EL VIAJE EN LOS TIEMPOS DEL START-UP
LA INDUSTRIA DEL TURISMO, QUE GENERA 350 MIL MILLONES DE DOLARES AL AÑO, TAMBIEN ENTRO EN UNA ENCRUCIJADA DIGITAL: “LO PAGO ESTA OBSOLETO. NO QUEREMOS PAGAR POR NADA: NI PELICULAS, NI MUSICA, NI GUIAS DE VIAJE”, DICEN LOS VACACIONISTAS 2.0. ¿QUIENES Y COMO SON? ¿SE PUEDE VIVIR CONOCIENDO PAISES, GENTE, PAISAJES Y FIESTAS CON SOLO CREAR UN START-UP? ¿HABRA WI-FI EN LA CIMA DEL EVEREST? EL NO SUMA PREGUNTAS Y MILLAS DIGITALES.
› Por Federico Lisica
En el fogón se canta eso de que “cambia, todo cambia” y hay algo que lo está haciendo con fuerza: en épocas de recauchutaje y personalización gracias a Internet, los dispositivos móviles y redes sociales (ejem, todo lo que engloba el 2.0), ¿por qué no iba a hacerlo el viajero? Antes de que algún mochilero de la vieja escuela descuartice estas páginas estaca en mano (clavada a 45 grados), vale adentrarse en cómo el concepto de “hacer dedo” puede tener más de un significado, si se tiene un teclado y conectividad en el área. La brújula será un poco menos hi-tech que la que usan en la serie Viajeros, pero igual de imprescindible para salir a la ruta.
“Dos días atrás estaba atascado en la nieve”, dice Diego Sáez Gil, resignado a una tarde pegajosa en Buenos Aires. Este tucumano de 28 años volvió de Nueva York para las Fiestas y, de paso, dio a conocer su plataforma de viajes Off Track Planet. Hace 4 años salió de Concepción y llegó a Barcelona por una beca de estudios a la que accedió vía Internet. “Llegué con lo justo para vivir un mes, conseguí un laburo y usé la poca guita que tenía para conocer Europa tipo backpacker. Me fascinó y así me fui enterando del couchsurfing, el hitchhiking... todas esas formas de viajar.” ¿Lo qué? “El backpacker es como la versión evolucionada del mochilero, en los ‘70 era un tipo más hardcore que dormía en la calle, en cualquier lado. Ahora tiene otras posibilidades. La idea principal es que no vas a un solo destino sino que te trasladás.”
Con la intención de ser un “mejor ciudadano del mundo”, la cabeza abierta y “conociendo gente con mejores valores y ganas de inspirar a los demás”, Diego llegó hasta un hostel en la Gran Manzana a fines del año pasado. Ahí se cruzó con Freddie Pikovsky, otro veinteañero que había trabajado en marketing con bandas como Sonic Youth y acababa de lanzar un blog de viajes. Bastó una charla para que diseñaran un sitio que, a pocas semanas de su lanzamiento, ya cuenta con 50 mil visitas mensuales y aspira a disputarle el mercado de turismo joven a quien sea.
El tono de Off Track Planet es zarpado, cuenta el emprendedor: implica saber dónde empedarse con lugareños en Bangkok, el Top 10 de cosas para hacer gratis en Buenos Aires (que no asquean), las estatuas más porno del mundo, una guía sobre las mejores fiestas electrónicas y secciones como “What the F*ck” —un ABC de bizarreadas de todo el planeta— o “Broke Ass” (para hacer turismo con poco y nada). “Hay una edad en la que querés visitar algo más que catedrales y museos, y las otras guías no se animan a mostrar lo que nosotros sí. Proponemos un estilo de viaje distinto al del tipo que va con la camarita y la sombrilla. De ahí el nombre Off Track: estamos al costado de la ruta”, explican.
Aunque a la hora de hablar del contexto, el sostén comercial y las herramientas, no hay tanta diferencia con otros emprendimientos, sean plenamente digitales como Gogobot, Dopplr o conocidos del sector como Lonely Planet, Berlitz o Time Out. Todos aprovechan la fusión de la web junto a los teléfonos inteligentes y netbooks: el objetivo es vender aplicaciones móviles (de planificación, presupuesto y reserva) y otros servicios (“¿Te despertaste hecho mierda en Bombay? ¡Te vamos a buscar!”). Pero Sáez Gil se desmarca de los demás por su raíz internetiana: “Somos de la generación Napster, somos abogados del contenido gratuito. Lo pago está obsoleto. No queremos pagar por nada. Ni películas, ni música, ni guías de viaje”.
Jorge Gobbi, del completísimo Blogdeviajes.com.ar, amplifica: “Hay una tendencia en muchos mochileros a no querer gastar, como si parte del ‘saber viajar’ pasara por no pagar. En realidad, el tema es saber cómo hacer todo lo posible con un presupuesto ajustado. La red viene bien a la hora de armar viajes y tener una idea adecuada del presupuesto. Habrá que ver cuánta gente está dispuesta a pagar por aplicaciones como las guías para celulares que ya tienen un costo. Lo que se paga no es tanto la información, que con una búsqueda extensa se encuentra. Se paga por la organización de esa información y por el tiempo que te ahorrás”.
