MUCHACHITO BOMBO INFIERNO ENCUENTRA SIMILITUDES CON BUENOS AIRES
El germen del rock mestizo que surgió a mediados de los ’90 en Barcelona y replicó por el mundo a comienzos del 2000 pareciera haber llegado a su fin. “Se la vende como una ciudad cosmopolita y rumbera, pero ha dejado de ser así”, dice Muchachito.
› Por Luis Paz
La rumba de Barcelona se derrumba y besa la lona... y no es sólo una rima consonante. Así lo cuenta Jairo “Muchachito” Perera, el artista callejero que hizo de los bares catalanes la plataforma de lanzamiento de la música mestiza que ahora replica internacionalmente con su banda, Muchachito Bombo Infierno. “Seguramente los argentinos saben que a Barcelona se la vende como una ciudad cosmopolita y rumbera, pero ha dejado de ser así”, revela el español. Y bombardea: “Es increíble el bajón cultural que en los últimos años hubo aquí. El municipio está cerrando lugares, persiguiendo a los que programan música en vivo y sacando de la calle a los artistas urbanos. Bueno, lo que a ustedes les pasa en Buenos Aires. Después de todo, Messi no es lo único que nos une: ambas ciudades hacen una castración disfrazada de civismo”.
En términos futbolísticos, el cierre de pequeños sitios para las bandas afecta a la música del mismo modo en que se vería afectado el fútbol si se tapiase todo potrero: es una torpeza que atenta contra la renovación y el jogo bonito. “Yo me gané la vida de bar en bar durante años. No vivía con lujos y tampoco lo hago ahora, pero al menos podía sobrevivir. Hoy el Estado está abandonando a esos artistas urbanos, a los de la calle”, denuncia contra ambas gobernaciones. “Ninguno de los países occidentales es puro, ni tu cultura ni la mía son puras”, responde a la consulta sobre el futuro del mestizaje: “La gente se mueve y la historia de nuestras familias es el movimiento y tiene raíces de varios lados. Todo nace del mestizaje, lo puro-puro no existe, y los detractores son personas con pensamientos ultraconservadores que no ayudan. En Nou Barris (localidad al norte de Barcelona) se hacen actividades en la calle para juntar a las colectividades a partir de la música, el deporte y la gastronomía. Es eso lo que se debe generar desde una gobernación y no invitar a la población a que nos metamos en casa con una escopeta para defender al país”.
–Pero cuando aquí se piensa a Barcelona, se tiene esa imagen de ciudad en movimiento cultural constante donde la creación está en ebullición. ¿Tan distintas son las cosas ahora?
–Mira, si quieres tocar en el metro de Barcelona te toman un casting. Eso es culpa de esos programas como American Idol que hacen mucho daño a la cultura, porque tienes a tres personas, cuyo aporte cultural es por lo menos dudoso, decidiendo sobre los gustos de todo un país. Es un desastre mayor para la cultura que las descargas ilegales de discos. Y que eso pase en España o Argentina es serio, pues son países con una cultura amplia.
–¿Entonces hay una réplica conservadora de los políticos, que persiguen así a la cultura?
–La cultura es un distintivo de la Humanidad, su construcción más grande. El problema es que la política es más mercantil que nunca y no encierra la palabra “humanidad” por ningún lado.
Además de sacar a la luz cómo la cultura rumbeante barcelonesa pasa “uno de sus peores momentos históricos”, Muchachito Bombo Infierno acaba de publicar su nuevo disco, Ida y vuelta. “A nosotros no nos molesta que bajen nuestros discos. Vivimos de nuestro sudor en el escenario, pero las canciones están ahí y es bueno que las escuchen aunque no las puedan comprar. Sacar un disco barato sería lo mejor, pero bueno...”, se queda.
–¿”Pero bueno” o “pero las compañías y los precios de los estudios”?
