AéREA NEGROT
Aérea Negrot es la artista transgénero del momento y una de las nuevas divas universales de la contracultura. En estos días se tornó en la nueva gran incorporación de Hercules and Love Affair.
› Por Yumber Vera Rojas
La base aérea comercial más importante de Venezuela, el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, se encuentra a 20 kilómetros de Caracas, en la pequeña ciudad playera de Maiquetía. Allí, Aérea Negrot pasó un sinnúmero de domingos de su infancia en compañía de su abuelo y de su hermana, disfrutando del helado, viendo los aviones despegar y tramando sigilosamente un futuro que sin imaginárselo la convertiría en la artista transgénero del momento y en una de las nuevas divas universales de la contracultura. “Como vivía en La Guaira (N. del R.: pese a que es el nombre de la capital del estado Vargas, es al mismo tiempo la manera en que el venezolano denomina a esta provincia que cobija al aeródromo mencionado) y mi mamá nos daba sundae porque trabajaba en el Burger King del aeropuerto, era el programa completo”, recuerda la cantante y performer de la nación caribeña en exclusiva para el NO, desde Berlín, donde vive. “Entonces veía a las aeromozas y les pedía monedas para coleccionarlas, explicándoles, en mi machucado inglés, que en algún momento iba a descubrir de dónde venían. Y poco a poco lo logré.”
Aérea es noticia por estos días debido a que se tornó en la nueva gran incorporación de la banda neoyorquina de house y nü disco Hercules and Love Affair. “Esa fue una coincidencia de la vida”, asegura. “Estaba en un teatro viendo a Antony and the Johnsons, y salí llorando emocionada del auditorio. Una vez que terminó la función, conocí a Andy Butler, creador de Hercules and Love Affair, en una época en la que ni siquiera había salido el primer álbum de su grupo, y le di un demo con canciones que grabé por mi cuenta. Tiempo después, a través de varios contactos, nuevamente llegué a él. Y en 2008 pautamos un encuentro para hacer dos temas que hoy forman parte del reciente disco de su proyecto.”
Blue Songs se titula esta producción –lanzada el 31 de enero– que Butler, junto a la inminente alineación de su laboratorio dance, saldrá a defender en vivo con una gira mundial que arrancará el 17 de febrero en España e incluirá la Argentina. “Andy quiere que la música decida cuál es el color de la voz del cantante y no al contrario. Por eso, por ahora, soy parte de la formación. En 2010 estuvimos ofreciendo algunos recitales, pues queríamos probar cómo era la reacción del público con este material que es más electrónico y que está inspirado en Berlín.”
La Grace Jones venezolana recaló en la capital alemana en 2004, tras circular por Amsterdam –donde terminó cantando en la Estación Central de trenes después de que un amante que trabajaba en KLM la echara de su casa–- y Londres. “Fui rodando de lugar en lugar porque siempre pensé que había uno mejor para mí”, explica esta mulata que acaba de compartir una serie de shows con Gossip. “Caí en Berlín sin ninguna expectativa. De hecho llegué a pensar que no iba a estar mucho tiempo porque me pareció muy oscura y fría. Sin embargo, gracias a la ayuda de los amigos que tengo aquí, me di cuenta de que podía pertenecer a esta ciudad con mi horrible alemán y mi falta de idea de la burocracia local. La propia urbe me ayudó a adaptarme, incluso con mis latinadas, porque tiene una influencia internacional tan fuerte que permite que te amalgames al circuito que está a tu alrededor.” Y desde ese epicentro del dance mundial comenzó a construir una trayectoria que ya degusta el éxito. “Yo sé que todo el mundo espera que diga que fue complicado. En realidad, lo más difícil para mí fue estar metida en mi casa de lunes a lunes, luego de las fiestas, de la discoteca, de la depresión o de la diversión, haciendo música.”
Mientras participa en la actual columna vertebral de Hercules and Love Affair, Negrot le saca brillo a una ascendente carrera solista apadrinada por Ellen Allien, la emperatriz alemana del techno, y su etiqueta BPitch Control, que tuvo a manera de introducción la inclusión de un tema suyo en el compilado Watergate 05, en febrero de 2010, pero que meses más tarde se consolidó como una de las grandes promesas de la movida con la salida de su primera realización discográfica, el EP All I Wanna Do. No obstante, nada de esto hubiera sucedido sin el espaldarazo de Miguel Toro, referente venezolano en la escena electrónica berlinesa, y de Tobias Freund, productor germano de música dance cuyo nombre está asociado al de figuras de la envergadura de Allien, Uwe Schmidt y Ricardo Villalobos. “Una cosa se unió directamente a la otra. Es un honor que Ellen se haya dado cuenta de mí. Es más: mi debut como artista de su sello fue junto a ella en París. Hay cosas que comencé a hacer dos o tres años atrás, y que ahora están floreciendo. Todavía no me llegó el estrés del jet business. La música es lo que me mantiene aquí, así que me siento feliz por el ritmo con el que me pasó todo esto.”
Si el minimal techno que cultiva ostenta ese matiz tan experimental y al mismo tiempo tan estrafalario, absurdo y hasta operético, se debe a que, antes que productora e intérprete, la venezolana es un baluarte de la performance contemporánea. “Mi relación con el género se dio porque me la pasaba metida en una discoteca, y yo quería bailar y cantar a la vez. Si los DJs tenían micrófono, me lo daban e improvisaba sobre sus sets”, recuerda Aérea. “Al llegar a Berlín me sentí influenciada por Miss Kittin o la propia Ellen Allien, pero no pensaba hacer música. Mi intención de cantar fue la que me llevó a descubrir la tendencia que desarrollo, que espero no sea ninguna.” Oriunda de la localidad guaireña de Los Corales, la exponente de 30 años describe su cabaret electrónico: “Empecé a producir música para tener shows. Por eso mi trabajo lo vendo como presentación en vivo. Mi mayor referencia es lo que veo en la tele desde que era chiquita. Y al igual que la mente elabora conexiones insólitas, hago lo mismo con mi propuesta. El comentario unánime tras mis actuaciones es: ‘No lo entiendo’. Y es maravilloso porque sé a qué se refieren. Ese rollo sensual, de duda y de mentira es parte de mi propósito. Es una gran farsa electrónica. Me gustaría que la gente lo considere así”.
Pero la búsqueda más intricada de Negrot ha sido la de su identidad sexual. “Lo trabajo desde la niñez”, revela sin resquemor esta fan de Antony Hegarty, con esa elocuente y fina entonación que está a un tris de estallar en mordacidad. “Cuando era una niñita, en todo caso niñito, el mundo decía que era un hombre, pero sentía que me habían metido en una película mala. Uno aprende a luchar contra esos sentimientos porque la sociedad, la familia y Dios te juzgan. A mis 16 años saqué a esa demonia que tenía escondida. Y con el tiempo hice las paces con mi pasado y descubrí la música. Sin embargo, el proceso continúa.” Aunque la historia de Aérea evoca a la del personaje central del music hall Hedwig and the Angry Inch, lo que las vincula es su identidad transgenérica, las lentejuelas y su entrada tardía en la música. Las separa la ficción, el origen (una es de la Alemania del Este y la otra de la cuna de Bolívar) y Berlín antes y después del Muro. “Lo que más recuerdo de cuando vi la caída del Muro en la televisión eran los cortes de pelo de los alemanes. Me parecían chocantes. Esa gente vive aún en la ciudad y la ves con el mismo look, lo que reafirma la importancia del hecho porque se quedaron como suspendidos en esa época.”
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