En la mano que sostiene el smartphone: “El turismo, y en especial el joven, fue uno de los pocos sectores de la economía que no se resintió en países como Estados Unidos. Hay pibes que deciden tomarse un año sabático por la crisis; por eso, hay muchas expectativas de crecer”, cuenta Sáez Gil, que sueña con convertir Off Track Planet en la red social definitiva para mochileros, enfocado al mercado anglo como la mayoría de estos espacios, aunque tienen intenciones de castellanizarse. En uno de sus artículos más graciosos, le enseñan a la gringada qué ropa no usar para ser identificado como estadounidense. Ese es el tipo de experiencia de vida que se acumula en aparatos último modelo.
No hace falta usar el traductor de Google para ver que la brecha entre turistas de distintas latitudes se amplía en lo tecnológico. “De los turistas internacionales se nota mucha presencia de smartphones, teléfonos con más funcionalidades, netbooks y cámaras digitales. En el caso de los mochileros locales, la adopción de dispositivos es menor, por costos y presupuesto. Aunque los mochileros argentinos usan mucho la red para informarse, en particular para moverse con un presupuesto acotado, en la ruta la adopción de dispositivos digitales se concentra sobre todo en cámaras digitales y celulares”, aporta Gobbi.
MappyFriends.com es una start-up creada por dos argentinos y dos holandeses que busca insertarse ofreciendo apps para gigantes como Apple. “Cuán grande es tu mundo” es su lema y prometen información en base a recomendaciones de conocidos. “Descubrimos, como ciudadanos y viajeros, que cuando uno busca un hotel o un bar en buscadores, obtiene millones de resultados irrelevantes y desordenados. Los sitios que buscan resolver esto con reseñas de usuarios tienen un problema similar: cientos de comentarios de gente que no conozco y en quien no puedo confiar. Lo que aportamos es una capa social que se suma a los datos disponibles en otros sitios y es mucho más relevante para elegir a dónde ir”, explica Danilo Durazzo. Para él no hay dudas sobre el porqué de la explosión del turismo 2.0. “Esta industria mueve 350 billones de dólares anuales, es de las primeras que se volcó al e-commerce con un claro valor agregado en las tecnologías móviles y las redes sociales.”
Jorge Alonso tiene otro hobby además de viajar por el mundo. Este escritor free-lance envía por mail impresiones de los lugares que visita a sus conocidos. “Compartí sonrisas y recibí las más dulces flores en Nepal. De los océanos más fecundos del mundo a caravanas de camellos. Vacas santas, tiburones amigos. Ofrendas, mezquitas, rezos y elefantes. Despegue del piso entre curry y sahumerios”, recuenta sin dar demasiados detalles sobre esas latitudes. Para él lo fundamental es otra cosa: “Si contabilizo todo el tiempo que he pasado de vacaciones, la cuenta me da 3,4 años viajando. Sin embargo, a ese 10 por ciento del tiempo vivido en viajes pertenecen los mayores aprendizajes, amores, anécdotas, culturas, riesgos y diversión. Seguramente, cuando tenga 80 años, los mejores recuerdos seguirán en esos fuelles entre bloques que son los viajes”.
Con ese registro amplio, la TV también se está haciendo eco de la vida los que optan por vivir en otra parte. Jorge Pichetto, productor ejecutivo de Clase Turista, tiene su opinión sobre cómo “los argentinos son atravesados” por las ciudades. “Nuestro programa no es turístico, o lo es en un segundo plano. La búsqueda tiene que ver con contar una ciudad desde la experiencia de un argentino que allí vive. Es decir, una ciudad cruzada por un argentino o viceversa. Sin ir más lejos, lo que nos fue demostrando el programa es que sin importar si se trataba de Pekín o Río, la gente se enganchó mucho más con la visión y el recorte de los personajes que con la ciudad en sí. La gente se tenía que identificar con ese personaje y que eso los lleve a pensarse a ellos mismos viviendo allí”, analiza. Así, Clase Turista (uno de los mejores formatos televisivos de 2010, que este año volverá con Estambul, Beirut, Dublín, Nueva Delhi y Nápoles) mostró a un argento varado en un barco en Ibiza y a otro que había elegido vivir como un homeless en Tokio y trabajando de figurante en eventos que necesitaban occidentales. “Donde sea que vayas hay argentinos buscándose la vida de las maneras más originales”, asegura.
