Jueves, 14 de abril de 2011 | Hoy
EL ESPAñOL DIEGO GARCíA EN BUENOS AIRES
Cada tanto llega un buen amigo de Andrés Calamaro. Esta vez su banda promete: Gastón Baremberg, baterista de Fito Páez; y Juan Pablo Rufino, bajista como su padre, Machi: un tercio responsable de Invisible.
Por Julia González
Diego García es un marinero del rock. Con una banda en cada puerto, se va moviendo a merced de su guitarra, una Gibson con puente Bigsby, para tocar canciones suyas, pero de innegable ancla en la música americana de los ‘40 y los ‘50. El guitarrista que acompaña a Andrés Calamaro en las giras y en sus discos desde hace cuatro años, viaja por los continentes en busca del blues, country y jazz. En Nueva York encontró las raíces del bagaje musical que le quita el sueño; pero también le interesa venir al Sur, donde el público “es caliente, pero a la vez le importa la música”, dice Diego con un innegable jet-lag, apenas aparcado en Buenos Aires.
Y el amigote de Andrés tiene buen ojo, porque se preparó una banda nada amateur para que lo acompañe en la Argentina: Gastón Baremberg, baterista de Fito Páez; y Juan Pablo Rufino, bajista como su padre, Machi: un tercio responsable de la huella de Invisible. “Y le dije: me gustaría tener una versión de Invisible. Le digo: ‘¿Conoces tal tema?’. ‘Sí, lo ha hecho mi padre.’ Tenía ganas de hacer algo de rock nacional”, cuenta Diego, que de chico estudió guitarra clásica, hasta que conoció a Jimi Hendrix haciendo desastres con la suya. Estudiar clásico le dio la posibilidad de romper con los moldes académicos y salir de su cuarto infectado de partituras para interactuar con otros músicos, escuchar que alguien atrás está golpeando la batería, componer sus canciones y, de vez en cuando, animarse a cantar algún rocanrol de antaño.
La banda de la dársena porteña se formó en Chile el año pasado cuando; a través de la música, abrazaron al país hermano por el terremoto. Allí tocaron Fito Páez y Spinetta, entre muchos artistas; y Diego, ni lerdo ni perezoso, relojeó a los músicos argentinos. Inicialmente el bajista argentino propuesto por el español fue Matías Méndez, quien había suplantado a la blonda Nerina Nicotra en las bases spinetteanas. “Entonces en Chile contacté con Gastón en batería, le di el disco y me dijo: ‘Bueno, haremos algo aquí, como sea. Vamos a lanzarnos a ver qué onda’”, cuenta.
Con Calamaro eran vecinos del barrio madrileño y se volvieron salmones inseparables de tantas giras y grabaciones (“Me acaba de mandar un mail. Es cierto que escribe mails largos”). A través del ex Abuelo de la Nada, Diego empezó a dar a conocer su música aquí y allá, y ya suma unos cuantos fans que lo recomiendan por el boca en boca, además del Facebook. Muchos vendrán a los shows de Buenos Aires. “Espero que no esté Andrés porque, si no, me va a eclipsar”, se ríe simpático. “Los sitios donde voy a tocar son chicos y se van a llenar. Y si sube Andrés a cantar un tema, se va a montar una tremenda y no me parece bueno; somos amigos, entonces no me parece justo pedirle ese tremendo favor ahora”, cierra.
* Diego García toca hoy en Rosario, el sábado en Boris Club, Gorriti 5568, a las 22, el jueves 21 en Mr. Jones, Ramos Mejía, y el viernes 22 en La Dama de Bollini.
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