Jueves, 5 de mayo de 2011 | Hoy
TEDX JOVEN@RIODELAPLATA
¿De dónde salen las ideas? ¿Quién y cómo puede realizarlas? Las conferencias TED proponen difundir ideas en charlas breves de 18 minutos. Esta semana, la conferencia les da lugar a los jóvenes. Un “intérprete” de Internet dueño de una “start-up rockera”; un rugbier con corazón de león; un cómico de stand-up que cree ser una chiva.
Por Federico Lisica
nCuenta la leyenda –o sea él mismo– que Keith Richards dio con el riff de uno de sus mayores hits en el medio de la noche. Se despertó con su eureka guitarrístico, tomó un grabador y tras empuñar los acordes se volvió a dormir con la cinta en rec: “Fueron dos minutos de Satisfaction y cuarenta de ronquidos”. El Rolling Stone no va a estar en la próxima reunión del TEDX Joven@RiodelaPlata, una pena realmente, porque la anécdota remite al espíritu de la convención dedicada a “diseminar ideas que valen la pena” en charlas que tienen el límite de dieciocho minutos.
TED (Tecnología, Emprendimiento, Diseño) es una “organización sin fines de lucro” que nació en 1984 por idea de Richard Saul Wurman. Pasaron más dos décadas y TED se volvió un fenómeno global gracias a la circulación (por YouTube, iTunes y TED.com) de las exposiciones de las personalidades que dan “la charla de su vida”. ¿Ejemplos? J.J. Abrams –creador de la serie televisiva Lost–, tratando de explicar los misterios de la isla. Julian Assange de Wikileaks antes de ir preso. Varios ex gobernantes. Superamigos desconocidos. David Byrne hablando de música y arquitectura (en una suerte de broma muy inteligente sobre esa frase adjudicada a él). Y, por nombrar uno más, Anthony Atala, un investigador que está desarrollando una impresora de órganos humanos con células en vez de tóner. Lo que leíste.
La cosa creció tanto que desde 2009 se desarrollan los TEDX como desprendimientos “independientes” del primero. En 2010 hubo cerca de 750 en más de 60 países. Incluso en nuestro país hay dos organizadores de TEDX distintos (RiodelaPlata y BuenosAires). Se podrá vivir de las ideas pero, como decía Andrés Calamaro, “no se puede vivir del amor”.
“Después de escuchar las charlas, te querés subir por las paredes para hacer cosas, casi que te abruma la estimulación”, señala Gerry Garbulsky –organizador del TEDX Joven@Rio
delaPlata–. Por esta nueva cita pasarán varios científicos (de nanotecnólogos a físicos, de expertos en sueños a forenses), una escritora, una fotógrafa, varios músicos, un artista plástico y hasta personalidades relacionadas con los medios de comunicación (Juan Pablo Varsky y Adrián Paenza). Unos y otros dedicados a prender lamparitas entre asistentes de no más de 21 años. Otra razón más para haber convocado a Richards: contaba con esa edad cuando se le ocurrió la canción. El NO presenta tres oradores que tienen (sus) historias para contar.
Santiago Siri –cabeza visible Popego.com– juguetea con robotitos, se traba al hablar con inversores, bebe un trago y finalmente triunfa frente al público. Así se lo ve en el trailer de la última incursión de su empresa en TechCrunch (un reputado evento tecnológico y empresarial que ya premió a Popego como una de las 50 start-ups más originales del mundo). El clip termina con el lema “El software es el nuevo rock” mientras de fondo suena Zero de Yeah Yeah Yeahs. Toda esta odisea hiperpopera fue a raíz de la presentación que hizo Siri de Whuffie Bank, un banco sin fines de lucro que su empresa creó para los usuarios de Twitter en Estados Unidos. “Analizamos los retweets que genera una cuenta y eso se traduce a una moneda virtual. Es algo muy experimental, carece de valor en cierto sentido, pero hoy hay mucho valor en la reputación –explica Siri–. El conocimiento de las personas se puede explicar por algoritmos y por contextos. Así que estamos construyendo una gran base de datos.” A la postre, Whuffie Bank fue elegido uno de los mejores de la convención.
¿Quién es este muchacho que dice llevar adelante “una web con más sentido”, que habla “del fino arte de tomar riesgos” y luce como un integrante de Devo? “Yo era el nerd de las computadoras y mi hermano era el nerd de los comics”, dice sobre su ADN compartido con el dibujante Liniers. Santiago se definió como un geek antes de los diez años. En vez de frustrarse frente a una XT Intel 8086 (“porque no sabía cómo se corría en el jueguito de fútbol”) se puso a estudiar su operativa. Luego ideó sistemas y juegos; un poco más tarde, en la secundaria, se dormía en las clases por culpa de cierto vicio nocturno. “En mi caso aprendí más por Internet que del colegio”, dice con seguridad.
A los 18, “esa ambición” lo llevó a crear el Fútbol Deluxe, un programa tipo manager en el que se podía coimear a los árbitros, dopar jugadores y apretar con la barra brava. “En Europa del Este se vendió muchísimo, y acá llegué a comprarlo en el Parque Rivadavia”, comenta. Siri era uno de “los pocos nabos que se habían juntado en un fast food” para darle forma a Asociación de Desarrolladores de Videojuegos de Argentina. Tras una década de vida, el ADVA es clave en la denominada economía creativa, con miles de trabajadores en programación, diseño y testers. “Delirábamos con ser referentes y hacer nuestras proyectos, teníamos la convicción de que los videojuegos eran algo importante para la cultura, aunque creo que todavía hoy se desperdicia bastante Software Factory”, aclara quien tuvo a su cargo más de una empresa del sector (Evoluxion y Three Melons).