Lucía Crusoe (¡qué apellido para una viajera!) y Javier Orti lo hicieron bajo una consigna: “Hippies x 6 meses”. Y de esa forma titularon su blog. No se anclaron, como Robinson, en una isla, sino que recorrieron diez países de Asia (Indonesia, Singapur, Malasia, Vietnam, Laos, India, entre otros) junto a una escala de occidentalidad en Londres. “Nos íbamos al otro lado del mundo y a culturas totalmente distintas, en algunos casos a lugares que previamente ni sabíamos ubicar en el mapa, queríamos tener una vía de comunicación online para que los nuestros vieran que estábamos bien. Darles la posibilidad de viajar un poquito a la par; era tan lindo lo que estábamos viviendo que queríamos compartirlo”, explica Lucía. De estética TEG, profuso en data sobre los lugares, sentencias filosóficas incluidas, el blog se sigue ampliando con recuerdos y fotos hasta el día de hoy. Y si tuvieran una mochila con paneles solares, como las que se venden en el Norte, hasta podrían cargar su teléfono en los puertos USB que trae y subir cuantos contenidos quisieran (siempre que sea de día).
Cerca del Monte Everest se les hizo complicado hallar wi-fi, lo mismo en Lijiang, China, y cuando abrieron su casilla “en un locutorio rarísimo y enorme, de dos pisos”, encontraron cientos de mails preguntando si estaban vivos. “Horas atrás había ocurrido una de las peores catástrofes naturales de la zona, el terremoto de Sichuan, provincia limítrofe de Yunnan, y nosotros estando ahí nos enteramos por mail”, cuenta. En Koh Phi Phi, Tailandia, los esperaba otra sorpresa más agradable y grande: conocieron a una pareja de argentinos que les preguntaron si eran los “hippies” del blog. “Hasta lo habían usado como referencia para su viaje de luna de miel y nos cruzaron en un barco... ¡mirá que Asia es grande!” Una experiencia perdurable y colorida como sello en un pasaporte. Si bien “para viajar no es indispensable ningún dispositivo tecnológico”, creen que el blog fogoneó la travesía. “Los viajeros se concentran en temas puntuales, como transporte público, precios y hospedajes —marca Gobbi—. No suele ser así con los medios más tradicionales, donde por lo general la descripción de los destinos suele ser invariablemente positiva, y con pocos datos puntuales como precios.”
El itinerario de Orti y Crusoe duró más de lo previsto. Incluso más que el de Ben Southall, el británico que tuvo el “Mejor Trabajo del Mundo”, producto de una campaña de marketing que realizó el Departamento de Turismo de Queensland, Australia, en 2009. Por 100 mil dólares debía explorar islas y narrar su cotidianidad en un blog. Obviamente se quejó por la falta de tiempo libre. Pero Southall le tomó el gustito y ahora sigue de gira y lo relata en Bestjobben.com, testea kayaks, fue invitado al Mundial y planea expediciones para 2011. Un explotado realmente.
Los travel-writers de Off Track Planet, por su parte, no reciben sueldo. A cambio de sus narraciones reciben acciones de la compañía, el modelo de pago socializado por las empresas de tecnología.
El fenómeno del turismo mochilero con búsqueda existencialista plena, alejada de lo exótico, no es nuevo. Ya en 1996, Alex Garland escribió la novela The Beach (llevada al cine por Danny Boyle y protagonizada por Leonardo DiCaprio) donde le pegaba de lo lindo a los cazadores de aventuras, Game Boy en mano. Para Sáez Gil, las nuevas tecnologías permiten un “regreso a lo genuino”. “El turismo es un gran depredador, va erosionando las culturas, los medioambientes, prostituyendo los lugares, con la masificación del sector se perdió la esencia del viajero. Y nosotros priorizamos a éste más que el turista. Es una forma de viajar que tiene que ver con descubrir los lugares más libremente, y con Internet tenés más libertad, se vuelve a la independencia por la interacción. Antes si te querías ir a Turquía tenías que pasar sí o sí por una agencia de viajes: eso no va más”, precisa. Entre los proyectos de Off Track Planet está el de hacer una webserie con un viajero que, siguiendo la lógica de Elige tu propia aventura, conoce lugares por la decisión de los usuarios. La banda sonora ya está pensada. “Podrían ser Jack Johnson y Jason Mraz: los dos van con el espíritu del sitio, y a Mraz queremos entrevistarlo, sabemos que anduvo viajando como mochilero por Europa.”
También podrían remixar a Lady Gaga y su Alejandro, sumándole el apellido de Magno y versionándolo con los amigos del fogón. ¿Qué hubiese hecho con las plataformas de hoy ese veinteañero trashumante? ¿Hubiera compartido la trayectoria de su imperio en Dopplr, escrito en Worldhum sobre los eunucos, colgado un video en Pichuleando por telas en Persia, enterado en Off Track Planet de locales para derrapar en el Mediterráneo? ¿Qué apps necesitaría su papiro? Y, al final de todo, quizá postearía en Facebook una foto en la que apareciese saltando arriba de un turco, gritando: “¡Acá estoy chicos... conquistando Asia Menor!”.
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