–Nosotros nos hemos autogestionado desde el comienzo y eso nos hace saber qué estamos dispuestos a dejar en manos de un sello y qué no. De todos modos, ya no es como antes que las compañías eran como vampiros que te chupaban la sangre, hay quienes hacen bien su trabajo y dan buenos acuerdos. El problema es que somos dieciocho y para que un acuerdo sea bueno y dé para que todos sobrevivamos, tiene que ser un muy buen acuerdo.
El Bombo Infierno es un combo musical mestizo-catalán que, con base en las canciones de Muchachito y la clave de rumba, entremezcla sonidos de todo el GPS de la música mundial con una notable presencia de los vientos fuertes del enclave gitano, flamenco y rumbero. Entre esas dieciocho personas que nombra Jairo como parte del Bombo Infierno, no sólo están los músicos (el teclista Tito Carlos, el batero Héctor Bellino, el contrabajista El Lere, los trompetistas El Ciclón y El Jaguar del Paralelo, los trombonistas Luxurius y El Niño, y la Gigoleto Brass en saxos), sino también el equipo técnico y el artista plástico Santos de Veracruz, que a la manera de Liniers con Kevin Johansen le pone imagen mural a los shows más grandes de Muchachito. “Con Santos somos como los Milli Vanilli, aunque yo soy el de ojos verdes”, canta Jairo.
En vivo, las presentaciones de Muchachito van desde la intimidad de su poesía a la hermandad que propone su energía y la intelectualidad crítica y humorística que Muchachito pone en sus monólogos. En eso apareció el “rumboxing”, la etiqueta que les puso a sus historias de rumba, swing y peleas mano a mano entre canallas y héroes de las calles y de otras márgenes. Ése es el caso de, por ejemplo, los piratas de la canción La pandilla voladora: Edward Teach (más conocido como Barbanegra) y Samuel Bellamy (Sam el Negro). “Esos son los piratas de la Edad de Oro del Caribe, a comienzos del siglo XVIII. En esa época había valores muy adelantados a su tiempo. Los piratas tenían pagos por invalidez y enfermedades derivadas de su tarea, no juzgaban por color de piel o elección sexual. La tripulación era formada por esclavos liberados. Fueron unos tipos que con agallas y el modelo de justicia de Robin Hood hicieron temblar a tres imperios: Francia, España y Gran Bretaña, que tenían ejércitos maltratadores y llenos de crueldades”, se ceba Muchachito con las historias de garfios, parches en el ojo y patas de palo.
Del mismo modo, en el tema Tiempos modernos, Muchachito hace su crítica a la política moderna que, un poco más allá de congresos y casas de gobierno, es también un alerta contra las filosofías de vida modernas. “Si estás en casa viendo la televisión todo el día nada pasará en tu vida. Decidir quedarte mirando la tevé también es política”, dice quien si de algo sabe es de salir a la calle a ganar vida y no solo ganarse la vida. “Mi mayor triunfo es estar vivo y poder tocar día a día”, responde cuando se le consultan por los peligros de la noche a la intemperie. “Conviví con todos los personajes de la calle que te imaginas, era el que reponía las cajas de cerveza en el bar y el que tocaba por la noche, la gente que hacía la calle me venía a ver, nos poníamos arrabaleros con todos los personajes que a otros sitios culturales no dejaban pasar.”
–Según lo que decías al comienzo, estamos en un momento similar: ahora tampoco los dejan pasar y los están poniendo fuera de la calle.
–Es cierto. Fijate la letra del tango Cambalache lo actual que es. El ser humano siempre ha sido así, como en esa canción. Pase lo que pase y aunque los gobiernos te quieran en tu casa como en El Gran Hermano, con un arma para matar inmigrantes y una computadora para enterarnos de qué comprar, el contacto cuerpo a cuerpo no se debe perder. La vida en la calle no es sólo la noche, también el día, los deportes y la gente. Sólo estamos en una mala racha.
* Muchachito Bombo Infierno toca el martes 9 de noviembre en Niceto Club (Niceto Vega 5510). A las 20.
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