Pero Siri cambió el joystick por la inteligencia artificial. Hoy, el equipo de Popego les enseña a las máquinas a leer, filtrar y ordenar la información para “que Internet sea más inteligente y pueda ofrecer a los usuarios cosas afines a cada persona”.
–¿De dónde vienen tus ideas?, ¿aparecen o surgen sudando y tipiando frente a la pantalla?
–Pregunta difícil... Picasso decía que la inspiración te tiene que encontrar trabajando. Creo que en el caso del software, uno se enfrenta a problemas concretos donde se nota la necesidad de una aplicación o sitio web. A veces también surge de la lectura de libros o películas donde muestran un futuro que... ¡para qué esperarlo si se puede construir hoy!
Casi como en Terminator, película que ayer nomás nos hablaba de un futuro que ya pasó. ¿Sabrá Siri que Skynet (el programa informático que liberó a las máquinas en la ficción) tomó conciencia de su poder el último 21 de abril? “Nosotros le dimos el switch on –se ríe–. Más allá de que con el tema se despiertan fantasías de ciencia ficción, hay algunas que son bien realizables”, apunta y remata: “Creo que Internet tiene mucho potencial para transformar la realidad”.
“La curiosidad mató al gato”, dice el dicho. Y si bien esa condición es esencial para cualquier cómico de stand-up, Luciano Mellera se siente más parecido a otro animal: “Mi novia me dice que soy terco como una congregación de chivas que no quieren salir de ahí”. Es que cuando un chiste no funciona, de frente al cri cri del público, salta al vacío de la improvisación. “Para escaparme del silencio fuerzo mucho, me pongo a explicar lo que para mí da risa, y ese intento desesperado termina siendo mucho más gracioso que el chiste en sí”, relata en serio.
Mellera decidió postear un video de su rutina en YouTube a fines del año pasado. A las pocas semanas tuvo más de 120 mil clicks. Ese suceso y la renovación del stand-up es, a su entender, el que le aseguró algunos minutos en el TEDXJovenRiodelaPlata. ¿De qué va su rutina? “Yo soy un tipo inseguro –se presenta–... creo.” En realidad no es tan así. Dos años atrás tenía un trabajo estable en una agencia de publicidad. “Pero había algo de la oficina que no me cerraba”, cuenta. Con un espectáculo (¿Stand listos?, en el Complejo La Plaza) parece haber acertado con su (in)decisión.
“La gente no se da cuenta de lo graciosa que es”, dibuja con una sonrisa. Es por ello que Mellera tiene la antena prendida para captar “observaciones sobre cosas simples”. Luego viene la construcción de ese neurótico que dice no saber cuándo sacar los fideos de una olla, desconfía de la tecla del redial del teléfono y teme cuando en la calle se enfrenta a esta situación:
–¿Te puedo hacer una pregunta? –pide.
–No, dos –le responden.
–Yo quería hacerle una, no dos, ¿qué hago entonces?, ¿invento?,
¿le debo la otra?
“Me agarré una vena bárbara”, dice Nicolás Pueta al recordar un partido a beneficio entre dos combinados de Gimnasia y Estudiantes en 1997. Los motivos son va-rios. Pincharrata fanático, sufría por “la escasez de laterales” y porque en ese partido la estrella fue Leandro Román, un tripero que perdió una pierna en un accidente y “les pintó la cara a varios de los nuestros”. Como aquel triatlonista, Pueta vivió y vive para el deporte pese a una malformación congénita en el fémur, lo que provocó que su pierna izquierda le llegue hasta la rodilla. “Hago esquí, juego al básquet y al rugby. En el colegio hice natación a la par de chicos de físico normal... convencional –se corrige–, y me destacaba en espalda y mariposa.” Cuando en la secundaria sus padres no lo dejaban practicar rugby, Pueta se escapaba para darle a la ovalada con sus compañeros del San Andrés. “Hoy lo veo más lógico, lo hacían porque querían cuidarme; pero en ese momento no lo entendía.” Dice que lo suyo no nace de las ganas de desafiar o sortear límites sino del amor por darle trajín al cuerpo. De hecho paró con los intentos quirúrgicos, ya que por ese “arreglo” le iba a quedar la rodilla rígida, y chau a los deportes.
En 2007 llegó a Europa para jugar en varios clubes. “Mi amigo inglés me presentó con sus compañeros en el vestuario; yo había llegado con muletas, los tipos pensarían que iba a jugar así. No entendían bien. Cuando entro a la cancha sin la prótesis hubo un poco de sorpresa, pero a la segunda práctica me trataban como uno más”, cuenta. Ese mismo año, la IRB lo galardonó con el premio “Espíritu del Rugby”. “Todavía no vi la fecha de vencimiento en este deporte”, se planta.
No sorprende que Pueta trabaje organizando eventos deportivos y, cuando se lo piden, da charlas de motivación. Como buen atleta, del TED le apremia los pocos minutos que tendrá para soltarse en la cancha aunque, por haber seguido varias charlas vía streaming, ya conoce la dinámica. “Cuando cuento lo mío –declara–, hay quienes me miran con admiración o piensan que soy el Dalai Lama, pero la verdad es que nunca pensé que fuese tan interesante mi vida; si ayuda, genial”, y apura la charla porque tiene que entrenar.
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