DISCO INTERNACIONAL: PLASTIC BEACH, DE GORILLAZ
› Por Luis Paz
La despedida de una banda pop prefabricada nunca fue tan difícil como será dejar ir a Gorillaz, el grandioso grupo de avatares liderados por Damon Albarn. Su tercer y último disco, Plastic Beach, fue elegido por once de los músicos consultados por el NO como mejor disco internacional de 2010, sacando ventaja a otros grandes discos extranjeros del año: el Mojo de Tom Petty y los Heartbreakers (que quedó segundo, con 8 votos), el sonidero de Entren los que quieran (de Calle 13, tercero con 7 votos), y más abajo el saludable Scream de Ozzy Osbourne, el majestuoso Congratulations de MGMT y el conceptual The Suburbs de Arcade Fire.
Plastic Beach es un disco impresionante, de amplio espectro, de ceñido concepto y de conceptual aspecto. Entre el dub, el hip hop, el synth pop y la exploración instrumental (a veces más étnica, pero siempre debajo de un halo urbano), a Damon Albarn le alcanzaron 16 canciones para documentar una fábula cyber-punk: su tragedia musical sobre el estado de putrefacción del mundo tal y como alguna vez fue conocido antes de que los humanos se cebaran con su explotación y lo dejaran reducido a esta playa de plástico.
Albarn sabe acerca de un par de cositas: cómo sobrevivir en la música, cómo sobrevivir al brit pop, cómo rodearse de colaboradores, cómo vender una idea y... cómo robar. Porque en sí, Plastic Beach es la suma de Phillip K. Dick con el videojuego Fallout, las películas La Ciudad de los Niños Perdidos, Waterworld y alguna de piratas. Lo interesante es que el sentido del disco es mucho más cyber/steam-punk que ambientalista: Albarn no sale a ajusticiar a las corporaciones ni a los particulares que están pudriendo desde adentro a este planeta, sino que posa la vista en algunos hechos, los conecta y los presenta más como una obra de arte que como un acto periodístico o de protesta. Su último disco con Gorillaz, qué más da.
En Plastic Beach hay una notable idea (no nueva, pero sí notable en manos del ex Blur), pero convertida en casi una genialidad gracias a las colaboraciones: Snoop Dogg, Bashy y Kano (dos de los mejores grimers del 2010, Lou Reed, Mos Def, (el sobreviviente del R&B) Bobby Womack y hasta la National Orchestra for Oriental Arabic Music y dos The Clash reunidos por primera vez en 25 años (Mick Jones y Paul Simonon). Albarn ha sabido encontrar a su pandilla y, sorpresivamente, mantener un bajo perfil en su indudable pico artístico. Ya estuvo bien aquello de la “banda virtual”. Gorillaz es tan real como su trilogía de discos que ahora, con Plastic Beach, el retrato obsesivo, perverso, iluminado y romántico de Albarn, llega a su fin. En este disco queda registrado el hip hop zombie de un planeta que está a punto de ser tapado por la mierda. Y cuando pase, no habrá Gorillaz ni dibujitos que lo curen.
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