Pepino: –Hace falta Micky Vainilla.
Mosca: –Noooo. ¿Sabés cuánto puede durar Micky Vainilla en casa? No hace ni un turno, lo dan vuelta al toque.
Vamos a la granja no es sólo problemas de amnesia, ataques de pánico o balaceras urbanas. Incluye cuatro covers –Melero, Sandro, Calamaro y The Clash– y hasta el aditamento de ciertas perspectivas paranormales (Especial). “Ese tema lo compuse hace un tiempo largo. A mí me gustan mucho los Pixies, y habíamos dicho de hacer un cover del disco que tiene un planeta en la tapa... ¿cómo se llama? Bossanova. Hay un tema que tiene el nombre de una chica (Allison), un punkrockito relindo que siempre quise hacer con la banda. Le pedí a mi novia de ese momento que tradujera la letra, y resulta que hablaba de una chica que miraba la Tierra desde otro planeta. Ahí quedé flasheado, pensé: ‘Uh, estos Pixies están re locos’. Al tiempo hice un tema así para Love Torpedos, la banda que tenía con Monti y otro amigo, y me pareció una buena idea: como que la chica era de acá, pero tampoco. No se sabía bien, era una incógnita.”
Mosca: –Es raro, ¿no? Bueno, The Clash, obvio, nos gusta a los cinco, es un ladrillo muy especial dentro del punk rock y esas cosas. El de Sandro (Ave de paso) lo hicimos porque nos gustaba. Le tenemos mucho respeto, además el chabón era de Alsina, un grosso el patilludo. Ahora... (muestra sus patillas) quedó la segunda parte (risas). Mi casa queda al toque de la suya. El tema lo empezamos a tocar antes de que falleciera, cuando lo trasladaron a Mendoza para hacerle el trasplante. La de Sabina y Calamaro la eligió Pablito por una situación especial que él sabe; y a mí Melero siempre me gustó, cuando hace canciones se re zarpa. Nuestros covers siempre fueron medio raros: lo que pasa es que si vas a mi casa, vas a decir: “¿Vos tenés este disco?”. Tengo desde el Topo Gigio hasta la banda más podrida del planeta. ¿Por qué no podemos hacer un tema de Armando Manzanero? El otro día le preguntaba a mi novia: “¿Vos te pensás que salí de la concha de mi vieja con un disco de Exploited y otro de Ramones y los borcegos?”. 2 Minutos, aunque no lo crean, es súper abierto.
Una de las canciones con las que 2 Minutos se dio a conocer, en aquel debut con Valentín Alsina, era Novedades, donde se lamentaban por la pobre situación política, económica y moral que sufrían los sectores populares en la Argentina. El punk se ha asociado frecuentemente a una proclama anarquista, más cercana de un nihilismo pragmático que a los libros de Bakunin. Pero Monti se auto-rescata: “Para mí, el punk no es estar contra todo. El que está en contra de todo es un estúpido, y ser cerrado es ya ser un limitado”. No sorprende tanto entonces la forma en la que el baterista y Mosca vivenciaron el debate sobre la ley de matrimonio igualitario que se dio en el Congreso hace unos meses.
Mosca: –A favor del matrimonio igualitario, todo el tiempo. Al debate lo vi por partes. Es más: con mi novia flasheamos, pensamos que no la iban a aprobar ni a palos. Esa noche hicimos un par de cohetes, comimos una picada, nos quedamos viendo el noticiero a ver qué onda, y nos pusimos re contentos. La veíamos re jodida, pensábamos que nos iban a culear por un par de votos. Y cuando salió la ley era una fiesta. De verdad, de corazón, no me imaginaba que la Argentina iba... no me imaginaba que fuera a salir positivamente. En la contramarcha veía pendejos de dieciséis o veinte años hablando por televisión y diciendo cosas terribles. Estamos en 2010, hermano. Me enferma eso, hay que ser más abierto en la vida.
Monti: –Yo el día de la votación salí tarde de la sala, que queda acá nomás de la plaza, y me di una vuelta para apoyar. En las provincias había mucha presión de la Iglesia.
Mosca: –La Iglesia ya fue, boludo. Es lo menos. Yo fui a un colegio de curas y mirá cómo quedé (risas).
Monti: –Que se pueda debatir está bueno, a todo nivel. Empezando por la banda: hay cosas que debatimos, hablamos, y a veces nos cagamos a palos. Si uno empieza desde el mínimo, está bueno que la gente que te representa trate de hablar y ponerse de acuerdo o no en algo.
Mosca: –Sí, en algún momento llegan a ser tu voz. Porque vos votás una cierta cosa.
Monti: –Después de tantos años, de ver a Menem y con gobiernos que no hicieron nada, uno no está tan acostumbrado a que se esté hablando de política. Ahora muchos pibes hablan de política, y eso es importante. La juventud se está metiendo un poco más, y está bueno que la gente se involucre con el país, porque es muy fácil decir que la Argentina es un país de corruptos o que es el mejor país del mundo, y no es ni una cosa ni la otra: fijate, pensá, leé, y después opiná. Muchos opinan sin saber, o leen una cosa y se quedan con eso, y estaría bueno escuchar un poquito más de voces. Lo que está viviendo ahora políticamente la Argentina está bueno. Que la gente debata, si es para bien.
Mosca: –Somos quemados, pero pensamos.
Monti: –Tenemos nuestros berretines, mostramos lo que pensamos, estamos en la movida, estamos en la calle, no hacemos quince canciones mirando la tele. Vivimos en la calle. Y se cuenta lo que se vive, no se inventa nada.
* 2 Minutos estará tocando el sábado 13 de noviembre en la Fiesta Clandestina Groove junto a Todos Tus Muertos, y el domingo 14 en el City Bar de Martínez.
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